El año 2025 promete traer nuevos aires al mercado financiero brasileño, con una cara distinta al mando del Banco Central de Brasil. A partir de enero, la entidad –guardiana de una de las tasas de interés más altas del mundo– tiene su primer presidente designado por el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva: Gabriel Galípolo, el “niño de oro” de un presidente que ha sido un duro crítico de la entidad. En el mercado, las expectativas son altas. La institución se volvió independiente recientemente, durante el gobierno de Jair Bolsonaro, y la relación que ha mantenido con el ejecutivo es tensa. Desde el inicio de su mandato, Lula y otras figuras prominentes del Partido de los Trabajadores han presionado por una reducción de los tipos de interés, con críticas y acusaciones dirigidas al anterior presidente del banco, Roberto Campos Neto.
En el corazón de estas críticas está la política de tasas altas que prevalece en el país. Al editar esta nota, los tipos de referencia se ubicaban en 11,25%, coronándose como la cuarta tasa nominal más alta del mundo. Sin embargo, los últimos meses, ante la inminente transición en el liderazgo de la institución, la postura se ha suavizado. Galípolo, que se desempeña como director de Política Monetaria del Banco Central desde hace un año y medio, fue designado en agosto para el cargo.
El profesional es bien visto por el mercado, que ya lo mencionaba como posible sucesor de Campos Neto desde hace un tiempo. Al economista ya lo conocían desde hace años, pero su posición anterior al BC, de secretario ejecutivo del Ministerio de Hacienda –mano derecha del ministro, Fernando Haddad–, le abrió un canal de comunicación con el mundo financiero. La dirección del Banco Central también incluye la gestión de ocho directores adicionales.
Críticas desde el gobierno
De cara al cambio de liderazgo en el Central, la gran pregunta del mercado financiero local, especialmente en Faria Lima, es: ¿cederá Galípolo a potenciales presiones del presidente Lula para reducir la tasa de interés? Esto se vuelve especialmente relevante en un momento en que la entidad monetaria reanudó el ciclo de alzas ante la expectativa de un aumento de la inflación. Sin embargo, nadie tiene una respuesta definitiva.
De todos modos, algo es seguro: la relación entre el futuro líder del ente rector y Lula es armoniosa. Ya cuando asumió la Dirección de Política Monetaria del Banco Central, el mandatario dio señales de que podría ser el próximo presidente. “Galípolo es un niño de oro. Si hay un niño de oro, es Galípolo. Es muy competente, de una honestidad incomparable. Obviamente tiene todas las condiciones para ser presidente del Banco Central”, declaró en ese momento.
Meses después, la nominación se concretó y el economista fue designado oficialmente para reemplazar a Campos Neto. Hasta ese momento, la tasa de interés se mantenía en 13,75%, convirtiéndose en un blanco constante de cuestionamientos desde el Palacio de Planalto.
Un cambio de tono convincente
En mayo de 2024, Lula expresó una de sus críticas más contundentes contra el manejo de la institución. “Solo tenemos algo desajustado en Brasil en este momento, que es el comportamiento del Banco Central. Un presidente del BC que no demuestra ninguna capacidad de autonomía, que tiene un lado político y que, en mi opinión, trabaja más para perjudicar al país que para ayudar. No tiene explicación la tasa de interés tal como está”, disparó.
A esas alturas, la entidad ya había empezado a reducir los tipos de interés gradualmente, con recortes de 0,25% y 0,5%. Pero el ritmo se consideraba lento en el Ejecutivo. En una reunión decisiva que causó irritación en el gobierno, la mayoría votó por una rebaja de 25 puntos base, cuando la minoría del gobierno defendía una de 50 puntos base.
Lula también ha dicho que el próximo presidente del BC debería ser “inmune a los nervios momentáneos del mercado”. Declaraciones como esta y las de Gleisi Hoffmann, presidenta del Partido de los Trabajadores, quien sugirió retirar la independencia del BC, aumentaron la tensión en el mercado financiero y generaron críticas sobre la postura del gobierno.
De repente, sin embargo, todo cambió.
En julio, entre un dólar al alza y preguntas sobre el equilibrio de las finanzas públicas, Da Silva manifestó públicamente su compromiso con la responsabilidad fiscal: “Gastamos en educación, en salud, lo que es necesario, pero no malgastamos el dinero. Responsabilidad fiscal no es una palabra, es un compromiso”.
Ese mismo día, el ministro Haddad reiteró la independencia del BC: “La dirección del Banco Central tiene autonomía para actuar cuando lo considere conveniente. No existe otra orientación”. Desde entonces, el gobierno ha dejado sus ataques al ente rector de lado, reforzando que la institución mantendrá su independencia bajo el actual director de Política Monetaria. “Si Galípolo dice que necesita aumentar las tasas, perfecto, que las aumente”, indicó Lula en agosto. Con este telón de fondo, el mercado prevé que los tipos de referencia terminen 2026 en 13%. Si bien persiste la gran duda sobre si Galípolo podrá ejercer su autonomía en un BC donde pronto el gobierno tendrá mayoría en la dirección, el mercado espera que así sea, por ahora.
Inicios en el sector público
Graduado en Economía por la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo (PUC-SP), el futuro presidente del Banco Central de Brasil no pasó desapercibido entre sus profesores. “Tuvo una gran vida universitaria, se involucró fuera del aula, con profesores, debates y colegas. De esa manera desarrolló habilidades interpersonales y de vida. Siempre aprovechó las oportunidades de networking que le ofrecían sus profesores”, recuerda la profesora Cristina Helena de Mello, del Departamento de Economía.
Esa curiosidad académica lo llevó a ambientes de discusión con figuras influyentes del mundo económico, como el expresidente del Banco Central, Persio Arida. Una vez que entró al mundo profesional, inició su trayectoria en la esfera pública. Siendo joven, en 2007, comenzó a trabajar en la Secretaría de Transportes del Estado de Sao Paulo. Poco después, fue promovido a una dirección vinculada a la Secretaría de Economía, donde actuó como director de una unidad de proyectos de concesión. En esa época, tenía apenas 25 años. Poco después, decidió emprender como consultor y fundó Galípolo Consultoría, especializada en infraestructura, abriendo el camino que más tarde lo llevaría al Banco Fator, donde adquirió una amplia experiencia en el sector financiero privado.
Trayectoria en el rubro financiero
El profesional fue CEO del banco entre 2017 y 2021, llegando al cargo después de un breve período como director de Nuevos Negocios. Esto se dio en un momento desafiante para la institución, que enfrentaba pérdidas financieras desde 2013. Durante su gestión, Galípolo trabajó en la reestructuración del banco, coordinando áreas estratégicas como la gestión de activos, seguros, banca corporativa, banca privada y tesorería.
Uno de sus principales logros fue la participación de la compañía en importantes procesos de M&A, como la venta en la Compañía Energética de Sao Paulo (CESP), donde Banco Fator actuó como asesor de la transacción. En esa época, se trataba de la mayor empresa de energía del estado, privatizada por el gobierno de Sao Paulo y adquirida por el Canada Pension Plan Investment Board (CPPIB). Poco después, la firma fue seleccionada por el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) para liderar consorcios en la modelación de la privatización de grandes empresas de infraestructura, como la Compañía Estatal de Aguas y Alcantarillado de Río de Janeiro y una distribuidora de gas en Mato Grosso del Sur.
En 2021, el banco registró una ganancia neta de 2,9 millones de reales (alrededor de 504.400 dólares), revirtiendo la pérdida de casi 30 millones de reales (5,2 millones de dólares) del año anterior. Este resultado positivo fue impulsado por la venta de una correduría del grupo a BTG Pactual. La experiencia de Galípolo en el sector privado, en una institución en reestructuración, le proporcionó una visión práctica sobre la dinámica del mercado financiero y la importancia de los ajustes estructurales para la salud financiera a largo plazo.
Gabriel Galípolo: ¿heterodoxo u ortodoxo?
Fue durante sus años universitarios, en la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo (PUC-SP), que el futuro presidente del Banco Central de Brasil, Gabriel Galípolo, conoció a un economista a quien siempre admiró: Luiz Gonzaga Belluzzo. Una figura destacada entre los heterodoxos brasileños, el profesional trabajó como Secretario de Política Económica en la década de los 90 y en los últimos años ha sido un importante interlocutor del presidente Lula. La cercanía entre Galípolo y Belluzzo, con el tiempo, dio frutos en forma de libros. Juntos escribieron “Manda quien puede, obedece quien tiene pérdida” (2017), “La escasez en la abundancia capitalista” (2019) y “Dinero: el poder de la abstracción real” (2021).
En síntesis, estos libros examinan el capitalismo contemporáneo desde la perspectiva de los países emergentes, argumentando que el sistema económico genera desigualdades y concentra la riqueza y el poder en manos de unos pocos, a menudo en detrimento del bienestar colectivo y las necesidades sociales. ¿Pero significa esto que Galípolo adopta una línea estrictamente heterodoxa? Una pregunta relevante, considerando que ese enfoque provoca cierta resistencia en el mercado brasileño, dadas ciertas experiencias negativas, como el gobierno de Dilma Rousseff –cuando el PIB cayó casi 7% en dos años– o el caso de Argentina.
Para José Márcio Rego, quien fue profesor del banquero central, no es un sesgo cerrado. “No es un heterodoxo ortodoxo. Dialoga”, declaró el académico a la prensa, al ser consultado sobre la posición económica de su exalumno. En esa línea, indicó que el pragmatismo es parte de la esencia de Galípolo, lo que será importante en los próximos meses.