En febrero, durante la celebración de los premios anuales CDP Europe Awards, dos estrategias gestionadas por Mirova, afiliada de Natixis IM, fueron galardonadas por sus resultados en materia de rendimiento climático, Mirova Europe Sustainable Equity y Mirova Europe Environmental.
Los premios fueron otorgados por Climetrics, el primer rating que incluye el rendimiento climático de los fondos de inversión basándose en el enfoque del equipo gestor, su política de inversión y las posiciones en la cartera. Además, también considera ‘el ciclo de la vida’ de las emisiones de gases invernadero de las empresas participadas, un enfoque relativamente poco común en el sector financiero.
Estos premios demuestran el compromiso de Mirova con la inversión responsable y su capacidad para crear estrategias con un alto valor medioambiental. Además, en términos más generales, reconocen el esfuerzo realizado por el sector financiero para integrar el cambio climático y las preocupaciones medioambientales en la inversión, reflejando una mayor concienciación en la comunidad de inversión: los inversores tienen y deben jugar un papel importante en la transición energética.
Comienza la temporada de emisiones
El consenso global establece que una reducción en las emisiones del efecto invernadero tan rápido como sea posible es la única es la única forma segura de evitar las peores consecuencias del cambio climático. Pero; ¿qué significado tiene esta cuestión desde una perspectiva de inversión?
La forma más segura de evitar inversiones en empresas que producen elevadas emisiones es mediante la desinversión de combustibles fósiles. Excluyendo las industrias relacionadas con la extracción de petróleo y el gas, con plantas de generación de energía a partir de combustibles fósiles y las minas de extracción de carbón, se están financiando unas menores emisiones de gases con efecto invernadero.
Pero, por otro lado, excluir el sector energético también puede significar una cartera de inversión compuesta de empresas del sector sanitario o tecnológico. Las empresas de estos sectores tienen una contribución muy pequeña a las emisiones totales de carbón, por lo que una cartera de inversión compuesta únicamente de este tipo de empresas no es necesariamente mejor que el status quo.
Esto destaca la necesidad de los inversores de enfocarse en soluciones que faciliten la transición hacia una economía más sostenible, desde productos y servicios que mejoren la eficiencia energética de las energías renovables y a vehículos eléctricos.
Para implementar estos principios, se pueden utilizar varias formas, pero todas comparten la misma idea básica: no importa el sector, cualquier estrategia significativa a nivel climático trata de reducir la exposición a los combustibles fósiles y trata de incrementar la participación en actividades favorables en la lucha contra el cambio climático.
Una herramienta clave para medir el impacto del cambio climático es la medición de la huella de carbono, después de todo no se puede gestionar lo que no es cuantificable. Dos tipos de emisiones son fáciles de cuantificar y están ampliamente disponibles, las emisiones directas por la combustión de energías fósiles en las empresas y las emisiones por la electricidad o calefacción utilizadas. La accesibilidad de los datos ha sido dominante en el pasado y este ha sido el tipo de dato principal utilizado por los inversores que buscaban evaluar y mejorar el impacto de las emisiones de carbón de sus inversiones.
Sin embargo, en Mirova están convencidos que ir más allá de las emisiones directas es esencial para crear productos de inversión que tengan un impacto significativo sobre el cambio climático.
Tener en cuenta la extracción de las materias primas, el transporte y el uso final de los productos es algo necesario, puesto que estas emisiones de ‘ciclo de vida’ disminuyen las emisiones directas y las emisiones relacionadas con el uso de la electricidad en algunos sectores claves.
La fase de utilización en una empresa petrolera o en una fábrica de productos para automóviles, por ejemplo, comprende el 80% de la emisión de carbón, al ignorar estas emisiones, se obscurece el perfil climático real de una cartera de inversión y se puede llegar a conclusiones contraintuitivas.
Confiar solo en los datos de emisiones directas disponibles y en las emisiones relacionadas con el uso de la electricidad puede llevar a crear carteras e índices a no cumplir con sus promesas de lucha contra el cambio climático. Una vez que se contabiliza las emisiones utilizando el enfoque ‘ciclo de vida’, los índices de ‘bajas emisiones de carbón’ que se basan exclusivamente en las emisiones directas y en la utilización de la electricidad suelen mostrar una huella de carbón muy similar a la de sus contrapartes tradicionales, es decir, aquellas que no tienen en cuenta las emisiones de carbón.
Algunos de estos índices que mantienen unas grandes posiciones en las principales empresas petroleras han realizado pequeñas reducciones en sus emisiones operativas sin abordar la incompatibilidad entre la lucha contra el cambio climático y el modelo de negocio de la empresa existente.
Al considerarse las emisiones ahorradas en relación a la línea de referencia también produce otro indicador esencial sobre la exposición de una empresa o cartera a los proveedores de soluciones en la transición energética.
Por otro lado, dos empresas con ‘ciclos de vida’ similares en sus emisiones de carbón son indistinguibles, incluso si una de ellas proporciona una soluciones tecnológicas instrumentales para mitigar el cambio climático y la otra proporciona un producto con un valor añadido bajo o inexistente para la lucha contra el cambio climático.