La renta variable es la clase de activo que mejor se ha comportado a largo plazo, también durante los ciclos de inflación y de subida de tipos. En concreto, en los últimos 122 años, la renta variable mundial ha proporcionado una rentabilidad real anualizada en dólares del 5,3%, frente al 2,0% de la renta fija y el 0,7% de las letras, según los datos que arroja la última edición del informe Credit Suisse Global Investment Returns Yearbook.
La publicación, que analiza las principales categorías de activos en 35 países* usando una serie histórica de datos desde 1900, invita a los inversores y gestores a realizar una revisión histórica de los últimos 122 años para abordar con perspectiva los vientos de cambios que soplan en los mercados financieros, entre ellos la inflación.
“Una conclusión sencilla es que los rendimientos se deterioran para ambas clases de activos a medida que aumenta la inflación. Esto no sorprenderá a los inversores en renta fija, pero es un firme recordatorio de que la renta variable no es la cobertura de la inflación descrita a menudo”, advierte Axel P. Lehmann, Chairman of the Board of Directors de Credit Suisse Group AG.
Según su análisis, la renta variable ha superado a los bonos, las letras y la inflación en los 35 mercados. “Desde 1900, la renta variable mundial ha superado a las letras en un 4,6% anual y a los bonos en un 3,2% anual”, matiza en sus conclusiones. Además, en perspectiva, los autores estiman que la prima de riesgo de la renta variable se situará en torno al 3,5%, un poco por debajo de la cifra histórica del 4,6%. “Con una prima del 3,5%, los inversores en renta variable seguirían esperando duplicar su dinero en relación con las letras del Estado a corto plazo en 20 años”, añaden.
Desde una perspectiva geográfica, desde 1900, EE.UU. ha sido el mercado de valores con mejor rendimiento, con una rentabilidad real anualizada del 6,7%, además su participación en la renta variable mundial se ha cuadruplicado hasta alcanzar un asombroso 60%. Otra de las conclusiones que arroja el informe es que, históricamente, la diversificación entre acciones, países y activos ha mejorado en gran medida la relación entre rentabilidad y riesgo.
El impacto de la inflación y las rentabilidades
Sobre el papel de la inflación, los responsables del estudio destacan que “ha sido una fuerza importante a lo largo del siglo XX y es evidente que debemos ajustar los rendimientos de las inversiones a los cambios en el poder adquisitivo”, apuntan. Según muestra el documento en sus conclusiones, en Estados Unidos, la inflación anualizada fue del 2,9%, frente al 3,6% del Reino Unido. “Gracias al poder de la capitalización, esta diferencia aparentemente pequeña significó que, mientras los precios de consumo estadounidenses se multiplicaron por 33, los del Reino Unido se multiplicaron por 73. Los precios no subieron de forma constante durante los 122 años y todos los países experimentaron una deflación en algún momento de la década de 1920 y principios de la de 1930. En Estados Unidos, los precios al consumo cayeron casi un tercio en los años posteriores a 1920 y no recuperaron su nivel de 1920 hasta 1947”, explican.
Las conclusiones de este anuario confirman que los bonos sufren durante la inflación, pero la alta inflación también perjudica a la renta variable y permite argumentar que la renta variable no cubre la inflación: los rendimientos reales de las acciones están correlacionados negativamente con la inflación. Sin embargo, matizan que, a pesar de ello, y como reflejo de la prima de riesgo de la renta variable, las acciones han batido la inflación.
“En el gráfico inferior, comparamos los rendimientos de la renta variable y de la renta fija con la inflación en el mismo año para toda la gama de 21 países de los que tenemos un historial completo de 122 años. Excluimos los años hiperinflacionarios de 1922-23 para Alemania y 1921-22 para Austria. De las 2.558 observaciones de años de países, identificamos aquellas con el 5% de tasas de inflación más bajas (es decir, con una deflación muy marcada), el siguiente 15% más bajo (que tuvo una deflación limitada o precios estables), el siguiente 15% (que tuvo una inflación de hasta el 1,6%) y el siguiente 15%; estos cuatro grupos representan la mitad de nuestras observaciones, todas las cuales experimentaron una inflación del 2,7% o menos”, recoge el documento.
Subida de tipos: otra preocupación a corto plazo
Según reconocen los autores, la otra gran preocupación es el endurecimiento de la política monetaria y las subidas de los tipos de interés. “Periódicamente, a lo largo de la historia, ha habido momentos en los que la inflación se ha disparado, como ocurrió el año pasado. En la mayoría de los países, los bancos centrales se encargan de controlarla. Los bancos centrales están revisando su postura tras años de política monetaria flexible y su apoyo especial a la pandemia. Varios países ya han subido los tipos en 2021, como el Reino Unido, Corea del Sur, Brasil, Sudáfrica, Rusia y Nueva Zelanda. La Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo y el Banco de Japón están reduciendo sus ayudas de emergencia. Sin embargo, todas las miradas están puestas en la Fed, ya que sus subidas de tipos de interés no solo afectan a EE.UU., sino a todo el mundo. Actualmente, se esperan entre cinco y siete subidas de tipos en 2021”, explican.
En ese sentido, el documento destaca que a lo largo del último siglo, los rendimientos de los activos de EE.UU. y del Reino Unido han sido bajos durante los periodos de subidas de tipos. En este contexto, las acciones estadounidenses tuvieron una rentabilidad real anualizada del 3% durante los periodos de subida de tipos, frente al 9,7% durante las caídas. En cambio, los bonos estadounidenses obtuvieron una rentabilidad real anualizada del 0,2% durante los periodos de subida de tipos, frente al 3,7% durante las caídas. Por su parte, el Reino Unido imitó la experiencia de Estados Unidos en los ciclos de subida de tipos de interés.
Teniendo en cuenta los datos del anuario, que representaban más del 95% del mercado mundial, la conclusión es que, durante los ciclos de subida, ha sido difícil identificar los activos que se han comportado bien. “Los rendimientos del sector, las primas de los factores y los rendimientos de los activos reales han sido menores cuando los tipos suben”, indica en sus conclusiones.
El poder de la diversificación
Ante este contexto, los autores del informe -los profesores Elroy Dimson, Paul Marsh y Mike Staunton- han puesto el foco en el poder que tiene la diversificación, y que ha tenido históricamente, en términos de valores, países y clases de activo.
Su principal conclusión es que la diversificación reduce el riesgo, de modo que los inversores pueden obtener la misma rentabilidad con un riesgo menor, o una mayor rentabilidad con el mismo riesgo. Y refutan las afirmaciones de que entre 10 y 20 valores pueden garantizar una gran diversificación.
“El entorno actual de mayor volatilidad y rotación de sectores/factores es potencialmente más prometedor para los inversores activos. Pero para generar alfa se requiere una verdadera habilidad y una mayor exposición al riesgo”, apuntan en las conclusiones y añade: “La globalización ha facilitado la inversión internacional y, en los últimos 50 años, la inversión global generó una relación recompensa/riesgo más alta que la inversión nacional en la mayoría de los países”.
El análisis de los datos históricos muestra algunas excepciones. Por ejemplo, en EE.UU., durante los últimos 50 años los inversores habrían estado mejor invirtiendo en el país. “Esto reflejó una excelente rentabilidad y una menor volatilidad del mercado bursátil estadounidense”, explican. En perspectiva, los autores aconsejan a todos los inversores, incluidos los de EE.UU., que inviertan globalmente porque así se reducirá el riesgo de la cartera y aumentará los ratios de sharpe. Pero los autores advierten que no hay garantías.
Respecto a los inversores de mercados pequeños y emergentes reconocen que “tienen más que ganar con la diversificación global que los de los mercados desarrollados”, lo cual no significa que por ello dejan de comprar en mercados emergentes.
Por último, las conclusiones indican que la diversificación entre clases de activos también puede reducir el riesgo. “La correlación negativa entre las acciones y los bonos desde finales de la década de 1990 ha hecho que las acciones y los bonos sean una cobertura natural entre sí”, indica el documento en sus conclusiones.
Sin embargo, los autores no recomiendan confiar en la continuación de las correlaciones negativas entre acciones y bonos, y se recuerdan que las correlaciones tienden a aumentar en los mercados bajistas y en tiempos de crisis. Pero concluyen que, para los inversores a largo plazo, estos factores a corto plazo no deberían ser una gran preocupación.
“Aprender de la historia financiera y utilizarla para arrojar luz sobre los problemas a los que se enfrentan los inversores nunca ha sido tan importante. Mientras navegamos por la creciente inflación, y una inminente reevaluación de la política monetaria y fiscal mundial, nuestra investigación proporciona la evidencia para apuntalar la estrategia de inversión para el futuro”, concluye el profesor Paul Marsh, de la London Business School, y uno de los autores del anuario.
*Los mercados incluidos en el Anuario representaban más del 95% del mercado mundial de renta variable en 1900. Incluyendo los 12 nuevos mercados introducidos en las ediciones de 2021 y 2022, los 35 países del Anuario cubren ahora el 98,7% del universo invertible actual. Los nuevos países introducidos en 2022 son Argentina, Chile y Grecia. El Anuario también incluye índices compuestos para cada uno de los países del mundo, el mundo sin Estados Unidos, Europa, los mercados desarrollados y los mercados emergentes. Estos están en moneda común, tienen una historia completa de 122 años y hoy en día proporcionan una cobertura de prácticamente el 100% de la renta variable mundial.