Uno de los efectos de la escalada bélica en Oriente Medio con el conflicto entre Israel y Palestina es el despegue del oro. Pero puede que esta fortaleza del último mes se tambalee a medio plazo, después de que la cotización del metal precioso pasase de 1.850 dólares por onza antes de los atentados de Hamas el 7 de octubre a rondar los 2.000 dólares en la actualidad.
Carsten Menke, Head Next Generation Research en Julius Baer, admite que, aunque el despliegue de tropas terrestres por parte de Israel domina las noticias, “esto no altera los escenarios que enmarcan nuestro análisis”. No en vano, observa que los mercados financieros parecen “mirar más allá de los últimos acontecimientos”, para explicar que el reciente repunte del oro está impulsado “más por los operadores especulativos a corto plazo que por los buscadores de refugio seguro”.
El experto sigue creyendo que un escenario de «choque temporal» entre Israel y Palestina “es el más probable, con una probabilidad de alrededor del 65%” y que los temores relacionados con el impacto económico y la inflación derivadas de los precios de la energía “parecen mantener a raya las reacciones en caliente”. Menke, prevé que “el ruido debería acabar por asentarse y la incertidumbre desvanecerse” y, por lo tanto, de momento, los mercados financieros parecen mirar más allá de los últimos acontecimientos, como lo demuestra que los precios del petróleo y el dólar no muestran grandes reacciones, según el experto.
El oro parece ser la única excepción. Pero, aunque los precios superaron los 2.000 dólares por onza al conocerse el inicio de la invasión terrestre, “hasta la fecha no hemos asistido a una huida masiva hacia el oro de quienes buscan refugio”: las tenencias de productos de oro respaldados físicamente, el indicador preferido de la demanda de refugio seguro para Menke, sólo han aumentado ligeramente, mientras que las ventas de monedas de oro acuñadas en Estados Unidos se mantienen muy por debajo de los máximos alcanzados en el pasado.
En torno a los 2.000 dólares por onza, Menke cree que “una operación terrestre duradera en Gaza ya está descontada”, y que el mercado busca el siguiente nivel de escalada. Una nueva subida del precio del oro implicaría un cambio de nuestro escenario de «choque temporal» al escenario de «reversión política», que restablecería las relaciones en la región, a juicio del experto que, con todo, pocos indicios por ahora de que esto vaya a ocurrir. En consecuencia, Menke reconoce que los riesgos que afronta el oro a corto plazo son al alza.
Ben Laidler, estratega de mercados globales de eToro, apunta que la escalada del oro a los 2.000 dólares “ha roto drásticamente la antigua correlación del metal precioso de rendimiento cero con los rendimientos reales y nominales de los bonos estadounidenses, lo que introduce cierta vulnerabilidad a corto plazo para el oro si se enfrían los riesgos geopolíticos”.
No obstante, Laidler, a diferencia de Menke, ve ciertos apoyos para la cotización del oro. Primero, que la incertidumbre de la política económica mundial es elevada y el riesgo geopolítico va en aumento, por lo que ve que esta ‘nueva normalidad’ puede seguir “apuntalando la demanda de oro como refugio seguro y respalda un modesto cambio de paradigma en la correlación tradicional entre el rendimiento de los bonos”.
Además, los dos principales compradores de oro del mundo también son apoyos para el metal precioso. “Los inversores chinos han estado diversificando sus inversiones en su cuestionado mercado inmobiliario local, mientras que la India está entrando en su ‘temporada de compras’, caracterizada por los fuertes festivales. Asimismo, las compras de los bancos centrales han alcanzado niveles récord y constituyen un gran apoyo, con China a la cabeza de esta tendencia: ha aumentado el peso del oro en sus reservas de divisas, que superan el 4% y tienen un valor de 3 billones de dólares, tal y como apunta Laidler.
Los estrategas de DWS se fijan en la inflación en uno de sus últimos análisis sobre el oro, para concluir que, irónicamente, “unos datos de inflación más suaves también podrían resultar favorables” para la cotización del metal precioso, además del contexto geopolítico.
La firma compara el oro con la inversa de las rentabilidades nominales de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años desde 1980. “Según esta medida, al menos, el metal precioso cotiza ahora más o menos donde debería”, concluyen en la firma. En la firma recuerdan que la historia demuestra que no se puede confiar en que el oro cumpla su función de cobertura contra la inflación durante periodos de descensos seculares de la inflación y de los tipos de interés nominales.
«Por ejemplo, el oro perdió más de un 80% en términos reales entre 1980 y 2001, lo que debe tenerse en cuenta al evaluar las perspectivas a medio plazo del precio del oro, si los tipos de interés se mantienen en un nivel elevado durante más tiempo del previsto”, aseguran en DWS. En definitiva, las perspectivas de un final del actual ciclo de subidas y de una recesión “contribuirán a mantener un suelo para el precio del oro”.