Hoy se cumple el primer aniversario del referéndum en Reino Unido que se saldó con un voto afirmativo al Brexit. Un voto a favor de la salida de Reino Unido de la Unión Europea que aquel 23 de junio de 2016 sorprendió totalmente a los mercados. Tras el susto inicial -las bolsas no habían descontado un escenario así, lo que provocó fuertes caídas en renta variable, borrándose en dos días las subidas de la semana previa a la votación, junto a una caída del 10% en la libra-, los inversores ya se han hecho a la idea y ahora todo el debate y las expectativas se centran en la negociación de las condiciones para la salida británica de la UE, lo que plantea numerosas inquietudes sobre cómo afectará a las economías, al comercio y a las inversiones en Europa, y sobre todo, en Reino Unido.
“Después de un año, el Brexit y las consecuencias económicas para el Reino Unido siguen estando en el foco de atención», dice Jim Leaviss, jefe del Equipo de Renta Fija minorista de la gestora británica M&G. Al hacer balance, el experto se fija sobre todo en dos consecuencias de la votación favorable el Brexit: la caída de la libra y el auge de la inflación, tendencias que podrían seguir en los próximos meses. «Una de las consecuencias inmediatas de aquel día fue la caída de la libra esterlina, que se mantiene en un valor inferior al que le correspondería y que se ha convertido en el principal impulsor de la inflación”. Así, la inflación es ahora de las principales preocupaciones, ya que ha pasado del 0,3% en el momento del referéndum al 2,9% de los últimos meses, una subida que empezarán a notar los consumidores británicos, advierte Leaviss.
Con todo, y pese a la subida de la inflación y la caída de la libra, según explica Borja Rubio, de Orey Financial, en general la evolución de los principales indicadores macroeconómicos está siendo positiva tras el Brexit. “El Banco de Inglaterra (BoE) actúo con rapidez el pasado verano, bajando en 25 puntos básicos los tipos de referencia y dando un mensaje de tranquilidad a los mercados. La tasa de paro se sitúa en mínimos, manteniendo un crecimiento anualizado del PIB estabilizado sobre el 2% y sin incrementar el déficit exterior”, afirma.
De hecho, tranquiliza sobre la evolución de la inflación: “Precisamente esta semana Mark Carney, gobernador del BoE, declaró que el crecimiento de los salarios y de los precios es anémico y esto no supone una prisa para subir los tipos, como se estaba empezando a especular tras la última reunión ordinaria del BoE”, matiza.
¿Y en los mercados?
En los mercados, el Brexit ha sido el principal factor de volatilidad para los fondos de Lipper Thomson Reuters, por encima de otros eventos como la crisis en el precio de las commodities o la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos en noviembre del año pasado. Así lo recoge la firma en el siguiente gráfico, que explica muy bien cómo ha evolucionado la volatilidad de los principales grupos de fondos británicos, a corto plazo, ante los principales acontecimientos políticos.
“Las últimas elecciones en el Reino Unido se han traducido en un ligero repunte de la volatilidad de los fondos de renta variable del país. Sin embargo, en el contexto de los acontecimientos recientes, el voto real de Brexit y después las elecciones de los Estados Unidos de noviembre fueron mucho más significativos. Incluso el sector de fondos de small y midcaps de Reino Unido, más volátil, sólo ha visto un repunte comparativamente modesto en la volatilidad desde las elecciones británicas, en comparación con lo ocurrido con el voto del Brexit”, señala Jake Moeller, responsable de Análisis en Reino Unido e Irlanda en Thomson Reuters Lipper.
El balance: confianza en la bolsa y deuda de Reino Unido
Haciendo balance de cómo ha sido este primer año tras el sí al Brexit en los mercados, se puede observar que la situación ha cambiado mucho, tras un 23 de junio de 2016 en el que los inversores empezaron a buscar refugio en el oro –metal que disparó su precio hasta el 7,5%– y dejaron de lado las bolsas (el mercado europeo cerró una sesión fatídica, siendo la bolsa británica la que paradójicamente menos cayó).
Un año después, el principal índice de la bolsa de Londres (FTSE 100) se ha revalorizado en más de un 25% desde el día del referéndum. “Esto evidencia que los inversores, principalmente de fuera del Reino Unido por el efecto divisa, han continuado comprando compañías con residencia británica, sin penalizar las posibles limitaciones de libre circulación de bienes y servicios entre el Reino Unido y la Unión Europea que se puedan derivar de un de un Brexit duro”, explica Rubio.
Los inversores también han continuado confiando en la deuda británica, como activo refugio, pese a que se observa un apalancamiento de la misma al reducirse las tires en todos los vencimiento de su deuda. Según los datos que señalan desde Orey Financial, se ha reducido la rentabilidad del bono británico a 10 años en 50 puntos básicos, hasta posicionarlo en el 1% actual.
La lectura que hace Rubio de este escenario pone el foco no en lo que ocurre ahora, sino en lo que está por llegar. “En general, por el momento los efectos están controlados, pero aún queda un proceso largo de negociación política, en el cual podría haber mayores consecuencias para la economía británica”, advierte.
El futuro para Reino Unido
Ahora lo relevante son los dos años de negociación que la primera ministra, Theresa May, tiene por delante; eso sí, con un escenario muy diferente tras el resultado de las últimas elecciones, adelantadas, celebradas el pasado 8 de junio. De esas negociaciones dependerá en gran parte el futuro económico de Reino Unido.
Desde M&G Investments explican que las nuevas relaciones comerciales serán clave para el crecimiento y la productividad británicas: “A largo plazo, creo que los efectos del Brexit dependerán en gran medida de las relaciones comerciales. Y lo que es más importante, si se aumentasen las barreras comerciales, ello lastraría el crecimiento y la productividad a medio y largo plazo”, advierte el gestor.
Porque, en la actualidad, considera que el crecimiento se está ralentizando: «En vista de la debilidad en las ventas minoristas, en el precio de la vivienda y en los salarios ajustados a la inflación, el dinamismo del crecimiento económico británico se está disipando a medida que avanza el año”, comenta.
En este entorno, considera que las políticas del nuevo Gobierno conservador, más debilitado ahora, aplique menos medidas de austeridad y de ajuste presupuestario en el futuro, aunque no se prevé aún un aumento significativo en la emisión de deuda pública. Y eso podría dañar el rating crediticio del país: “Es probable que el objetivo de reducir la ratio endeudamiento/PIB británica se mantenga durante los próximos años; sin embargo, las agencias de calificación están empezando a inquietarse, por lo que cada vez es más posible que la calificación crediticia del Reino Unido sufra más revisiones a la baja”.