Con solo un modesto impulso al crédito, el gobierno chino obtuvo el éxito esperado a la hora de fortalecer el sentimiento del inversor y estabilizar la actividad económica real durante el primer trimestre del año. Las tasas de crecimiento de los ingresos, las ventas minoristas y la producción industrial fueron más sólidas en el cuarto trimestre del último año, sin un estímulo dramático. El banco central ha señalado que está cómodo con las perspectivas de crecimiento de los próximos trimestres y desconfía de elevar innecesariamente la carga de la deuda nacional, por lo que cualquier estímulo adicional es probable que sea aún más modesto.
En la opinión de Andy Rothman, estratega de inversión de Matthews Asia, la mayor debilidad de China durante el año pasado fue el pobre sentimiento entre los empresarios y los inversores, a pesar de la razonable salud de los datos macroeconómicos y el fuerte crecimiento de los beneficios corporativos.
Esto proporcionó al gobierno chino la oportunidad de tomar varias medidas relativamente baratas para impulsar el sentimiento. Como se esperaba, el sistema bancario controlado por el estado incrementó el flujo del crédito durante el primer trimestre, pero -también como cabía esperar- el incremento fue moderado. La tasa de crecimiento aumentada de las finanzas sociales totales (Total Social Finance o TSF), la métrica más completa para el crédito en la economía se aceleró a un 11,3% en marzo, medido año a año, desde un 10,8% en febrero, siendo el primer mes por encima del 11% desde el mes de septiembre.
Para poner estas cifras en contexto, el ritmo de crecimiento del 11,3% de marzo fue mucho más lento que el 12,6% de marzo de 2018, el 14,6% de marzo de 2017 y el 16,6% de marzo de 2016. Otro modo de ilustrar el modesto rango del estímulo del crédito es observar la brecha entre la tasa de crecimiento aumentada de las finanzas sociales totales y la tasa de crecimiento del PIB nominal. En el primer trimestre de 2019, la brecha entre la tasa de crecimiento del crédito y el PIB nominal fue de 3,5%, aproximadamente la misma brecha de 2,3% del primer trimestre de 2018, y significativamente menor que la brecha del 9,7% del primer trimestre de 2016.
Para exponer esto en un contexto más amplio, en 2009, conforme Pekín respondía a la Crisis Global Financiera, la brecha era de 26,8%. También merece la pena destacar que el gobierno no ha abandonado su campaña de disminución de la exposición al riesgo del sector financiero. Los créditos fuera de balance o créditos en la sombra disminuyeron un 10,3% en marzo, de nuevo medido año a año, en comparación con incrementos del 5,5% en marzo de 2018 y de 11,5% en marzo de 2017.
Pekín también se abstuvo de activar su grifo tradicional de estímulo con un mayor gasto en infraestructura pública. La inversión en infraestructura creció sólo un 4,4% en el primer trimestre, en comparación con un 5% en el cuarto trimestre de 2018 y un 13% en el primer trimestre de 2018.
Además del modesto impulso al crédito, los otros pasos tomados por el gobierno chino para mejorar el sentimiento fueron: unas intensivas y aparentemente flexibles negociaciones con la administración de Trump, que llevaron a crear expectativas de que las disputas arancelarias no llegarán a escalarse en una guerra comercial. El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, dijo recientemente: “Tenemos esperanza de encontrarnos cerca de la ronda final de cuestiones concluyentes”.
Esto disipó la principal razón para el pesimismo, conforme los inversores chinos habían trasladado su preocupación por algo más que una simple disrupción de los envíos al principal mercado exportador de China. Los inversores también estaban preocupados ante la posible escalada del conflicto más allá de los aranceles, limitando la habilidad de los ciudadanos chinos para estudiar en Estados Unidos o prohibiendo las importaciones chinas de los preciados semiconductores estadounidenses, que son la base del sector tecnológico chino. Las negativas consecuencias de una posible relación al estilo de la guerra fría entre las dos principales economías pesaban fuertemente sobre el sentimiento doméstico chino durante el año pasado.
Xi Jinping restauró su retórica y políticas de apoyo para las empresas privadas chinas, que cuentan con más empleos y creación neta de empleo en China. Durante los tres primeros trimestres del año pasado, por razones que todavía no se han esclarecido, Xi había expresado un fuerte apoyo a las empresas de propiedad estatal, mientras que había expresado poco amor por los empresarios, dejándoles algo aprensivos acerca de su futuro.
Durante los últimos meses, sin embargo, Xi ha abandonado este camino para abrazar a los empresarios y instruir a los bancos un impulso en el préstamo a las empresas pequeñas. Los impuestos sobre el valor añadido y sobre las rentas personales fueron recortados, entregando un impulso al consumidor y al sentimiento del productor. Estos pasos son parte de un esfuerzo en el largo plazo para reducir las tasas y las comisiones y no son estímulos en el corto plazo, pero el impacto en el sentimiento fue relevante -alrededor de 84 millones de trabajadores fueron eximidos del pago del impuesto sobre la renta personal, potenciando el sentimiento del consumidor-.
El impacto más sorprendente de todas estas medidas es que durante el primer trimestre de este año, el índice de las acciones clase A de Shanghái subió un 24%, y hasta el 16 de abril de este año ha experimentado una subida del 30% en lo que va de año, casi borrando completamente la caída del 25% experimentada en 2018. Una mejora en el sentimiento también proporcionó un impulso modesto en la actividad económica. La mayoría de las cifras macroeconómicas del primer trimestre fueron más sólidas de lo esperado: por encima del cuarto trimestre, aunque aún más débiles que las cifras del primer trimestre de 2018.