Las luces y las decoraciones navideñas comienzan a inundar las calles, proporcionando un matiz alegre a este último mes del año. En la industria de inversión, esta calidez y sentimiento de optimismo que nos traen las fiestas se ha visto aumentado por los últimos datos de inflación que, lejos de echar más leña al fuego, parecen mostrar un atisbo de buenas noticias, ya que podría empezar a descender en 2023.
La gran pregunta que las gestoras de fondos y sus equipos de análisis se han hecho durante las últimas semanas es si ya hemos llegado o no al pico de la inflación, y en qué regiones. Sin duda, el dato más relevante de estas últimas semanas ha sido la inflación en Estados Unidos, que se moderó en octubre a 6% en 12 meses, según el índice PCE, el preferido por la Reserva Federal (Fed). Según indican los expertos, el dato de octubre, que ya había sido adelantado el miércoles por el presidente de la Fed, Jerome Powell, es inferior al 6,3% de inflación a 12 meses de septiembre.
Para Tiffany Wilding, economista de América del Norte, y Allison Boxer, economista, en PIMCO, los últimos datos de octubre deberían ser sólidos. “Esperamos que la inflación subyacente del PCE aumente un 0,3% mes a mes -ligeramente por debajo de la expectativa de consenso del 0,4%-, una buena noticia para los funcionarios de la Fed y en línea con el mensaje más suave del IPC de octubre”, reconocen.
Según los economistas de PIMCO, este dato es relevante de cara a la próxima reunión de la Fed, que será dentro de dos semanas. “Los funcionarios de la Reserva Federal consideraron que una inflación más firme justificaba un tipo de interés más alto, mientras que la incertidumbre sobre el importante ajuste realizado hasta la fecha justificaba un ritmo más lento de subidas en el futuro. Con una inflación tan alta y un mercado laboral que se mantiene, ha sido fácil para Powell mantener la línea del comité en general, como lo demuestra el discurso agresivo de la Reserva Federal en las últimas semanas”, sostienen.
Para Brad Tank, Chief Investment Officer -Fixed Income en Neuberger Berman, gran parte de los datos de inflación del 10 de noviembre fueron alentadores. Según resume, aunque la inflación de la energía volvió a subir, y podría seguir siendo volátil debido a la incertidumbre en torno a los focos geopolíticos y a las políticas sobre COVID-19 de China, la inflación de los alimentos ha empezado a registrar signos de desaceleración.
“A pesar de los signos esperanzadores de que los índices de inflación están tocando techo, lo que sugiere que la ampliación de los aumentos de precios podría estar llegando a su límite, es notable que los precios de muchos artículos que suelen mostrar una inflación de alta persistencia siguen siendo altos y continúan subiendo. Esto parece reflejarse en un reciente repunte de las encuestas sobre las expectativas de inflación a largo plazo de los consumidores, y en los sólidos datos de las ventas minoristas en los Estados Unidos del pasado miércoles”, argumenta.
En el caso de la zona euro, el Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA) de la Unión Económica y Monetaria sorprendió a la baja y se situó en el 10% interanual desde el 10,6% interanual de octubre. La mayor parte del descenso provino de la energía: -1,9% m/m; 34,9% interanual desde el 41,5% de octubre. “La inflación de la eurozona en noviembre se ralentizó hasta el 10% desde el 10,6% de octubre gracias a la bajada de los precios de la energía, que junto con los precios de los alimentos siguen siendo el principal motor de la inflación de la eurozona. La presión de la inflación subyacente, que excluye los precios de los alimentos y la energía, se mantuvo sin cambios en el 5%. El aumento de los precios de los servicios se ralentizó en noviembre, y la inflación de los bienes, excluidos los alimentos y la energía, se desaceleró pero siguió siendo inflacionista. El último informe sobre la inflación alimenta la esperanza de que la inflación haya tocado techo en la eurozona, lo que permitiría al BCE reducir el ritmo de las subidas de los tipos de interés”, afirma David Kohl, economista jefe de Julius Baer.
Pese al buen dato, Hugo Le Damany y François Caba, economistas de AXA IM, no se muestran muy convencidos de que estas tendencias desinflacionistas vayan a permanecer . “La inflación subyacente se mantiene en el 5% interanual, aunque es demasiado pronto para indicar un giro decisivo en las perspectivas de inflación. Teniendo en cuenta los escasos detalles disponibles, creemos que está ligeramente sesgado por factores estacionales”, apuntan.
Por último, en el caso de Latinoamérica, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha alertado sobre el riesgo que supone la inflación para la región de Latinoamérica y ha aumentado sus proyecciones de inflación al 4,6% al final de este año con respecto al informe del pasado abril y al 9,5% la de 2023.
Según Europa Press, entre los motivos expuestos, el FMI ha destacado el repunte de la demanda y el efecto que la guerra de Ucrania ha tenido sobre los precios de la energía y los alimentos. No obstante, el director en funciones del departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Nigel Chalk, ha resaltado la «rápida respuesta» de las autoridades monetarias de la región frente al aumento de la inflación, mucho antes que en otras economías, lo que ayudó a contener las presiones en los precios y a mantener ancladas las expectativas inflacionarias a largo plazo. «Pero la inflación sigue siendo elevada», ha recordado.
Mirando a 2023
En opinión de Mauro Valle, director de Renta Fija de Generali Investments Partners, la inflación debería empezar a descender a principios de 2023, aunque advierte de que la velocidad del descenso es incierta. “En el caso (central) de un techo de la inflación en los próximos meses y un posterior descenso, el BCE probablemente tendrá que seguir subiendo tipos, pero en los primeros meses del próximo año tendrá que hacer una pausa. Por tanto, aunque los rendimientos actuales no reflejen el pico de inflación, el nivel de compensación ofrecido por los riesgos empieza a ser positivo”, añade.
Por su parte, Luca Paolini, estratega jefe de Pictet AM, recuerda que hay que tener en cuenta que el próximo año va a ser de estancamiento, sin apenas crecimiento en economías desarrolladas, 0,4% en EE. UU. y 0,2% en la Euro Zona, un año de recuperación muy lenta, muy suave la segunda parte. Y advierte: “La inflación volverá a un nivel casi normal para finales de año, aunque todavía por encima de la tendencia: 4,5% en EE. UU. y 5,9% en la Euro Zona. Esta disminución tendrá lugar con la menor demanda, menor empleo y menores costes del transporte, que ya ha estado disminuyendo significativamente. La inflación de precios de producción se está reduciendo y los precios de materias primas, petróleo, gas natural e incluso agrícolas han bajado. Además, es previsible en EE.UU. una disminución de los alquileres, aunque con retraso respecto a los precios de la vivienda”, argumenta.
Por último, este análisis lo cierra Alexander Dominicus, gestor de carteras en Mainfirst, quien se muestra optimista y considera que la inflación ya ha tocado techo y que tenderá lentamente a la baja durante los próximos doce meses por dos razones. “Observamos que los precios de las materias primas ya están bajando desde hace varios meses. Normalmente, la subida o bajada de los precios de las materias primas repercute en la inflación con un desfase temporal”, señala en primer lugar.
A lo cual añade un segundo argumento: “Esperamos una relajación gradual de los problemas de la cadena de suministro y, dado que los precios están determinados por la oferta y la demanda, un aumento de la oferta tendría un impacto negativo en los precios y la inflación. Además, vemos un debilitamiento de la economía. Un menor crecimiento económico conduce a una disminución de la demanda de bienes y servicios y, por tanto, también afecta a los precios y a la inflación. Por último, el efecto base también debería reducir el alcance de las tasas de inflación, por lo que vemos una normalización gradual pero lenta de las tasas de inflación en el transcurso de 2023”.