En su último post en Bond Vigilantes, Anthony Doyle, director de inversiones del área de Renta Fija Minorista de M&G Investments, repasa las medidas aplicadas por el Banco Central Europeo durante los últimos cuatro años, desde que Mario Draghi pronunciara aquel “lo que sea necesario”.
En julio de 2012 los costes de pedir prestado de los países periféricos de Europa eran insoportablemente elevados. Irlanda, Portugal y Grecia se encontraban en el proceso de solicitud de rescates, mientras que el sistema bancario español se acercaba peligrosamente al colapso. La pregunta no era cuándo un miembro de la UE abandonaría el bloque de la moneda única, sino quién. Mario Draghi, presidente del BCE, dio un paso adelante y, en una sala llena de líderes empresariales e inversores, pronunció la frase más importante que haya dicho ningún responsable de un banco central en la era moderna: «Dentro de nuestro mandato, el BCE está preparado para hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme que será suficiente», recuerda Doyle.
«Con su discurso, el presidente Mario Draghi trajo calma y estabilidad a unos mercados muy volátiles hace cuatro años. Sus palabras actuaron como un cortocircuito de la aversión al riesgo, del que se beneficiaron los mercados europeos de deuda pública y el sistema financiero. Esto demuestra que un responsable de un banco central con un mandato tiene capacidad para influir poderosamente en los mercados financieros. En efecto, puede que el presidente Draghi haya salvado el bloque de la moneda única, pues parecía que el BCE era la única institución europea con la capacidad de actuar de forma rápida y decidida a gran escala para respaldar la economía europea, ante la falta de una unión fiscal europea».
Draghi se refería a un abanico de medidas de política monetaria convencionales y extraordinarias –explica Doyle-, como una rebaja del tipo principal de refinanciación del BCE del 1% al 0%, una bajada del tipo de depósito del 0,25% al -0,40%, operaciones de refinanciación a largo plazo por valor de más de 1 billón de euros, inyecciones de emergencia de liquidez a Grecia (que ascienden a 54.000 millones de euros) y un programa de compra de activos por valor de 1,1 billones de euros (posteriormente prolongado). Como resultado, el balance del BCE asciende actualmente a 3,2 billones de euros, lo que equivale al 131% del PIB de la zona del euro.
¿Ha sido ‘suficiente’?
Según Doyle, si miramos los rendimientos de la deuda periférica, parece que sí. Los inversores ya no exigen la prima de riesgo que antes demandaban, lo que ha provocado un desplome de los rendimientos de los bonos.
“En su discurso, Draghi adujo que el repunte de la aversión al riesgo estaba relacionado con el riesgo de contrapartida. Las primas de los CDS de la Eurozona se han desplomado desde los niveles de 2012, pero los títulos financieros subordinados se han ampliado desde el último trimestre de 2014”, apunta el director de inversiones. “Más recientemente, los inversores están cuestionando la cantidad de deudas incobrables en las cuentas de varios bancos europeos y si algunos de los sistemas financieros más frágiles de la zona del euro pueden hacer frente a estas pérdidas”.
Lamentablemente, en el frente fiscal no ha habido grandes cambios. Europa sigue haciendo frente a algunos problemas estructurales importantes, con una importante divergencia entre los resultados económicos de los distintos estados miembros de la zona euro, opina Doyle, quien cree que es probable que la salida del Reino Unido de la UE (Brexit) suponga un obstáculo para el crecimiento económico. Desde el punto de vista económico, Europa sigue sufriendo unas tasas de desempleo elevadas y una inflación muy baja, a pesar de una política monetaria extraordinaria que dura ya cuatro años. “Dado que los mercados esperan un nuevo estímulo monetario en septiembre, parece que el BCE seguirá haciendo «lo que sea necesario» durante algún tiempo”, concluye Doyle.