«Mi legado es no rendirme nunca»: con estas palabras Mario Draghi ha resumido sus ocho años al frente del Banco Central Europeo (BCE), tras haber participado en su última reunión ayer jueves. Tal y como los analistas esperaban, Draghi ha aprovechado su despedida para reiterar que las políticas monetarias por sí solas no son suficientes e insistió en el mensaje que lanzó en septiembre: “Si se quiere ver tipos más altos, en un plazo próximo, la política fiscal debería actuar”.
“Tal y como se esperaba, Mario Draghi utilizó su reunión final como presidente del BCE para reiterar la necesidad de políticas monetarias acomodaticias para garantizar que la inflación gravite hacia su objetivo del 2%. También ha seguido abogando por que la política fiscal desempeñe un papel más activo en el apoyo al crecimiento, un mensaje del que se han hecho eco los políticos durante las reuniones de otoño del FMI y del Banco Mundial al comprobar que la política monetaria es cada vez más insuficiente para abordar en solitario desafíos que tiene el crecimiento como son, por ejemplo, el proteccionismo comercial”, señala Andrew Wilson, CEO de Goldman Sachs Asset Management y jefe global de renta fija.
Oliver Blackbourn, gestor del equipo multiactivo en Janus Henderson, coinciden con Wilson y con el propio Draghi a la hora de poner el acento en la necesidad de que los gobiernos desarrollen política monetarias. “Ahora que el mandato de Mario Draghi como presidente del BCE llega a su fin, resulta difícil no rendirse a la evidencia de que el arsenal monetario del banco central está quedándose sin munición. La declaración «haremos todo lo que sea necesario», pronunciada por Draghi en el punto álgido de la crisis de la zona del euro, está rápidamente evolucionando hacia un «haremos lo que podamos». La realidad parece demostrar que existen limitaciones a lo que un banco central, limitado por ideologías e intereses opuestos, puede lograr con su mandato de política monetaria”, apunta Blackbourn.
En su opinión del gestor de Janus Henderson, la transición hacia políticas de flexibilización presupuestaria podrían conllevar implicaciones de gran calado. “A pesar de verse probablemente anclados los bajos niveles de los tipos de interés, los mercados de renta fija podrían comenzar a descontar unos rendimientos reales superiores y un incremento de la inflación en el futuro debido a las previsiones de un crecimiento económico de mayor solidez. Ante la inclinación de las curvas de rendimientos a medida que aumentan los rendimientos a más largo plazo, cabría esperar que los mercados bursátiles más cíclicos registrarán rentabilidades superiores, como los de la zona del euro”, añade.
En términos de política monetaria, la reunión de ayer se desarrolló de forma previsible y no hubo ningún tipo de cambio ni matización respecto a las medidas que el BCE anunció en septiembre. Lo único destacable es que, tras los rumores sobre la gran división interna en el seno de la entidad, las decisiones de ayer se tomaron por “unanimidad”.
Relevo: ¿y ahora qué?
El paso de Draghi por el BCE pasará a la historia como el inventor del QE y como el «salvador» del euro durante la crisis de deuda soberana. En opinión de los analistas de Monex Europe, Draghi deja el mandato del BCE “a medias”, con la inflación en la eurozona lejos de alcanzar el 2% de la meta de la institución. “Entre las medidas que deja Draghi a su partida, el reinicio del programa de compra de bonos genera en particular gran escepticismo. Sus críticos no solo se cuestionan la efectividad que pueda tener la medida en un entorno de tipos negativos, sino que reprochan el escaso espacio de actuación con que deja al BCE para enfrentar futuros shocks económicos”, sostienen en su último análisis.
Algunos economistas han calculado que el BCE tendrá solo entre 12 y 24 meses para llevar a cabo compras mensuales de 20.000 millones de euros sin vulnerar sus propios límites. Al respecto, sin embargo, Draghi aclaró ayer que los volúmenes de compras previstos no comprometerán las reglas de emisión auto-impuestas por el BCE y que, incluso en ese caso, la institución tiene amplias prerrogativas para flexibilizar sus propios límites.
A este escenario se enferantará Christine Lagarde a partir del 1 de noviembre. “Aunque estamos de acuerdo en que el BCE aún no se ha quedado sin munición, la realidad es que más de siete años después del discurso de Draghi y casi cinco años después de haber dado luz verde al QE, la inflación subyacente en la eurozona sigue estando sólo un poco por encima de sus mínimos de 2015 y el objetivo de precios parece tan lejano como siempre. A su sucesora, Christine Lagarde, le corresponderá encontrar una salida y engatusar a los políticos europeos para que impulsen los cambios de política fiscal y estructural que son la clave fundamental para escapar del mundo de los tipos negativos», afirma Jeremy Lawson, economista jefe de Aberdeen Standard Investments.
En estes sentido, Nick Wall, co-gestor de Merian Strategic Absolute Return Bond Fund de Merian Global Investors, coincide en que Lagarde tendrá que desplegar toda su capacidad persuasiva para lograr que se impulsen políticas fiscales. “Europa ya no puede permitirse que el BCE siga siendo lo único, por lo que la tarea de Lagarde será alentar a los gobiernos a adoptar una postura de política fiscal más activa para aumentar la demanda interna. Con inversores dispuestos a prestar a gobiernos, ya sea Alemania o Grecia, a tasas de interés negativas, debería ser factible, pero representará un cambio radical para muchos gobiernos europeos, que requerirá toda la perspicacia política de Lagarde”, destaca Wall.
Sobre lo que podemos esperar los próximos meses del BCE, Mark Holman, consejero delegado y fundador de TwentyFour AM (Vontobel AM), apunta que tanto el BCE como la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) seguirán decididos a extender el ciclo económico. “Creemos que el BCE tendrá que aumentar su programa QE de 20.000 millones de euros al mes si quiere compensar el impacto de su programa de jerarquización de los depósitos, que, según nuestras estimaciones, elimina unos 750.000 millones de euros de los activos del sector bancario de los tipos negativos. Es probable que esta jerarquización provoque un endurecimiento involuntario de las condiciones financieras en la zona euro, ya que los tipos más favorables para los bancos les permiten reasignar los bonos del Estado a corto plazo, lo que debería dar lugar a un aumento de los rendimientos”, explica Holman.
Por su parte Wilson añade que desde Goldman Sachs AM no esperan recortes por parte del BCE a corto plazo. Según su opinión, “si bien, mantenemos la opinión de que la política monetaria de la zona del euro seguirá siendo acomodaticia por un período prolongado de tiempo. La región se enfrenta riesgos macro a la baja que son de naturaleza idiosincrásica e internacional, como una demografía deficiente y una contracción de la demanda exterior, ésta última que ha desempeñado un papel clave en la debilidad manufacturera alemana”.