Un cambio en los vientos globales y la consecuente ralentización de la economía regional amenazan la estabilidad de la nueva clase media en la región. Más de 70 millones de latinoamericanos salieron de la pobreza y 50 millones pasaron a engrosar la clase media entre 2003 y 2011, según cifras del Banco Mundial. El progreso se puede atribuir a políticas macroeconómicas sólidas y un contexto externo favorable: los elevados precios de las materias primas y las reformas económicas que lograron estabilizar la inflación y generar empleo, combinadas con actividades políticas sociales, se aliaron para que la clase media se expandiera considerablemente.
Pero ahora, los precios de las materias primas han bajado y el Fondo Monetario Internacional prevé que la economía regional crecerá 0,5% este año y 1,7% el año próximo, impactada por un enfriamiento de la economía china que ha afectado al contexto global.Y el menor crecimiento económico amenaza con revertir los avances de la clase media, clave por su impacto sobre el consumo y también un pilar de la estabilidad política y social.
De acuerdo a un estudio de CAF del 2014 – “La creciente pero vulnerable clase media de América Latina” – muchas de las personas que se consideran de clase media en América Latina en realidad no lo son. Mientras que uno de cada dos latinoamericanos dice ser de clase media, según las estadísticas apenas uno de cada tres cuenta con los ingresos que lo ponen en ese estrato social. Esas son las personas que son particularmente vulnerables ante un cambio en las perspectivas de la economía.
“La clase media es bastante vulnerable. Basta con un crecimiento menor al 2% durante dos o tres años (…) para que la capacidad de generar empleo se vea afectada“, advierte Enrique García, presidente ejecutivo de CAF –banco de desarrollo de América Latina. “El riesgo es que si no se logra un patrón de crecimiento de alrededor del 5% anual, mucha gente que cree ser parte de la clase media va a volver a caer en la pobreza, y eso tiene implicancias económicas, sociales y políticas”, agrega García.
Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) – que considera de clase media a aquellas personas con ingresos entre 10 y 50 dólares al día – a pesar del progreso observado en la última década, alrededor de 216 millones de latinoamericanos siguen siendo vulnerables.“El mayor riesgo es que estas personas vuelvan a caer en situación de pobreza. El empleo que se generó en los años de bonanza fue uno precario. Cerca de la mitad de estas personas no tienen cobertura de seguridad social y están en la informalidad“, dice Eduardo Ortiz, investigador asociado de la división para Latinoamérica del PNUD.
El cambio en el contexto global y sus implicaciones para la región y su clase media fue uno de los temas que abordaron expertos y funcionarios de todo el mundo durante la Conferencia Anual de CAF, organizada junto a la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Dialogo Interamericano en Washington el 9 y 10 de septiembre.
Peter Hakim, presidente emérito del Diálogo Interamericano, también alerta sobre la falta en la región de una red de seguridad social sólida, como la que existe en muchos países desarrollados.“Históricamente, América Latina ha carecido de una red de apoyo en términos de seguridad social, pensiones, cuidado médico. Entonces, cualquier problema económico crea niveles de incertidumbre, precariedad“, señala.
A este escenario se suma también la agudización de la desaceleración económica en China, el principal comprador de las materias primas que consume la región. El impacto se sentirá de forma distinta a lo largo de los países de la región, pero todos sufrirán las consecuencias a través de un menor consumo y una menor inversión, sostiene Hakim.Brasil, el gigante regional, atraviesa una recesión y una crisis política que ha colocado fuertes interrogantes sobre la solidez de su clase media.
“Brasil, Argentina y Venezuela están creciendo menos que hace dos o tres años. Si a eso le sumas México, que crece lento, ya tienes casi el 70 por ciento de la población latinoamericana en apuros”, afirma. Uno de los retos pasa entonces por encontrar otro motor para la economía regional. “Si la clase media tiene menos ingresos va a bajar su consumo y también va a haber menos acceso al crédito. Me preocupa también el nivel de deuda“, indica. Este cuadro ya está complicando la situación social en algunos países, en los que se han registrado recientemente protestas sociales.
“Un riesgo en este momento es que el crecimiento de los últimos años que sacó a millones de personas de la pobreza y las llevó a la clase media ha generado que esa gente tenga expectativas y ambiciosas muy diferentes a las que tenía hace 15 años“, dice García.
Entonces, ¿cómo puede la región prepararse mejor para este nuevo contexto? Para García, además de un crecimiento más robusto hace falta poner en marcha una transformación productiva. “El tema es cómo compartir el crecimiento estable, hacerlo más equitativo, porque nuestra región es todavía una de las regiones con mayor desigualdad del mundo. Esto debe vincularse con el tema productivo. Ahí entran temas centrales, como un sistema educativo incluyente, avances en infraestructura y una diversificación de la economía que genere mayores y mejores empleos“, afirma.