Equam Capital celebra los 10 años de su fondo Equam Global Value con optimismo en cuanto a las oportunidades que ofrece el mercado. Tras batir consistentemente al mercado desde el lanzamiento del producto, José Antonio Larraz y Alejandro Muñoz, fundadores y gestores de Equam desde 2015, aseguraron en la Conferencia anual de inversores 2025 que nunca han visto «tantas oportunidades en las mid caps europeas». Es más, son conscientes de que «las oportunidades de inversión de la próxima década no están entre las grandes compañías cotizadas».
Los directivos de Equam Capital explican que el segmento de medianas compañías europeas cotizadas «sigue ignorado» por los inversores por varias razones. Primero, como consecuencia de las políticas monetarias expansivas de hace unos años, que han favorecido a las compañías de crecimiento. A esto se sumaría el auge de la gestión pasiva. Incluso, apuntan a los efectos de los cambios regulatorios en Europa, que se han saldado con una disminución de los análisis por parte de las firmas sobre las compañías de menor tamaño debido al elevado coste.
Sin olvidar la mala percepción de los inversores con respecto a los valores de menor tamaño, que son vistos como «chicharros», lo que «deja de lado oportunidades en compañías que son líderes en los mercados».
Por si fuera poco, las cifras avalan la opinión de los expertos de Equam, que señalan que el diferencial de valoración entre el mercado estadounidense y el europeo está en máximos de los últimos 25 años. En este punto, aclaran que Estados Unidos «siempre ha cotizado con prima con respecto a Europa», pero ahora se ha disparado hasta un diferencial de ocho puntos en el PER estimado, frente a la media histórica de 2,5. «Nuestra cartera cuenta con compañías con múltiplos bursátiles por debajo de la media del mercado europeo», aseguran.
Para alcanzar los objetivos de rentabilidad planteados, Larraz y Muñoz siguen un estricto plan de inversiones que supone aplicar un método de inversión pensado para tener una cartera de compañías que sepan resistir una crisis y que, además, salga de ella reforzada. Además, el inversor no debe perder dinero. Este método incluye un análisis independiente de valoración y una ejecución disciplinada: se venden las posiciones cuando la cotización en mercado alcanza el precio objetivo.
Las compañías objetivo deben ser «buenas», es decir, cuentan con visibilidad o barreras de entrada en el sector; bajo apalancamiento; descuento sobre la valoración objetivo y alineación de intereses -prefieren compañías familiares y el equipo gestor invierte su patrimonio en el fondo-. Reconocen que no realizan muchas operaciones, pero admiten que ahora «podríamos incluir otras 20 compañías en cartera que cumplen con nuestros requisitos de inversión; el mayor problema que tenemos ahora es cuáles de ellas metemos en cartera».