Cuando se presentaron las perspectivas anuales, las gestoras advirtieron en sus informes que los bancos centrales tendrían un gran protagonismo este año y viendo lo ocurrido ayer, sin duda, no se equivocaron. Según destacan los analistas de Banca March, en consecuencia, el dinero volvió a la bolsa y a los bonos, en una sesión volátil y con la atención centrada en la subida de 75 puntos básicos anunciada por la Fed y por las conclusiones de la reunión de emergencia del BCE.
“Esta mañana las bolsas europeas abren con caídas superiores al 1% mientras que los futuros del S&P se giran al rojo, probando el rebote de ayer como efímero. La actividad de los bancos centrales no cesa, por otra parte, y el Banco de Suiza ha anunciado esta mañana, de forma inesperada, un incremento de 50 puntos básicos en el precio del dinero, desde el -0,75% hasta el -0,25%, en su respuesta a la espiral de precios. La subida es la primera registrada por el banco helvético en 15 años”, indica en su informe diario Banca March.
Si rebobinamos un momento, destaca que ambas instituciones monetarias lo que buscaron ayer fue, en última instancia, ganar credibilidad. “En esencia, lo que la Reserva Federal promete es una serie de subidas de tipos más rápidas hasta un valor terminal de casi el mismo precio que los futuros de fondos federales. Trató de dar un giro positivo al crecimiento para anclar las expectativas entre los hogares, centrándose en un mercado laboral todavía fuerte, pero sus previsiones han sido revisadas a la baja”, señala Sebastien Galy, Macro Strategist de Nordea Asset Management.
En su opinión, la Reserva Federal puede estabilizar realmente las expectativas de crecimiento e inflación y que tardará semanas en averiguarlo, por lo que es muy probable que necesite otra subida de tipos de 75 puntos básicos en la próxima reunión. “Esto es un recordatorio de que en un entorno tan complejo, la diversificación que se encuentra en algunas soluciones flexibles puede ayudar a esperar la próxima fase de inversión cuando veamos una mayor claridad. Ésta debería llegar cuando las expectativas de inflación bajen en todo el mundo, apoyando a la renta fija (por ejemplo, la de grado de inversión) y, finalmente, a la renta variable, una vez que los indicadores adelantados se recuperen, un resultado clásico de la asignación de activos”, añade Galy.
Respecto a la flexibilidad que explicó ayer el BCE, Axel Botte, estratega de mercado de Ostrum AM, filial de Natixis IM, cree que la ruta más probable a seguir es una orientación más explícita sobre el uso de los ingresos procedentes del PEPP. “El BCE puede reinvertir los ingresos de los bonos antes de los repagos en tiempos de estrés en los mercados y apartarse de la asignación ya existente por países”, explica.
El aterrizaje de Powell
Priscila Robledo, experta en temas macroeconómicos a nivel LATAM y Chef Economist de Fintual, reconoce que, a pesar de ser el mayor aumento desde hace casi tres décadas, la decisión de la Fed no fue una sorpresa. “La Fed va a seguir subiendo la tasa de interés. En la próxima reunión, en julio, podría subir 0,75% de nuevo, pero su idea es empezar a bajar el ritmo después de eso, para llegar a tener la tasa cerca de 3,4% a fin de este año”, estima Robledo.
«Esta subida oportunista, que responde exactamente a las expectativas del mercado, plantea un problema de credibilidad. La Fed había comunicado claramente su intención de subir los tipos en 50 puntos básicos en sus reuniones de junio y julio… ¿Cómo podemos entonces dar crédito al mensaje de Jerome Powell cuando indica que no prevé que las subidas de 75 puntos básicos se conviertan en la norma? Al debilitar el alcance de su forward guidance, la Fed se arriesga a mantener una alta volatilidad en los mercados, cuyos ojos estarán aún más centrados en la inflación. Cualquier nueva sorpresa sobre una inflación superior a la prevista contribuirá a alimentar la presión al alza de los tipos», añade Franck Dixmier, director de inversiones global de Renta Fija de Allianz GI.
Además, en opinión de Allison Boxer, economista para EE.UU. de PIMCO, el gráfico de puntos (dot plot) revisado sugiere que es probable que el endurecimiento agresivo de la política monetaria continúe durante las próximas reuniones. “La revisión de las previsiones sugiere que la Fed está empezando a reconocer que una senda más rápida de endurecimiento de la política monetaria se producirá a costa de un crecimiento más lento y un mayor desempleo. La Fed espera ahora que el PIB de EE.UU. crezca un 1,7% en 2022 y 2023, lo que supone un importante descenso respecto al 2,8% y el 2,2%, respectivamente. Además, el gráfico de puntos muestra que la Fed es unánime en su opinión de que el tipo de interés de los fondos debe superar sus estimaciones de neutralidad para finales de año. Sin embargo, solo unos pocos representantes de la Fed esperan que los tipos alcancen un pico significativo por encima de lo que ya se había descontado en los mercados”, afirma Boxer.
Por último, Christian Scherrmann, U.S. Economist en DWS, destaca que la Fed endureció su lenguaje en el comunicado, comprometiéndose a «devolver la inflación a su objetivo del 2%». Y, según su visión, lo hará aunque la victoria tenga un precio: el menor crecimiento. “En general, está claro que la Fed está decidida a recuperar su credibilidad en materia de inflación y a mantener las expectativas inflacionistas bien ancladas con una política monetaria mucho más estricta para volver a adelantarse a la curva. Con la inflación del IPC en un vergonzoso 8,6% y en peligro de subir aún más, la Fed probablemente siente que no tiene otra alternativa. Su reputación se ha visto empañada. Por lo tanto, ahora tampoco tiene otra alternativa que seguir con su orientación hawkish, incluso si el resultado final es una recesión. Las posibilidades de que se produzca siguen en aumento”, argumenta.
El laberinto de Lagarde
A la lista de complicaciones que se enfrenta el BCE, se suma ahora un viejo conocido: las primas de riesgo periféricas. En opinión de Guillermo Santos, socio de iCapital, la institución monetaria intenta anticiparse a un potencial empeoramiento de la situación de los mercados de acciones y, sobre todo, de bonos, ambos muy ligados en estos momentos. “La reunión extraordinaria de ayer, y el mensaje derivado de ella, demuestran la firme voluntad de hacer lo necesario para evitar la tan comentada fragmentación de la UE con la deuda soberana con rentabilidades muy dispares entre los países de la Eurozona. Es normal que, por fundamentos económicos y solvencia, haya países como Italia y España cuyos costes de financiación sean más altos que los de Alemania. Pero no es comprensible ni aceptable que esos sobrecostes se disparen sin causa objetiva, sino tan solo por el nerviosismo del mercado ante el temor a una recesión profunda en la que los países más débiles económicamente y con mayor peso de deuda sobre PIB lo pasarían mal”, explica el experto.
Para Anna Stupnytska, economista macro en Fidelity International, el BCE parece estar dispuesto, últimamente, a permitir que se fije una prima de riesgo en los diferenciales, elevando el umbral de tolerancia tras la pandemia. “Que las reinversiones del PEPP resulten efectivamente suficientes para evitar la fragmentación depende, ante todo, de la rapidez de los movimientos. Sin embargo parece inevitable, teniendo en cuenta los ejemplos de episodios de estrés anteriores y la función de reacción del BCE, que los mercados sigan poniendo a prueba la determinación del BCE hasta que se lance una nueva herramienta, tanto si se acaba utilizando como si no. Los inversores han querido saber si el BCE sigue en pie y hoy hemos tenido un anticipo: está vivito y coleando”, indica Stupnytska.
En opinión de Olivier de Berranger, director de inversiones y director de gestión de activos de la gestora francesa La Financière de l’Echiquier, la estrategia del BCE estaba condenada directamente al fracaso. Según explica, «el control de los diferenciales entre los países periféricos y los centrales se había realizado durante años mediante los diferentes programas de compra de activos, como el APP o el PEPP. El anuncio de subir los tipos en julio genera cierto temor en el mercado, ya que podría no haber instrumentos a mano para controlar los diferenciales. Por ejemplo, el rendimiento de la deuda italiana a 10 años subió al 4,19% este martes, teniendo en cuenta que la subida de tipos todavía no es efectiva. Esta reunión pone de manifiesto que el BCE no tolerará una nueva fragmentación de la zona euro, similar a la de 2011 y 2012. Se está diseñando una nueva herramienta, pero tendremos que ver cuáles son los detalles de este instrumento y cómo se implementará.”