En muchos casos, invertir para tratar de generar un impacto positivo en la sociedad además de conseguir rentabilidad financiera sigue considerándose “un buen complemento” o algo adecuado sólo para quienes apuestan por la responsabilidad. Sin embargo, ante el gran impacto del Covid-19 en los mercados y en la sociedad, las prioridades están cambiando y las perspectivas se replantean. Este cambio de enfoque podría generalizar la inversión de impacto, ya que el confinamiento centra la atención en los problemas a los que nos enfrentamos y la necesidad de encontrar soluciones.
Aunque en los últimos años los retos medioambientales han empezado a captar la atención del público general, la pandemia ha evidenciado la enorme magnitud de los desafíos sociales del mundo y ha demostrado hasta qué punto están interrelacionados los desafíos medioambientales y sociales.
Y lo que quizá sea más evidente, en cuestión de semanas el virus ha revelado la triste realidad de la insuficiencia del sistema sanitario. La Organización Mundial de la Salud estima que al menos la mitad de la población mundial no tiene acceso a servicios sanitarios básicos (véase el gráfico de abajo) y unos 100 millones de personas caen en la pobreza extrema por tener que pagar por la sanidad.
Aunque los países en desarrollo son los más expuestos a dichas carencias, esto afecta también a algunos de los países más ricos del mundo. En EE. UU. en concreto, la Oficina del Censo estimó que unos 27,5 millones de personas carecían de seguro de salud en 2018, en un país con el sistema sanitario más caro del mundo.
Los costes sociales y humanos de la pandemia han puesto en evidencia la urgente necesidad de asignar más recursos a muchos ámbitos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, sobre todo el ODS número 3: salud y bienestar. Sin embargo, también ha dejado claro que, para salir de la crisis actual, hará falta una mayor intervención de los Estados. La industria en general debe intervenir para cubrir las deficiencias. Aunque la industria puede ofrecer el capital tan necesario, su capacidad para innovar y ofrecer ayuda inmediata a los que sufren, así como soluciones a largo plazo a problemas sistémicos, será igual de importante.
Ahí es donde la inversión de impacto puede marcar la diferencia de verdad, respaldando las compañías con el objetivo intrínseco de generar un impacto positivo en la sociedad y el medioambiente. Esto no quiere decir que sean organizaciones filantrópicas; al contrario, serán juzgadas por su capacidad para generar rentabilidades financieras, junto con los efectos positivos que produzcan. Dado que estas compañías de impacto están proporcionando soluciones para algunos de los mayores desafíos del mundo, en momento como estos muchas de ellas mostrarán una versión más inclusiva del capitalismo adoptando medidas especiales para apoyar a sus empleados, sus clientes y la sociedad en general.
Compañías que van más allá
Varias compañías de impacto están redoblando sus esfuerzos para ofrecer soluciones, proporcionando su experiencia o, en algunos casos, desarrollando productos totalmente nuevos.
De forma similar, Thermo Fisher Scientific —otra compañía fabricante de equipos punteros— también ha contribuido a los recursos. Ha desarrollado un kit de diagnóstico que reduce el proceso de test de la covid-19 a 4 horas una vez que las muestras llegan al laboratorio. Sus productos han sido autorizados para su uso en toda Europa y la compañía prevé elevar su producción de kits de test de 2 a 5 millones a la semana.
En cuanto a la investigación, varias compañías están aportando su experiencia para participar en la búsqueda de un tratamiento para luchar contra la COVID-19. La compañía especializada en plasma sanguíneo Grifols, por ejemplo, está colaborando con el Gobierno de EE. UU. para determinar si la terapia con plasma que desarrolló con éxito durante la crisis del ébola puede utilizarse de forma eficaz para tratar la covid-19. Al obtener plasma de pacientes que se han recuperado del virus, puede transformarlo en globulina hiperinmune en un laboratorio creado al efecto y determinar si puede ser un tratamiento viable para la enfermedad. Se trata de un gran ejemplo de la cooperación entre el Estado y el sector privado que debería contribuir a acelerar el proceso de investigación y, de tener éxito, podría validar una terapia para tratar la covid-19 y futuros brotes.
Las soluciones no se limitan únicamente al sector salud, como demuestra la compañía internacional de envases DS Smith. Esta compañía ha colaborado con varios supermercados minoristas de toda Europa para diseñar y producir provisiones de emergencia o cajas esenciales que pueden entregarse en la puerta de casa de las personas más vulnerables. Dichas cajas pueden apilarse en furgonetas de reparto, entregarse rápidamente y son totalmente reciclables. Desde su primer diseño hasta la producción, la idea se hizo realidad en menos de una semana, ofreciendo apoyo inmediato a personas que no podían ir a las tiendas.
Muchas compañías en las que hemos invertido también han presentado planes de ayuda financiera a sus clientes que han sido bien acogidos. Por ejemplo, la compañía de telecomunicaciones de Kenia Safaricom anunció diversas medidas de apoyo en los tres meses siguientes al estallido de la pandemia, entre las que se incluye renunciar a las tarifas que cobra habitualmente por su sistema de pagos móviles para ayudar a reducir el riesgo de contaminación del virus en las operaciones en efectivo, suspender el cobro de llamadas a hospitales y dispensarios de todo el país, y multiplicar por dos la banda ancha de su fibra para clientes sin coste adicional. Para ayudar directamente al gobierno en sus esfuerzos por contener la propagación del virus, ha creado también una línea telefónica de emergencia gratuita a la que los kenianos pueden llamar para obtener asistencia inmediata.
Medidas positivas como estas demuestran que los negocios de impacto pueden ayudar considerablemente y ofrecer soluciones innovadoras en tiempos de crisis. De hecho, es su capacidad y disponibilidad para adaptarse rápidamente lo que probablemente haga que resistan mejor a largo plazo. A la larga, el cambio climático, la contaminación y las desigualdades seguirán con nosotros cuando pase el Covid-19, y las compañías de impacto mantendrán su firme compromiso para combatir sus efectos.
Los efectos inmediatos de esta pandemia son abrumadores, desde el punto de vista humano, pero también económico. En medio de la inestabilidad, seguimos tratando de ver un rayo de esperanza. Ciertamente, esperamos que esto sirva de recordatorio oportuno de lo importante que es tener un sistema de salud que funcione bien. Además, qué bien estaría ver que los canales de Venecia siguen limpios y que la población de ciudades de Beijing, Los Ángeles o Londres pueden respirar el aire sin temer por su salud. Esperamos que los gobiernos y los sectores redoblen sus esfuerzos para encontrar soluciones muy necesarias a estos desafíos sociales diversos que no cesan.
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