A raíz del episodio de estrés financiero registrado en los mercados desarrollados tras la crisis del estadounidense Sillicon Valley Bank –que derivó en el colapso de Credit Suisse–, los actores de la industria a nivel global están atentos a señales de contagio y debilidad en sus bancas locales. Chile no es la excepción.
En una presentación reciente ante la Comisión de Hacienda del Senado, la presidenta de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), Solange Berstein, indicó que pese a que los eventos de algunos bancos estadounidenses han tensionado los mercados internacionales desde principios de marzo, el sistema bancario chileno tiene fortalezas relevantes en su marco regulatorio.
Esto incluye la aplicación de los estándares de Basilea III para todos los bancos que operan en el país, a diferencia de EE.UU., que no los aplica a los bancos regionales, donde se originó la situación.
A la fecha, reportó la CMF, «el financiamiento de la banca local no muestra signos de tensión». Y a la par, las tasas, los plazos y los flujos diarios de depósitos a plazo «muestran sólo cambios acotados».
El monitoreo permanente de la industria, destacó el ente regulador, incluye la medición del índice de cobertura de liquidez, la estabilidad del financiamiento de largo plazo y la concentración de depósitos, que podrían hacer retiros de volúmenes importantes en un corto plazo.
Analizando estas variables, el regulador local destacó que “todos los bancos del sistema cumplen con holgura”.
“Los bancos muestran holguras de liquidez y solvencia, con niveles de capital que les permiten absorber pérdidas significativas sin poner en riesgo al sistema”, destaca la presentación de Berstein.
Eso sí, aunque la CMF da una evaluación positiva a las fortalezas del sistema, es importante seguir perfeccionando continuamente el marco de regulación y supervisión de la banca.