A pocas semanas de las decisivas elecciones de EE.UU., los analistas coinciden que más allá de quién las gane, se avecinan cambios para la potencia norteamericana.
Para el economista Jard Franz, de Capital Group, la diferencia estará en qué tan radicales o graduales podrán darse los cambios y aclara que tanto un gobierno progresista como uno más conservador podrían tener puntos en común.
“Algunas cuestiones críticas, como la desigualdad económica y el incremento de los costes de la atención sanitaria, han llegado a un punto álgido que exige que tanto demócratas como republicanos ofrezcan soluciones que habrían sido políticamente indefendibles tan solo unos años atrás”, asegura el experto.
Estas coincidencias podrían estar en quitar importancia al déficit en los presupuestos, aumentar el gasto en infraestructura, reducir el coste de la asistencia sanitaria, ampliar los programas de vivienda, reforzar la protección de la propiedad intelectual, cuestionar la independencia de la Fed y aplicar hipotéticos límites a las grandes compañías tecnológicas, resume el estudio.
En cuanto a la recuperación económica tras la pandemia de coronavirus, la agenda legislativa para 2021 se centrará en este tema en caso de que no se logre controlar la pandemia o la vacuna se retrase. Es posible que se propongan nuevos proyectos de ley para estimular la economía, así como medidas fiscales y monetarias a tal efecto.
“Las características políticas se han desdibujado hasta tal punto que, en abril, un senador de Partido Republicano propuso que el Gobierno federal cubriese hasta el 80 % de los sueldos de todos aquellos empleados de negocios estadounidenses que se hubiesen visto afectados por los confinamientos impuestos por cada estado”, dice el informe.
En lo referente a las tensiones comerciales entre EE.UU. y China, Franz asegura que no van a desaparecer “por arte de magia si Biden llega al poder”.
La tecnología, sobre todo las gigantes de este rubro han sido un tema de campaña. Ambos partidos han expresado su frustración acerca de las grandes compañías tecnológicas, lo que aumenta la posibilidad de que se tomen acciones antimonopolistas, se introduzcan normativas más estrictas y se lleve a cabo un seguimiento más minucioso en las áreas de protección de la privacidad y omisión de puntos de vista políticos. Es más probable que un Gobierno progresista esté más predispuesto a poner fin a lo que se ve como varios monopolios tecnológicos, pero hay quienes creen que este movimiento podría provenir de ambos lados de la esfera política.
Cuatro áreas de desacuerdo
La política fiscal es sin duda alguna el mayor punto de desencuentro entre las partes. Mientras los demócratas proponen un aumento de los impuestos sobre las rentas más elevadas y las compañías más acaudaladas, así como una subida del impuesto sobre las plusvalías, los republicanos defienden una reducción de los impuestos más pronunciada en consonancia con la Tax Cuts and Jobs Act de 2017.
En educación, los intentos por solucionar la desigualdad son sumamente partidistas, por lo que es probable que se observen políticas totalmente opuestas en función de si el gobierno cae en manos de los demócratas o los republicanos. Una administración conservadora favorecería las iniciativas a favor de elección de centro escolar y reduciría la influencia de los sindicatos de profesores. A su vez, políticas más progresistas probablemente promoverían el aumento de la inversión en las escuelas públicas, el desarrollo de la educación infantil y ayudas para paliar la deuda estudiantil.
Las políticas migratorias experimentarían un cambio importante si los demócratas controlan la Casa Blanca y el Senado. En ese caso, el proceso para la obtención de la ciudadanía podría simplificarse para los 11 millones de inmigrantes sin documentación que se estima que viven en los EE.UU., además de robustecer la protección para los solicitantes de asilo. Si Trump es reelecto, es probable que continúen incrementando la seguridad fronteriza y que traten de limitar la migración laboral de trabajadores peor pagados.
El fallecimiento de la jueza del Tribunal Supremo Ruth Bader Ginsburg ha puesto sobre la mesa una nueva circunstancia que podría cambiar significativamente la dinámica de las elecciones. El nombramiento del nuevo miembro del Tribunal Supremo será una cuestión definitoria a medida que se acercan las últimas semanas del periodo electoral de 2020.
Implicaciones para la inversión
Los mercados de renta variable probablemente se seguirán beneficiando de un entorno de tipos de interés bajos en cualquiera de los posibles cuatro escenarios electorales.
“Las acciones orientadas al crecimiento son especialmente atractivas debido a los tipos a mínimos históricos. Sin embargo, esperamos que se produzcan periodos de extrema volatilidad debido a la incertidumbre económica, que en un principio animó a los bancos centrales a seguir políticas de tipo de interés cero y tipos negativos”, dice el analista.
En cuanto a renta fija, es probable que los bonos del Tesoro estadounidense a diez años permanezcan en el rango del 0,5% al 1,5% en tres de los cuatro escenarios. Sin embargo, en un escenario de ola azul, la situación sería diferente: los bonos podrían subir (del 1,5% al 2%), ya que la Administración demócrata tendría más facilidades para implementar su agenda política, lo que impulsaría a su vez el crecimiento de la economía estadounidense.
Repercusiones sectoriales. A grandes rasgos, entre los sectores y las compañías que pueden beneficiarse del importante cambio político que traería consigo la ola azul se encuentran a las compañías de seguros médicos, las compañías centradas en el medio ambiente (energía solar, eólica, eléctrica, etc.), las tiendas minoristas de descuentos y las pequeñas firmas tecnológicas.
Por el contrario, un Gobierno conservador ofrecería un entorno relativamente más favorable para las compañías farmacéuticas, los fabricantes con sede en EE.UU. y el sector energético.