A lo largo de la semana, la renta variable china, el crédito chino y el yuan han mostrado una mayor volatilidad, mientras los mercados han vivido un ligero optimismo contenido derivado de los avances reconocidos por parte de Ucrania en las negociaciones con Rusia y la posición de China, que insiste en no querer verse afectada por las sanciones a Rusia. En este contexto, ¿qué está ocurriendo con los mercados y los activos chinos?
Con el foco puesto en la crisis de Ucrania, en especial lo que pueda ocurrir hoy con las conversaciones entre Joe Biden y Xi Jinping, y los últimos movimientos de la Fed, los mercados de China sufrieron un desplome sigiloso este año, con el MSCI China (MCHI) general cayendo un 29%. Según Ben Laidler, estratega de mercados globales de eToro, esto viene dado por dos motivos: “El aumento de los riesgos internos, ya que la economía número dos del mundo lucha con los problemas de deuda del sector inmobiliario y el impacto de su estrategia de cero COVID; y la incertidumbre se han sumado los riesgos globales, con el apoyo percibido de China a Rusia y el reciente movimiento de la SEC de Estados Unidos para iniciar el reloj de exclusión de cotización de tres años para los ADR chinos”.
Profundicemos algo más en estos motivos. Según explica Magdalene Teo, analista de Renta Fija en Asia en Julius Baer, el clima de aversión al riesgo derivado de los cierres ante un nuevo brote de COVID-19 y el temor a las sanciones explican parte del comportamiento durante esta semana. En su opinión, este cóctel ha empeorado los aspectos técnicos y ampliado los diferenciales de crédito hasta niveles no vistos desde 2020.
“Las razones para vender fueron abundantes, desde los temores a la exclusión de la lista de los recibos de depósito estadounidenses chinos (ADR), los débiles datos inmobiliarios, los cierres en ciudades como Shenzhen y Jilin, y hasta el aumento del riesgo geopolítico. Todo ello explica la debilidad de las perspectivas y la reducción de la valoración”, afirma.
En opinión de Stefan Kreuzkamp, Chief Investment Officer en DWS, los mercados aún se preguntan hasta qué punto China apoyará a Rusia cuando esto podría provocar sanciones por parte de Estados Unidos. Por ahora, China no está en el “frente occidental” y, de hecho, recientemente ha reforzado sus lazos estratégicos con Rusia, dado su gran interés en las materias primas y el equipamiento militar ruso.
“Prefiere la forma actual de gobierno en Moscú a cualquier experimento democrático, a lo que se suma que no quiere ser vista como un títere de Estados Unidos. Desde la invasión de Ucrania, ahora se afirma con más frecuencia el peligro de que China se atreva a llegar hasta el final con Rusia. Esto significa no solo comprar todas las materias primas de Rusia que Occidente ya no aceptará, sino también socavar el dominio mundial de Estados Unidos abandonando el dólar como moneda comercial. Como se ha demostrado con sus recientes conversaciones con Arabia Saudí sobre el comercio de petróleo en yuanes algún día”, explica.
Sin embargo, Kreuzkamp apunta que China hará todo lo posible por mantener una posición neutral en el exterior. “Como mercado, Rusia desempeña un papel insignificante para China en comparación con Europa y Estados Unidos. Por lo tanto, si es necesario, es probable que Pekín reduzca discretamente las exportaciones de bienes que son críticos desde la perspectiva occidental. Al mismo tiempo, el riesgo de enfadar a Rusia como proveedor de materias primas es manejable si ésta se queda sin clientes de todos modos. En cualquier caso, no es un buen momento para una escalada con Occidente. China no está rebosante de energía en este momento. El objetivo de un crecimiento económico de más del 5% para este año parece muy ambicioso, sobre todo con el telón de fondo de las crecientes cifras de COVID-19 y los consiguientes cierres de espacios clave como el Shenzhen”, añade el experto de DWS.
La comparación de las relativas fortalezas del mercado de valores tampoco es halagadora para China: el S&P 500 representaba el 41,3% de la capitalización bursátil mundial hace un año y el 44,9% en la actualidad; y las acciones de las empresas chinas cotizadas cayeron del 14,7% al 12,3%.
Las preocupaciones de China
Según señalan desde Mirabaud, el “colapso” que experimentaron los índices asiáticos el pasado lunes por la mañana no es lo que preocupa a los inversores. “El índice Hang Seng, por ejemplo, cayó casi un 5% a un mínimo de seis años, principalmente debido a las acciones chinas que cotizan en bolsa, las preocupaciones sobre las relaciones entre China y Rusia, los temores de una nueva represión regulatoria y la nueva ola de coronavirus que golpea a China. Por un lado, los medios estadounidenses informan que Rusia ha pedido a China asistencia militar y económica en su guerra con Ucrania, aunque los funcionarios chinos han negado que haya habido tal solicitud. Pero mientras, China está experimentando la mayor ola de COVID-19 desde finales de marzo de 2020, lo que llevó a las autoridades a bloquear la ciudad de Shenzhen y la provincia de Jilin (población de casi 18 millones). El índice de empresas chinas Hang Seng cerró con una caída del 7,2%, la mayor caída desde noviembre de 2008, mientras que el índice tecnológico Hang Sang se desplomó un 11%, la peor de su historia”, apuntan en su último informe.
En este sentido, el análisis que hacen las firmas de inversión coinciden en que China está demasiado ocupada con sus propios asuntos, por lo que se cuata y mantener una posición natural puede ser su mejor jugada. “China es una de las claves de la evolución futura de este conflicto y se encuentra en una posición bastante incómoda. Por una parte con respecto a la unidad mostrada por Occidente en la Unión Europea y en la OTAN. Por otra parte, su lucha por la hegemonía mundial, disputada con Estados Unidos, le convierte en un aliado natural de Rusia”, explica Pedro del Pozo, director de inversiones financieras en Mutualidad de la Abogacía, y recalca: “El mercado de China sigue siendo Occidente”.
En opinión de Yves Bonzon, CIO de Julius Baer, las sanciones financieras y económicas contra Moscú, anunciadas tras el estallido de las hostilidades en Ucrania, cambian bastante sus perspectivas. Según detalla: “Estos acontecimientos se producen en un momento en el que, por un lado, la Comisión del Mercado de Valores de EE.UU. está enviando nuevas señales alarmantes en relación con las empresas chinas que cotizan en EE.UU. y, por otro, Pekín no muestra ninguna voluntad de apoyo a la economía mientras la crisis inmobiliaria continúa lenta pero inexorablemente y el país se enfrenta a una nueva ola de infecciones por COVID-19”.
En este sentido, el ministro de Asuntos Exteriores chino ha sido claro al explicar que China quiere evitar el impacto de las sanciones estadounidenses por la guerra de Rusia. “El daño se produjo cuando los diferenciales de los créditos asiáticos de alta calificación de inversión se ampliaron entre 5 y 6 puntos básicos, y las primas de rendimiento de las notas chinas subieron una media de 10 puntos básicos. El ritmo de ampliación es el más severo para cualquier trimestre en dos años (más que los pares estadounidenses), ya que los extranjeros recortaron su exposición a China, especialmente a las empresas de internet”, explican desde Juluis Baer.
Muestra de que el foco de China está en resolver sus problemas internos es que el Gobierno salió al rescate de los mercados, al más puro estilo de occidente. “Las acciones chinas subieron cuando las autoridades acudieron al rescate de los asediados mercados de valores. Esta venta de acciones respondió al intento del viceprimer ministro Liu de tratar de aclarar todas las preocupaciones de los inversores de una sola vez, desde tratar de hacer algo lo antes posible, pasando por la represión del sector tecnológico, hasta el compromiso de resolver los riesgos de los desarrolladores inmobiliarios. Esto se produjo después de la caída épica del 70% de las acciones chinas en comparación con Estados Unidos el año pasado, y con valoraciones de descuento del 50%, a pesar de los sectores tecnológicos igualmente grandes. Una política gubernamental de venta, una mejora de la economía y valoraciones baratas es una combinación atractiva. Una China en proceso de mejora también tiene impactos positivos desde el norte de Asia hasta Europa y sectores como el lujo”, concluye Laidler.