El resultado del primer debate entre Kamala Harris y Donald Trump aporta otro granito de arena a la incertidumbre en la que se desenvuelven los inversores y empresarios desde agosto.
Al igual que las casas de apuestas, la encuesta instapoll “a tiempo real” llevada a cabo por CNN (que repartía los puntos 63-37 a favor de Harris), así como otras encuestas, daban una victoria sin paliativos a la candidata demócrata, por lo que las probabilidades de que se produzca una “ola azul” deberían verse incrementadas en las próximas semanas. La vicepresidenta ganó en el sondeo de CNN con una ventaja de 26 puntos, cuando la media está en 18. Aunque instapoll tiene cadencia demócrata, por la naturaleza de la audiencia de CNN, esta encuesta puede tratarse como indicador adelantado.
A pesar de todo ello, el desenlace de las elecciones de noviembre sigue siendo una incógnita, a tenor de los datos de Polymarkets: la preferencia de votantes por Trump en estados “bisagra” como Georgia, Arizona, Nevada o Pennsylvania obligaría a Harris a mejorar en el voto electoral. Esto podría dejarla fuera de la Casa Blanca a pesar de ser la ganadora del voto popular. Con 222 asientos en la Cámara de Representantes (por 213 de los demócratas), los republicanos controlan 26 de las 50 delegaciones estatales.
Adicionalmente, a nivel macro, la moderación en el crecimiento y la tendencia al alza en la tasa del paro en más del 80% de los estados, en particular en los “bisagra”, y su impacto en el bienestar de las familias, es una baza a favor de Trump.
Esa ralentización de la que venimos hablando, y que hemos visto hace poco en el ISM manufacturero, vuelve a verse reflejada en la actualización de la encuesta NFIB entre PYMES (91,2 respecto a su media de largo plazo de ~100) que, sorprendentemente, se dejó 2,5 puntos respecto a la de cierre de julio, borrando casi la mitad de la mejora que se venía produciendo desde marzo.
En concreto, preocupa el subíndice que netea las respuestas favorables y desfavorables respecto a cuál ha sido el crecimiento en beneficios de los pequeños negocios en los últimos tres meses respecto a los tres anteriores, con un -37. Este apartado supera los mínimos de 2020 y transmite cautela a la hora de apostar por los incrementos en BPA que maneja el consenso para el S&P 500 en los próximos meses.
El índice de precios de producción industrial (PPI) quedó en línea con las expectativas, como también lo hizo el resultado de la reunión del BCE, que como se esperaba recortó 0,25%, dando argumentos positivos para que la bolsa se apuntase una sesión al alza el jueves.
Los datos de inflación en agosto (PPI, IPC) apuntan a una inflación subyacente del PCE (métrica preferida por la Fed y que conoceremos el próximo día 27) que probablemente se mantenga estable con respecto a la del mes anterior (+0,16%). Pero aunque fuese consistente con una trayectoria hacia el objetivo del 2%, no dará la señal clara que el mercado espera para apostar con convicción por una rebaja de un 0,5% en los tipos oficiales en Estados Unidos. Otra conclusión de la actualización de estas series de precios es que, como vemos en la gráfica, la mejora en márgenes que anticipa el mercado parece alejarse, confirmando en parte el mensaje del ratio pedidos-inventarios del ISM o el de la encuesta NFIB.
El contexto sigue siendo favorable para la renta variable. El proceso de desinflación (que avanza, aunque cada vez más lentamente), la resiliencia de un ciclo económico que no quiere terminar a pesar de la acumulación de evidencias que apuntan a una desaceleración inminente, el inicio de un periodo de relajación en política monetaria (que puede durar muchos meses) y la publicación de resultados por parte de algunas empresas, que siguen animando al personal (como Oracle) son argumentos para los alcistas. La fuerte caída en el precio del barril de crudo y la debilidad del dólar también son interpretadas por estos inversores como síntomas de un ciclo que podría volver a renacer.
Empañando esta perspectiva, las valoraciones siguen siendo muy elevadas, y los pronósticos de consenso respecto al crecimiento en beneficios, excesivamente optimistas, como demuestran las dificultades enfrentadas por el S&P 500. Para mantener una cotización por encima de 5.600-5.650, el consumidor estadounidense, que ha sido un pilar de la recuperación global, no podrá seguir gastando más de lo que ingresa, como lo ha hecho en los últimos 16 meses, debido al aumento de la tasa de desempleo.
Es probable que estén evitando un aumento mayor en los despidos la reducción de los costes laborables, atribuible a una mejora en la productividad que permite a las empresas proteger sus márgenes de beneficio, junto con los retos para contratar personal experimentado por ciertos sectores durante 2021 y 2022 y la incertidumbre política ante los resultados de las elecciones presidenciales (especialmente si resulta electo Trump, por las políticas migratorias que podría implementar). Salvo que esta vez sea diferente, cuando el desempleo empieza a subir, lo hace rápidamente.