La última edición del ranking ESG por países de Robeco SAM abarca por primera vez este período sin precedentes en que la pandemia ha afectado a millones en todo el mundo. Refleja el desempeño ambiental, social y de gobernanza (ASG) de 150 países, lo que lo convierte en el estudio de sostenibilidad más completo de su clase.
“La aparición y expansión de la pandemia del coronavirus demuestra con cuanta rapidez puede un riesgo regional convertirse en una crisis mundial con graves consecuencias humanitarias, económicas, financieras y políticas”, explica Max Schieler, Analista IS senior de RobecoSAM y autor del informe.
“El COVID-19 también sirve de recordatorio de que, en el mundo actual estrechamente interconectado, hace falta un buen análisis de factores ASG para una valoración integral de la vulnerabilidad y solidez intrínseca de un país. Los países con puntuaciones ASG elevadas han sido más capaces de contener el virus, mientras que las puntuaciones ASG bajas se asocian con cargas virales mayores y medidas de contención menos eficaces”, añade.
Ganadores y pecadores
Entre los países mejor clasificados con una puntuación ASG de 8 sobre 10 ó superior, once son europeos; Nueva Zelanda es el país mejor clasificado fuera de Europa. Junto con Japón, EE. UU. constituye una llamativa ausencia de los primeros puestos, cuya puntuación de sostenibilidad no ha dejado de resentirse con Donald Trump. Se situa en el puesto 16º. Singapur mantuvo su posición como el primer país de mercados emergentes.
Argentina y Arabia Saudí protagonizaron sendas subidas, inesperadas, en el período. Tras unas amplias reformas, Argentina ha hecho, según el informe enormes avances para adoptar energías renovables, así como para erradicar la corrupción. El ranking de Arabia Saudí subió por la mejora de los derechos de la mujer, de forma que el Banco Mundial la incluyó entre los principales países que este año han mejorado en igualdad de género.
Los 22 países peor clasificados, con una puntuación ASG de 4 sobre 10 o inferior, son todos mercados emergentes del hemisferio sur, con muchos países africanos entre los peores clasificados. Las dos principales potencias económicas del continente, Sudáfrica y Nigeria, ocupan los puestos 89 y 135, respectivamente.
China, puesto en el 91, mantiene un ranking relativamente bajo, mientras que India ocupa el puesto 108.
Brasil es uno de las grandes retrocesos del ranking, debido, como explica el informe, a los continuos incendios en la selva amazónica sufridos con el presidente Bolsonaro, que niega el cambio climático. “Además, por la equivocada respuesta del gobierno ante el COVID-19, Brasil se ha convertido en epicentro del virus, y el daño sanitario y económico derivado será mucho mayor del que podía haber sido”, según Schieler.
Espiral bajista en EE. UU.
EE. UU. también sigue inmersa en una espiral bajista, con una puntuación en continua caída en los tres aspectos ESG, y eso sin incluir los últimos disturbios civiles en los datos. El informe aduce que, aparte de tener la mayor tasa de fallecimiento e infección por el virus del mundo, el país también ha registrado un enorme declive en las condiciones sociales, con la derogación de muchas avanzadas leyes ambientales.
Schieler afirma que, pese a unas puntuaciones de gobernanza y perfil elevadas, EE. UU. se ha quedado rezagado en términos de gestión de la crisis del COVID-19. “Dado el historial de la presidencia de Trump, dicho resultado no es sorprendente. Al contrario que otros países, la administración Trump restó durante mucho tiempo importancia al virus, y nunca adopto medidas preventivas.”
“Además, también ha dificultado los intentos por contener la crisis, primero con su negativa y desprecio de los datos científicos, y luego ignorando los avisos iniciales de las autoridades sanitarias y otros expertos.”
Las democracias son mejores
El informe afirma que, en general, las democracias han combatido mejor el virus que los regímenes autoritarios. “La dura respuesta de China a la pandemia y su éxito en reducir la expansión del virus ha dado pie a la idea de que los regímenes autoritarios cuentan con ventaja a la hora de lidiar con tales crisis”, añade. “Los países democráticos han respondido de distintas formas, con prontitud y contundencia a veces, o de forma tardía, reticente y parcial.”
“No obstante, hay pocas pruebas de que un régimen político autoritario habría estado mejor preparado para gestionar la pandemia; de hecho, los datos prueban lo contrario. De los países que mejor han gestionado la crisis, la mayoría son democracias.”
“La reticencia de muchos gobiernos a responder con prontitud refleja el respeto a la autonomía individual de sus ciudadanos y a la gestión regional, en lugar de ignorancia o ineptitud ante la crisis.”
No todo es atención sanitaria
También es importante no fijarse solo en los servicios de atención sanitaria de un país. En general, los datos muestran que a los países con mayor dimensión social y un compromiso más claro con el buen gobierno les ha ido mejor que a los gobernados por líderes populistas.
Schieler puntualiza: “En esta crisis, centrarse solo en el sistema sanitario resulta insuficiente para evaluar el aguante de un país y su capacidad para afrontar una crisis sanitaria de tal envergadura y rapidez”.
“Entre los más castigados se encontraron países con niveles altos de gasto sanitario. Además, al margen de un nivel de vida saludable, el buen gobierno desempeña un papel importante en la capacidad de un país de proteger la salud pública, reducir los efectos económicos y mitigar los trastornos sociopolíticos.”
“Al final, el coronavirus constituye un poderoso recordatorio de por qué la A, la S y la G son igualmente esenciales a la hora de evaluar los riesgos y oportunidades de inversión de un país”, concluye.