El primer paso hacia las cero emisiones netas es calcular la cantidad de carbono que emitimos hoy en día y dónde. Las empresas emergentes dedicadas a la contabilidad del carbono están a la altura del desafío, según un informe de Pictet Asset Management .
Calcular el coste de las emisiones de gases de efecto invernadero es difícil, especialmente para las empresas. ¿Debe empezar a contar desde el momento en que se encienden las luces de su fábrica o desde que sus empleados se suben a sus automóviles para ir al trabajo? ¿Terminan sus responsabilidades con el envío de las mercancías desde las puertas de su fábrica o también hay que considerar la cantidad de producto final que se desecha o recicla?
Estas preguntas no solo son filosóficas. Determinar cómo medir los costes del carbono es crucial para controlar el cambio climático.También es necesario para cumplir la red de normas cada vez más restrictivas de los gobiernos, los inversores y las bolsas de valores, por no hablar de los cambios de actitud de los consumidores. Además es un primer paso esencial para reducir las emisiones y, a su debido tiempo, lograr el venerado estatus de «cero emisiones netas».
Las empresas disponen de datos básicos relativos a sus instalaciones de producción y relaciones con los proveedores, pero les ha resultado difícil aprovechar la tecnología, la automatización, el análisis de datos y la ciencia climática para convertirlos en la información útil que necesitan para orientarse por el camino de la descarbonización. Aquí es donde puede ayudar una nueva generación de empresas emergentes de contabilidad del carbono.
«Ha sido práctica habitual la contabilidad del carbono basada en hojas de cálculo, en la que las empresas obtenían una cifra, la incluían en un informe una vez al año y no hacían nada al respecto. Las organizaciones no contaban con una solución para descarbonizar», afirma Mauro Cozzi, cofundador de Emitwise, una empresa emergente dedicada a la contabilidad del carbono entre cuyos promotores se encuentra el exconsejero delegado de Uber, Ryan Graves.
Las emisiones indirectas de la cadena de valor de una empresa –conocidas como emisiones de «Alcance 3»– son especialmente difíciles de calcular1. Cubren la huella de carbono de todo, desde viajes de negocios y desplazamientos de empleados, pasando por inversiones empresariales hasta la de los bienes y servicios comprados. Para empresas como Amazon, Nike, Ford y Apple, el Alcance publicado representa más de la mitad de sus emisiones totales de gases de efecto invernadero, lo que indica una importante falta de sostenibilidad en sus cadenas de suministro (véase el gráfico).
Empresas emergentes al rescate
Sin embargo, es un proceso difícil. «Las empresas pueden disponer de datos sobre miles de proveedores, cientos de instalaciones y millones de materias primas que incorporan sus productos», afirma Cozzi. «Si se quiere ser lo suficientemente preciso como para gestionar algo, no puede hacerse a velocidad humana».
Es aquí donde pueden aprovecharse tecnologías como el aprendizaje automático, la ciencia de datos y la ingeniería de software para convertir los principios de la contabilidad del carbono en código, automatizarlo a escala y adaptarse a la constante evolución de la ciencia climática.
Las empresas emergentes dedicadas a la contabilidad del carbono, Emitwise incluida, recaudaron en conjunto cerca de 300 millones de dólares en 2021 –seis veces más que en 2020.
Las empresas emergentes están aportando dos capacidades al mercado. La primera es que utilizan herramientas de automatización y uso compartido de datos para recopilar y armonizar datos dispares. La segunda es que están calculando el impacto real de las emisiones de las actividades económicas de las empresas –su huella de carbono– abarcando actividades tales como los kilómetros recorridos por una flota de transporte, y datos financieros, como el cálculo de las emisiones de carbono relacionadas con la compra de productos específicos, basándose en el protocolo de GEI, la metodología de contabilidad de gases de efecto invernadero líder en el mundo.
«Se parte del principio de que los datos se encuentran en alguna parte de la empresa. Pueden estar en una buena base de datos estructurada o en una hoja de cálculo ubicada aleatoriamente en un escritorio», afirma Cozzi.
A continuación, hay que convertir las cifras en estimaciones fiables. «Los datos de su empresa nos dirán: «La semana pasada compré diez naranjas a un proveedor en Florida». Tenemos la capacidad que indica que su compra de una naranja de Florida produce una media de 10 kg de carbono, mientras que una naranja de Chile podría producir 20 kg», explica Cozzi.
Este conocimiento proviene de analizar todos los factores que han intervenido en la producción de cada naranja –incluidas las técnicas agrícolas, fertilizantes y métodos de transporte utilizados–, una información que tal vez deba obtenerse a través de de terceros. La plataforma también incluye paneles de control visuales que pueden ayudar a las empresas a realizar un seguimiento del progreso a lo largo del tiempo e identificar la intensidad de las emisiones de su red de proveedores.
PlanA.Earth, una empresa emergente de elaboración de informes ESG y de carbono con sede en Berlín, extrae los datos existentes de las empresas, ya sea de los almacenes de datos o de la planificación de recursos empresariales (ERP) y elabora el perfil de emisiones utilizando herramientas de la ciencia climática. Por ejemplo, PlanA.Earth ha calculado la huella de carbono total de la marca de moda danesa GANNI centrándose específicamente en los materiales que compraba, como el cuero, el algodón y el nailon, y su respectiva intensidad de carbono.
A través de esta colaboración, GANNI pudo fijarse el objetivo de reducir las emisiones de carbono en un 45 % para 2025, adoptar una estrategia a medida para lograrlo y automatizar por completo su introducción de datos, cálculos de emisiones y elaboración de informes externos.
Watershed, una sociedad con sede en San Francisco surgida de la empresa de tecnología financiera Stripe y fundada por las personas que crearon sus herramientas de gestión del carbono, ofrece un «motor de datos de carbono» que cuantifica las emisiones hasta la partida presupuestaria, incluyendo dinámicas más contemporáneas como el teletrabajo, la informática en la nube y las criptomonedas.
Puede parecer sorprendente que las empresas emergentes estén fichando empresas a este ritmo en vez de que estas últimas realicen esta labor por sí solas. Pero es posible que la perspectiva de las empresas sea demasiado cercana como para darse cuenta del valor de los recursos de datos de los que ya disponen y necesiten más información de las ciencias climática y de datos para convertir los números en cifras cuantificadas realistas que puedan traducirse en prácticas más sostenibles.
«Hay que tomar un lienzo en blanco y construir a partir de ahí», afirma Lubomila Jordanova, fundadora y CEO de PlanA.Earth. «Hay mucha ciencia que debe incorporarse al producto, muchos conocimientos específicos». Los departamentos propios de contabilidad y datos ya existentes en la empresa no suelen poder hacerlo por sí solos debido a las complejidades relacionadas con la ubicación geográfica, la industria y la intensidad de las emisiones, explica Jordanova.
Estas empresas emergentes también pueden proporcionar la ayuda externa que las compañías necesitan para darse cuenta del valor de los datos de los que ya disponen pero posiblemente consideran poco relevantes para la descarbonización, añade. «Las empresas de automoción tienen datos sobre proveedores en los sistemas de seguimiento de proveedores, por ejemplo. Nuestro trabajo consiste en identificar los puntos de datos necesarios y, a continuación, conectar nuestro software a ellos».
Es posible que las empresas también necesiten expertos externos que les ayuden a trabajar conjuntamente, incluso con competidores, por ejemplo, compartiendo datos y colaborando en toda la cadena de suministro.
«Para lograr la descarbonización de Alcance 3, es necesario conectarlo todo y resulta realmente difícil conseguir que los competidores colaboren en ello», afirma Cozzi. Esta transparencia será esencial si las empresas realmente desean determinar su impacto climático total. Y si los organismos reguladores empiezan a exigir la obligatoriedad de presentar informes del Alcance 3 –como hizo el estado de California en un reciente y trascendental proyecto de ley aplicable a las grandes empresas– es posible que dicha elección les venga impuesta. Prepararse para esta eventualidad podría resultar muy beneficioso.