El petróleo acumula una racha de subidas que ha roto un periodo de relativa calma. De continuar, tendría implicaciones tanto en la economía como en las estrategias de inversión de los gestores. El barril de West Texas cotiza a 79 dólares, más que los 67 de hace un mes, mientras que el Brent, de referencia en Europa, alcanza ya los 83 dólares, frente a los 72 a los que llegó a cotizar en junio.
Francisco Blanch, responsable global de materias primas y derivados de Bank of America, apunta como causas de este despegue a varios factores. El aumento de los tipos de interés en todo el mundo «ha frenado la demanda agregada global y el crecimiento del consumo de petróleo»; además, la OPEP ha puesto en marcha una nueva estrategia proactiva para frenar los suministros antes de un posible colapso en los precios del petróleo. A lo que se suma, «como tercera pata»una salida de China de la pandemia más débil de lo esperado debido al lastre de la industria y el sector inmobiliario. Además, Rusia ha producido más petróleo de lo esperado en el mercado marítimo este año gracias a una cierta relajación de las sanciones por la guerra de Ucrania.
Pero Blanch cree que las actuales alzas van a continuar ante los recortes de producción implementados por la OPEP y sus aliados, «bastante significativos en los últimos meses», según el experto. Además, Rusia ya cuenta con incentivos para reducir el bombeo de crudo: la guerra en Ucrania está creando grietas significativas en las cadenas de comando militar y como resultado, Rusia ahora se está tomando en serio la reducción de las exportaciones, lo que supone una menor oferta de petróleo en el mercado.
Por tanto, reitera su pronóstico de precio promedio de Brent de 90 dólares por barril para 2024, «aún así, el aumento de la capacidad de la OPEP podría actuar como un límite a los precios del petróleo, mientras que los riesgos de recesión económica global no han desaparecido». Eso sí, recuerda que un aumento en los precios de las materias primas «podría reavivar la preocupación por más alzas de tipos de interés y reiniciar la batalla entre el petróleo y el cash».
Para Noah Barrett, analista del Equipo de Energía y Suministros Públicos en Janus Henderson, las recientes medidas de la OPEP y sus aliados, con Arabia Saudí a la cabeza, han tratado de impulsar los precios «mediante una serie de recortes voluntarios coordinados de la oferta que deberían servir de apoyo a los precios del crudo», pero matiza que los inventarios mundiales tardarán en reflejar estos recortes de la oferta. Por el lado de la demanda, Barrett apunta a que China sigue siendo la zona más vigilada del mercado, ya que la esperada recuperación de la demanda en el país «ha tardado en materializarse», aunque considera que el eventual tirón de la demanda de China es una dinámica de «cuándo», no de «si».
En general, el experto sigue «convencido de que veremos una reducción constante de los inventarios hasta la segunda mitad de 2023 y, en ausencia de una recesión mundial sincronizada, la demanda de petróleo seguirá siendo lo suficientemente saludable como para impulsar los precios al alza desde los niveles actuales».
Norbert Rücker, Head Economics and Next Generation Research de Julius Baer, reconoce que la calma que vivía el precio del crudo le sorprendió, pero ahora ve razones para que aumente la volatilidad en este mercado. Para Rücker, los niveles de almacenamiento de petróleo en el mundo occidental siguen en gran medida las pautas estacionales y no muestran ni un endurecimiento ni una relajación pronunciados. Por otra parte, según el experto, el consumo en el mundo occidental y en China ha sido elevado durante algunas semanas debido a la temporada estival en Estados Unidos y a la reapertura china, «pero hasta ahora no se ha notado de forma pronunciada ningún efecto de estrechamiento de la oferta». El experto, con todo, alerta de fragilidades y tensiones existentes en el crudo y, para ajustarse a las tendencias de los fundamentales del petróleo, ha recortado su precio objetivo a corto plazo hasta los 75 dólares por barril.