Junto con otras dos monedas (peso chileno y real brasileño), el peso mexicano ha proporcionado relativa estabilidad a la economía de esta parte del mundo, marcada en otras épocas por violentas devaluaciones que golpearon el desempeño económico y condenaban a Latinoamérica al bajo crecimiento, así como al incremento de la pobreza y la desigualdad. Es un pilar para la economía regional por su cercanía con la mayor potencia global; sólo la divisa china supera en monto al peso entre las monedas emergentes más negociadas del planeta.
Esta situación no es fruto de la casualidad. Para entender lo que hoy sucede con el peso mexicano es necesario remontarse a otras épocas, 30 años atrás y más, cuando la constante de la divisa azteca era la devaluación y la volatilidad cambiaria, que invariablemente impactaban en la que hoy es la segunda mayor economía latinoamericana, y en el resto de la zona.
“Error de diciembre”, el shock y el principio del fin
El 21 de diciembre de 1994 el país se sacudía con una noticia, el Banco de México (Banxico) anunciaba que abandonaba la “banda de flotación” que mantenía al tipo de cambio atado a niveles predeterminados fijados precisamente por el instituto monetario. En otras palabras, Banxico anunciaba la devaluación del peso ya que al abandonar la “banda de flotación” el tipo de cambio se determinaría libremente en el mercado.
La devaluación fue brutal, ese mismo día el tipo de cambio pasó de 3,11 pesos a 3,90 pesos por dólar, una caída para el peso de 25,40%. El desplome fue incontenible y para marzo, es decir tres meses después, el tipo de cambio ya cotizaba en 5,75 pesos por dólar, con una devaluación de casi 85%, y un año después de la gran devaluación la cotización del peso estaba en niveles de 7,25 unidades por dólar.
Los efectos de la devaluación no se limitaron al tipo de cambio ni a la política, eso hubiera sido lo menos dramático: el impacto en la economía fue devastador
Este episodio de la historia económica de México fue conocido después popularmente como “el error de diciembre”, ya que precisamente en diciembre de 1994 había ocurrido el cambio de gobierno federal con la llegada a la presidencia de Ernesto Zedillo Ponce de León, en sustitución de Carlos Salinas de Gortari.
Los efectos de la devaluación no se limitaron al tipo de cambio ni a la política, eso hubiera sido lo menos dramático, el impacto en la economía fue devastador, especialmente por el incremento de las tasas de interés que arrasaron todo.
En diciembre de 1994 la tasa de los Certificados de la Tesorería de la Federación (Cetes), que en ese entonces era principal referencia para la economía mexicana, se había ubicado en niveles mínimos de 7,75% anualizado; pero 12 meses después de la devaluación del peso ya estaba en 80%, más de 10 veces superior al mínimo previo.
Los créditos se volvieron impagables por el hecho de que estaban cotizados y pactados con tasa variable y su costo se multiplicó, el impago generalizado llevó al sistema bancario a la quiebra y obligó al gobierno federal a operar al rescate de las mismas instituciones, con recursos públicos. Esto provocó el episodio conocido como “Fobaproa”, por el nombre del organismo público que adquirió todas las deudas bancarias para gestionar su recuperación.
La sacudida mundial de “la crisis del tequila”
La economía mexicana se sumió entonces en la peor crisis de su historia, hasta la fecha no hay un referente similar, nada de lo acontecido posteriormente ha destruido tanto a México en términos como lo sucedido con la devaluación del peso de diciembre de 1994, la gran devaluación.
El impacto regional fue igualmente grave, Latinoamérica recibió de una u otra manera los coletazos de la crisis mexicana conocida en el exterior como “la crisis del tequila”.
La crisis mexicana desató una estampida de inversiones en Latinoamérica por temor al contagio; la salida de capitales de la región fue de tal magnitud que de acuerdo con cifras de la época del Fondo Monetario Internacional (FMI) la deuda externa de la región pasó de 84.000 millones de dólares en 1994 a 512.000 millones al cierre de 1997 ante la demanda de recursos que se experimentó para resarcir los flujos que salieron, atraídos también por el aumento de la tasa de la Fed, que precisamente a mediados de 1994 había iniciado una campaña alcista para contener la inflación.
Los países más afectados por la pérdida de atractivo ante el aumento de las tasas de la Fed y la “crisis del tequila” fueron Venezuela, Brasil, Chile, Argentina y Colombia. Pero otras naciones también lo padecieron porque sus propias crisis internas previas se profundizaron: Perú, Guatemala, Ecuador y Honduras, entre otros, fueron impactados. Incluso el dólar pasó por un periodo de debilidad ante la posibilidad de que México cayera en moratoria con los bancos internacionales. Al final, un rescate de última hora por 20.000 millones de dólares autorizado por el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, en uso de sus facultades ejecutivas, le permitió a México no caer en la moratoria.
Sin embargo, la libre flotación poco a poco corrigió la debilidad estructural del país, junto con otro factor determinante que ya existía antes de la devaluación pero que igualmente requería tiempo para mostrar sus efectos benéficos.
La autonomía de Banxico, un antes y un después
La política de libre flotación fue un cambio muy importante en la economía mexicana porque logró de alguna manera desligar la evolución del tipo de cambio de la situación económica después de una era de shocks generados por devaluaciones constantes.
“La autonomía de Banxico les quitó a los políticos la manipulación del tipo de cambio y junto con la libre flotación permitió que el mercado fijara el precio de este indicador, esencial para la economía del país, con criterios de mercado: nivel de tasas, PIB, inflación, etc; esto le inyectó credibilidad a la economía y certeza para los capitales globales”, comentó Jorge Gordillo Arias, director de análisis de CI Banco.
Efectivamente, todo cambió porque el gobierno ya no pudo financiarse y se orilló a que el tipo de cambio se volviera un precio de mercado, de libre oferta y demanda, sin repercutir en nada las finanzas públicas del país. El tipo de cambio no deja de ser un termómetro de lo que sucede a nivel nacional y global, pero eso es precisamente la virtud de la libre flotación, los choques son apreciatorios o depreciatorios al reflejar las condiciones de la economía.
Hoy la libre flotación sirve más bien como un factor de despresurización a los choques del comercio exterior, es una válvula de ajuste.
Peso mexicano, la divisa latinoamericana más negociada del mundo
Si existiera alguna duda sobre la relevancia del peso en los mercados cambiarios globales, y en consecuencia respecto a su papel como uno de los baluartes monetarios de Latinoamérica, basta ver las cifras para constatarlo.
Actualmente la divisa mexicana es la décimo sexta moneda más negociada en el planeta; según cifras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se negocian diariamente en los mercados globales 114.000 millones de dólares que están relacionados con cruces del peso en diversas monedas, aunque el dólar tiene un porcentaje preponderante. Solamente la moneda de China supera en monto operado al peso mexicano.
Asimismo, cifras del Banco de México señalan que en los mercados locales diariamente se transaccionan alrededor de 30.000 millones de dólares, aproximadamente el 26%de lo que se intercambia en los mercados del mundo.
Las mismas cifras y datos del BID señalan que el volumen de las transacciones con pesos mexicanos a nivel global aumentó 3% tan solo en los últimos tres años, lo que permitió que la moneda avanzara en el ranking al puesto 16 que ocupa actualmente entre las monedas más negociadas del planeta.
Un factor importante para explicar el nivel de liquidez del peso mexicano, además de la autonomía de su banco central y su evidente cercanía con la mayor potencia global, consiste en el hecho de que la divisa mexicana se puede transar las 24 horas del día, mientras que otras monedas, como el real brasileño, tienen restricciones de horario.
Los datos son relevantes porque hace tres décadas el peso mexicano ni siquiera figuraba en la lista de las 30 monedas más negociadas del planeta.
“Venimos de una era de constantes devaluaciones, de 1000% anual o más, que impactaban con fuerza a la economía del país y también a la región por el papel que nuestro país tiene a partir de la segunda mitad del siglo pasado en Latinoamérica”, señala Jorge Gordillo.
Para Gabriela Siller, directora de análisis en Banco Base, “el peso está en la situación actual después de periodos en los que las autoridades monetarias y políticas cometieron una serie de errores que llevaron a la divisa a ser considerada una de las más débiles y volátiles del mundo”.