La secretaria del Tesoro de los Estados Unidos volvió a ser noticia tras afirmar que una subida de las tasas de interés sería buena para el conjunto de la sociedad. Cada cual interpretará el comentario de la señora Yellen en función de su propia agenda. Quienes temen la inflación lo verán como la confirmación de que nuestros dirigentes ya programaron el regreso de la inflación, puesto que evidentemente perdieron el juicio en materia de política fiscal debido a la pandemia de Covid-19.
En cambio, en Julius Baer interpretamos es algo diferente. Coincidimos en que resulta deseable una reactivación sostenible de las economías de EE. UU. y Europa. Las tasas de interés nulas o negativas son una señal del colapso de los rendimientos del capital y, en última instancia, socavan el sistema capitalista. Por lo tanto, unas tasas de interés y de inflación ligeramente más altas serían una consecuencia bien recibida de un cambio en las tendencias desinflacionistas – o incluso deflacionarias – que han azotado al sistema occidental desde principios de siglo.
A la inversa, una subida de las tasas de interés que compense únicamente el aumento de la inflación podría estar asociada a un escenario de «estanflación». En un contexto de récords en materia de desigualdad social, un aumento estructural de la inflación sin un incremento de la productividad, y por tanto de los salarios reales, afectaría cruel y desproporcionadamente a las rentas más bajas. Resulta interesante comprobar cómo el reciente aumento de la inflación es esencialmente un fenómeno que afecta a EE. UU. También es allí donde el esfuerzo fiscal es mayor.
Probablemente esto no sea una coincidencia. De ello extraemos dos conclusiones. En primer lugar, el mayor riesgo de cometer un error político recae en el ámbito fiscal. En segundo lugar, si la demanda en EE. UU. es realmente demasiado fuerte, dando lugar a un indeseable y permanente aumento de la inflación, es la política fiscal – y por lo tanto el Tesoro estadounidense y la Sra. Yellen – quien tiene la responsabilidad de contener el excesivo impacto de la demanda del sector público sobre la producción de bienes y servicios.
Por nuestra parte, y siempre que la asignación de los planes de inversión del gobierno estadounidense sea eficaz, estimamos que la política económica de la administración Biden para EE. UU. es adecuada. Varias generaciones de inversionistas aprendieron a no luchar contra la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed). Por tanto, el nuevo lema es «No luche contra el Tesoro».