El presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, ha logrado prorrogar su mandato por otros cinco años tras ganar la segunda vuelta de los comicios este fin de semana. El desenlace no ha dejado impasibles a los mercados, puesto que la lira se ha desplomado ya marca nuevos mínimos históricos frente al dólar. Esta respuesta evidencia las incertidumbres que implica un nuevo mandato de Erdogan.
Ahora, la atención se centrará en el nombramiento del nuevo gabinete, probablemente en las primeras semanas de junio, y especialmente en el ministro de Finanzas y los posibles cambios en el banco central. “Hay ciertas esperanzas de que se nombre al ex ministro de Finanzas Simsek, lo que podría alimentar las esperanzas de un cambio y provocar algunas reacciones positivas en el mercado”, según señala Guillaume Tresca, estratega senior de Mercados Emergentes en Generali Investments.
Para empezar, Thomas Gillet, director de calificaciones soberanas de Scope Ratings, recuperada que la economía turca seguirá expuesta a un ajuste desordenado tras la victoria electoral de Erdogan en segunda vuelta si persisten las políticas económicas insostenibles, las cuales, “ejercen presión sobre la lira y balanza exterior del país”. Las cifras son claras: una tasa de crecimiento del PIB del 2,7%, por debajo del potencial y tras el 5,6% en 2022; un amplio déficit por cuenta corriente; la disminución de las reservas internacionales y la alta inflación del 43,4% interanual en abril.
Un cóctel que, para Gillet, “mantendrá la presión sobre la calificación crediticia de Turquía -deuda en moneda extranjera calificada B-/Perspectiva negativa- a corto y medio plazo”. Las calificaciones crediticias de Turquía serán revisadas por parte de Scope Ratings el 4 de agosto de 2023.
De cara al nuevo mandato, el experto ve probable que los controles de capitales y las medidas macroprudenciales -como los límites a las retiradas de efectivo, el plan de protección de depósitos y las medidas coercitivas sobre las asignaciones de cartera de los bancos- sigan siendo el núcleo de las políticas económicas del país. Aunque Gillet contempla la posibilidad de que haya un “ajuste parcial de la combinación de políticas”, esto requeriría una planificación y aplicación coherentes para que resulten eficaces. Además, el presidente Erdogan “ha dado pocos indicios de un giro de este tipo”, según el experto.
Lizzy Galbraith, economista política en abrdn, cuenta con una posición pesimista similar, ya que, aunque la victoria de Erdogan “estuvo en línea” con sus expectativas, “ahora es probable que Erdogan redoble sus actuales posiciones económicas y de política exterior, lo que agravará los riesgos económicos turcos”.
Tresca, por su parte, mantiene “una opinión negativa sobre la deuda externa y local de Turquía, a la espera de más claridad sobre la futura combinación económica”. Sobre todo, teniendo en cuenta que “Erdogan ha mantenido durante muchos años su política poco convencional de que unos tipos más altos provocan una inflación elevada, incluso durante periodos de fuerte tensión en los mercados. Es una parte estructural de su retórica y su opinión apenas ha cambiado a lo largo de los años”, afirma el experto de Generali Investments. De hecho, Tresca contempla como lo más probable que los cambios “sean provocados por factores externos cuando la presión del mercado sea demasiado fuerte”. En este sentido, la situación se ha ido deteriorando y puede llegar en el próximo trimestre.