La Cámara de Representantes de EE.UU. aprobó ayer miércoles el proyecto de ley para suspender el techo de la deuda. Se espera que el Senado apruebe el proyecto el viernes y, tras la firma del presidente Joe Biden, el techo legal de la deuda quedará suspendido hasta el 1 de enero de 2025. Eso significa que el Tesoro puede emitir tanta deuda como quiera y necesite hasta entonces, empezando con una avalancha de emisiones de letras del Tesoro la semana que viene.
La primera implicación que ve Markus Allenspach, Head Fixed Income Research de Julius Baer, es que se espera que en las próximas dos semanas salga al mercado un billón de dólares o más de deuda pública a corto plazo, “lo que ejercerá cierta presión al alza sobre los tipos a corto”, un movimiento que se produce “en un momento en que los funcionarios de la Reserva Federal están emitiendo señales muy contradictorias”, en cuanto al próximo movimiento del organismo. Dos miembros del banco central estadounidense afirmaron el martes que los tipos están suficientemente altos, mientras que otro abogó claramente por una o más subidas de tipos.
“Todos sabemos que el presidente de la Fed, Jerome Powell, describió su postura actual como ‘dependiente de los datos’, lo que significa que el informe del mercado laboral del viernes tendrá una gran influencia en su decisión personal”. Como conclusión, Allenspach augura que el mercado de bonos “seguirá volátil hasta entonces”, a pesar de las noticias tranquilizadoras en el frente del techo de deuda.
Por su parte, Thomas Hempell, Head of Macro & Market Research de Generali Investments constata que el acuerdo de última hora sobre el techo de la deuda estadounidense, la resistencia de la actividad en Estados Unidos y el impulso de la inteligencia artificial a los productores de chips informáticos “han ayudado a los activos de riesgo a digerir la subida de las cotizaciones en mayo”. Sin embargo, el experto observa algunas lagunas, entre ellas, la evidencia de una contracción del crédito. Por lo tanto, pese a que el mercado ha eliminado un riesgo, como era el cierre gubernamental, Hempel mantiene “un sesgo táctico prudente en las carteras, con una infraponderación moderada en renta variable y high yield”. Por el contrario, favorece el carry de crédito con grado de inversión y bonos del Estado, “mientras evitamos la exposición al dólar sin cobertura”.
Matthew Benkendorf, director de inversiones de Vontobel Quality Growth Boutique no ve tan claro, sin embargo, que el frente del techo de deuda esté ya zanjado. “Queda un importante obstáculo por superar, ya que esta semana, miembros del partido republicano han prometido luchar contra el acuerdo en ambas cámaras”, afirma el experto, que desvela que a pesar de que McCarthy crea que la mayoría de los miembros de su partido aceptarán finalmente el acuerdo, “la posibilidad de que sea rechazado no es remota, lo que dejaría sólo unos días para evitar el impago de la deuda estadounidense, que, tal y como están las cosas, podría tener lugar el 5 de junio”.
En caso de impago, Benkendorf prevé que los mercados financieros “reaccionarían con fuerza, pero la gravedad de su reacción acabaría por impulsar alguna acción política decisiva, como hemos visto que ocurrió durante la Crisis Financiera Mundial”. Entonces, aquel momento, los estímulos y las medidas del Gobierno estadounidense fueron inicialmente rechazados, pero la reacción negativa de los mercados inquietó a los políticos e hizo que las medidas acabaran adoptándose. Benkendorf admite que, aunque existe la posibilidad de que se produzca un impago, “es poco probable que el gobierno estadounidense deje de pagar su deuda durante mucho tiempo”. Pero la cuestión más importante en la que deben centrarse los inversores, según el experto, “es el daño permanente que un impago técnico causaría a la estabilidad económica y, lo que es más importante, a la confianza”.
En este caso, aumentaría la probabilidad de una recesión en EE.UU. hacia finales o principios del próximo año. Esto probablemente tendría ramificaciones en la economía mundial. Probablemente, un impago estadounidense también afectaría al mercado bursátil estadounidense, que no goza de tan buena salud como aparenta, pues “se ha visto impulsado únicamente por una docena de empresas”. En definitiva, Benkendorf concluye que los inversores con presencia en EE.UU. “deberían ser prudentes y posicionarse en empresas más resistentes y menos sensibles a la coyuntura económica”, y una forma de hacerlo es “fijarse en empresas de sectores como el de bienes de consumo básico y el sanitario”.