La definición de inversiones sostenibles está en plena evolución: ya no solo se traduce en la exclusión de ciertos nombres relacionados con industrias polémicas como el alcohol, el tabaco o la armamentística sino que la visión es cada vez más holística. “El concepto de inversiones sostenibles está adoptando cada vez una forma más holística, que consiste en considerar cada vez más factores que influyen en los retornos totales de una compañía”, explica Nick Edgerton, analista de Inversiones de First State Investments.
En el marco de un reciente evento en Madrid organizado por Investment Europe, del grupo Open Door Media (grupo asociado con Funds Society para impulsar el negocio en los mercados de EE.UU. offshore, Latinoamérica y Europa), el experto explicó lo que para ellos significa la inversión de este tipo: no se trata de encontrar empresas o de invertir buscando que el mundo sea un lugar mejor, afirma, sino de buscar compañías capaces de tener un desarrollo sostenible en el tiempo. “Buscamos compañías sostenibles que, gracias a esa sostenibilidad, ofrezcan mejores retornos al inversor”.
Con activos bajo gestión de 33.500 millones de libras y oficinas en Edimburgo, Londres, Hong Kong y Singapur, cueneta con un equipo de inversión formado por 37 personas que basa su estrategia en el largo plazo, la búsqueda de compañías de calidad, con crecimiento sostenible y predecible, a los que aplican disciplinas de valoración. El proceso es bottom-up y con un enfoque de retorno absoluto que permita preservar capital en momentos difíciles y ofrecer altos retornos en los buenos tiempos.
Su proceso de inversión se basa en primer lugar en realizar una clasificación de las compañías, basada en su posicionamiento de cara a esos criterios de sostenibilidad (bienes y servicios sostenibles, responsabilidad financiera e infraestructura requerida). Después se analiza su calidad, teniendo en cuenta la calidad de la gestión (integridad del equipo, actitud hacia criterios de ESG, capital humano, rentabilidad y actitud frente al riesgo), la calidad de la franquicia (eficiencia social y medioambiental, prácticas de negocio responsables) y la de sus finanzas (evaluación a lo largo del ciclo, impacto de las externalidades y flujos de caja a largo plazo). El tercer paso es la valoración y la construcción de la cartera, y por último, la inversión y monitorización.
Las tres lentes de sostenibilidad
En primer lugar, la sostenibilidad de los bienes y servicios que ofrece una compañía. En ese punto, la gestora se centra en aquellas con un positivo impacto en la sociedad, la salud o el medioambiente o firmas que estén bien posicionadas para hacer frente a cambios en las preferencias de los consumidores o en la regulación. Por ejemplo, Aspen Pharmeceuticals (Suráfrica), Unilever (RU), Novo Nordisk (Dinamarca) o Marico (India).
La segunda lente, la de la responsabilidad financiera, analiza la actitud ante el riesgo, el objetivo o la licencia para operar, con ejemplos como Chubb Insurance (EE.UU.), GT Bank (Nigeria), Handelsbanken (Suecia) o HDFC (India). En tercer lugar, importa que las compañías cuenten con infraestructuras necesarias para apoyar un desarrollo sostenible a largo plazo, y centradas en la eficiencia medioambiental y la rentabilidad operativa. Aquí destacan nombres como Kuehne & Nagel (Suiza), Wartsila (Finlandia), Tomra (Noruega) o Manila Water (Filipinas).
Un banco español
El gestor explica que tienen un banco español en cartera, Bankinter, gracias a su forma de superar a la crisis y a su negocio asegurador, entre otras fortalezas.