La campaña electoral ante las elecciones presidenciales estadounidenses se intensifica. Además, el voto anticipado ya ha comenzado, incluso en algunos de los estados clave que podrían ser decisivos para el resultado. Las gestoras internacionales reconocen que los inversores de todo el mundo están analizando cómo podría influir en los mercados una carrera que, por ahora, sigue siendo muy ajustada.
“Como era previsible, las políticas de la vicepresidenta Harris son bastante parecidas a las del presidente Biden. Esto sugiere que, si gana Harris, los inversores podrían esperar un cierto grado de continuidad en el actual entorno político y económico. Por el contrario, el expresidente Trump ha endurecido su discurso, reforzando su enfoque de ‘América primero’. Si vuelve a ganar, podríamos presenciar una transición radical hacia aranceles más altos, desregulación de sectores clave, un control fronterizo más estricto y una política exterior más independiente”, resume Greg Meier, economista senior en Global de Allianz Global Investors.
La cuestión del déficit
Hasta ahora, hemos analizado qué separa a los candidatos y cómo pueden afectar los diferentes escenarios electorales a los inversores, pero también hay que tener en cuenta lo que une a Harris y Trump. Según el informe elaborado por Natixis CIB, tanto Harris como Trump serán derrochadores, proponiendo políticas que degradarán aún más la trayectoria fiscal a largo plazo. “Las políticas de Harris proporcionarán algunas compensaciones de ingresos, pero darán lugar a un crecimiento más lento y menos inversión. Las políticas fiscales de Trump promoverán el crecimiento, pero aumentarán las presiones sobre los precios y empeorarán las perspectivas de la deuda”, se desprende del estudio.
Joseph V. Amato, President and Chief Investment Officer—Equities de Neuberger Berman, coincide en que ninguno de los candidatos parece dispuesto a abordar el problema de la sostenibilidad de la deuda de Estados Unidos y esto, en su opinión, es importante. “Parece haber poco apetito por recortar el gasto en defensa o prestaciones sociales, dos de los tres elementos más importantes del presupuesto federal, el otro es el gasto en intereses”, apunta.
Según explica, el Modelo Presupuestario de Penn Wharton atrajo mucha atención con su estimación de que las propuestas de impuestos y gastos de Harris agregarían 2 billones de dólares al déficit primario, acumulativamente, durante la próxima década, mientras que las propuestas de Trump agregarían poco más de 4 billones de dólares.
“Las proyecciones de los economistas muestran sólo una diferencia modesta en el déficit de cada candidato durante los próximos cinco años. En términos generales, las propuestas de Harris muestran una redistribución neutral del déficit de los contribuyentes corporativos y de mayores ingresos a los contribuyentes de menores ingresos. Y los de Trump muestran una ligera reducción del déficit, suponiendo que los ingresos arancelarios compensen los impuestos más bajos. Una vez más, se espera que un gobierno dividido suavice el efecto de las propuestas de cualquiera de los presidentes y, en ambos casos, mejore ligeramente las perspectivas de la deuda”, afirma.
En opinión de Alvise Lennkh-Yunus, director de calificaciones soberanas y del sector público de Scope Ratings, a menos que el partido del candidato presidencial ganador consiga la mayoría tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, Estados Unidos se encamina hacia otra crisis del techo de la deuda a principios de 2025.
Impugnación y limbo
Desde Lombard Odier coinciden con la mayoría de los análisis en que estas elecciones son el factor de riesgo político más destacado para los mercados. “La reñida contienda entre los candidatos demócrata y republicano ha aumentado las posibilidades de que se produzca un resultado impugnado en las elecciones estadounidenses tras los comicios del 5 de noviembre. Creemos que la carrera presidencial está demasiado reñida, aunque nuestra hipótesis de base sigue siendo que el Senado será republicano y la Cámara de Representantes estará controlada por el partido que gane las elecciones. Aunque la votación debería arrojar un resultado claro, un resultado impugnado sigue siendo una posibilidad”, explican.
En este sentido, son pocos los análisis que hemos escuchado acerca de qué supondría una impugnación de las elecciones. Según explican desde Lombard Odier, desde 1800 ha habido cinco elecciones presidenciales impugnadas, la última en el año 2000. “Existen tres soluciones para una votación impugnada: La intervención del Tribunal Supremo, la Ley de Reforma del Recuento Electoral de 2022 o una “elección contingente”. Las tres están abiertas al debate jurídico. En 2000, el Tribunal Supremo detuvo un recuento en Florida que dio la presidencia a George W. Bush. Hoy, el Tribunal Supremo probablemente querría evitar decidir quién se sienta en la Casa Blanca”, señalan.
De hecho, el S&P 500 cayó casi un 12% desde el día de las elecciones hasta mediados de diciembre, después de las elecciones de Bush/Gore en 2000, aunque muchos otros factores estaban en juego. “Pero la historia sugiere que, una vez que se conozca el resultado, es probable un rally de la ‘bievenida’ a quien llegue a la Casa Blanca”, matiza el responsable de Neuberger Bernan.
En un escenario de “elecciones contingentes”, la Cámara de Representantes elegiría al próximo presidente, mientras que el Senado seleccionaría al vicepresidente. “Cualquier disputa electoral en el Congreso tendría que resolverse antes del 20 de enero de 2025, cuando termina el mandato del actual presidente. Esto sería problemático, especialmente si Kamala Harris, como presidenta del Senado, participara en el desbloqueo con su voto de calidad. Si el Congreso no puede pronunciarse a favor de uno de los candidatos, la Ley de Sucesión Presidencial estipula que el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, ejerza de presidente en funciones”, añaden desde Lombard Odier.
En consecuencia, la firma espera que cualquier limbo político a partir de la votación del 5 de noviembre y hasta 2025 provoque volatilidad en los mercados y un impacto negativo en los activos estadounidenses. “Observamos que, tras las elecciones de 2000, los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años subieron 75 puntos básicos entre las elecciones y el final del año, mientras que el oro ganó un 3%, a pesar de que la renta variable estadounidense y el índice del dólar cayeron. En caso de una victoria más clara de cualquiera de las partes, nuestras opiniones sobre los efectos previstos en las clases de activos se exponen en el cuadro siguiente”, concluyen.
Un telón de fondo paradójico
Los expertos coinciden en que Estados Unidos ha disfrutado de la recuperación pospandémica más sólida de todas las grandes economías desarrolladas. Sin embargo, en opinión de Raphaël Gallardo, economista jefe de Carmignac, esta larga expansión ha entrado en una fase de ralentización, a medida que se desvanece la «adrenalina» de las gigantescas medidas de estímulo relacionadas con COVID, un dólar fuerte pesa sobre el sector manufacturero y los elevados tipos reales que se necesitaban para ahuyentar la inflación han aplastado la demanda en sectores sensibles a los tipos, como la construcción y el sector inmobiliario.
“Los consumidores siguen llevando la antorcha del crecimiento, pero, a pesar de un bajo nivel de desempleo, la mayor parte del dinamismo procede cada vez más de los quintiles más altos de la distribución de la riqueza, que se benefician de los continuos efectos riqueza de un mercado bursátil ya de por sí caro. El envejecimiento de la población, el aumento de las transferencias sociales y las subvenciones a la transición energética también han ampliado el déficit fiscal hasta niveles inauditos fuera de recesiones, guerras o pandemias (7% del PIB)”, señala el economista jefe de Carmignac.
Justamente, en su opinión, ésta es la paradoja de estas elecciones: “Tras ocho años de resultados superiores de la economía estadounidense y un comportamiento estelar de su mercado de valores, la frustración de los votantes con el estado de la economía ha dado forma a las plataformas electorales de los dos principales candidatos. El próximo gobierno heredará una economía más vulnerable de lo que sugiere su trayectoria reciente, y por eso las medidas populistas que defienden ambos candidatos podrían tener repercusiones desmesuradas en los mercados financieros”.
Para Gallardo el verdadero “elefante en la habitación” es que, independientemente del resultado, “estas elecciones podrían cambiar el motor de una economía que ha sido la envidia del mundo durante décadas”.