Mucho se habla del endurecimiento de la política monetaria que están realizando los bancos centrales y poco de cómo afecta al alto nivel de endeudamiento público que experimentan los gobiernos. En opinión de Alvise Lennkh-Yunus, director de calificaciones soberanas y del sector público de Scope Ratings, los Gobiernos de la eurozona tendrán que ajustar sus presupuestos para hacer frente a los gastos de los tipos de interés más altos. “Esto subraya la urgencia de llevar a cabo reformas que impulsen el crecimiento para ayudar a mantener los elevados niveles de deuda pública”, sostiene.
Según el experto de Scope Ratings, ante la previsión de nuevas subidas de tipos de interés, impedirán que las grandes economías de la eurozona -Alemania (rating AAA/Estable), Francia (rating AA/Estable), Italia (rating BBB+/Estable) y España (rating A-/Estable)- reduzcan significativamente su deuda el próximo año, con unos ratios de deuda sobre el PIB que se mantendrán cerca de sus respectivos niveles de 2022.
“Las compras de deuda pública a gran escala realizadas por el BCE en los últimos años habían garantizado la sostenibilidad de la deuda pública en la región, al tiempo que contribuían a los esfuerzos del banco central por aumentar la inflación hasta el 2% tras muchos años por debajo del objetivo. Ahora, estos objetivos chocan. La necesidad de controlar la aceleración de la inflación ha obligado al BCE, junto con la mayoría de los bancos centrales, a aumentar los tipos de interés”, explica.
Mayor coste de financiación
Una de las conclusiones de Lennkh-Yunus es que las medidas del BCE aumentan el coste de financiación de los Gobiernos y el riesgo de recesión. Según su visión, la magnitud de las futuras subidas de los tipos de interés del BCE dependerá de las perspectivas de inflación, de la evolución de la economía, incluidos los mayores riesgos de recesión, así como de la política monetaria de otros bancos centrales, sobre todo de la Fed.
“El nuevo entorno de alta inflación pondrá a prueba la independencia del BCE y su capacidad para estabilizar los precios sin provocar una crisis de la deuda soberana. Sin embargo, para que la política monetaria logre reducir la inflación de la eurozona al 2%, probablemente será necesario reducir de forma considerable la demanda global, sobre todo porque la inflación está impulsada principalmente por factores de oferta, y no por un mayor crecimiento y un aumento de los salarios. Es poco probable que el BCE alcance su objetivo del 2% sin un endurecimiento cuantitativo, es decir, la reducción del stock de bonos del Estado en su balance. Queda por ver hasta qué punto la elevada inflación, que se ha acelerado desde finales de 2021, está impulsada por factores transitorios o permanentes”, argumenta.
Según sus estimaciones, es probable que la inflación general descienda en 2023-24 a medida que los precios de la energía se estabilicen debido a las fuerzas del mercado o a la intervención de los gobiernos, y que los tipos de interés más altos empiecen a frenar la actividad económica. “Siguiendo este camino, el BCE se arriesga a provocar una desaceleración económica más severa en 2023 y, además, mayores costes de financiación para los países. Esto supondrá un reto para los esfuerzos de los gobiernos de la eurozona por estabilizar la deuda pública y puede aumentar la presión sobre el banco central para que reduzca, y finalmente detenga, sus subidas de tipos”, añade el experto de Scope Rating.
Una consecuencia de este entorno será, en opinión de Lennkh-Yunus, el aumento de presión para que los países de la eurozona realicen reformas económicas para ayudar a mantener la deuda pública. “Conviene recordar la determinación del BCE no sólo de mantener la estabilidad de los precios, sino también de evitar la fragmentación en la transmisión de la política monetaria, manteniendo los diferenciales de la deuda pública dentro de ciertos umbrales no revelados. Parece probable que se produzca una compensación: tipos más altos a corto plazo para luchar contra la inflación, y solo una reducción muy gradual de los bonos del Estado a largo plazo, con intervenciones adicionales, si son necesarias, para preservar la estabilidad financiera”, afirma.
Por último, Lennkh-Yunus advierte de que estaremos ante el efecto combinado de una curva de rendimiento más alta y plana. Según explica, esto es importante para los presupuestos públicos de toda la eurozona, ya que los tipos más altos aumentarán los problemas de sostenibilidad de la deuda en los próximos años, incluso si se reducen los rendimientos específicos de cada país. “Además, los tipos nominales del mercado podrían seguir siendo elevados o incluso subir, independientemente de las políticas del BCE, si éste tolerara una mayor inflación y dejara de subir los tipos, por ejemplo, debido a una desaceleración más brusca de lo previsto en el primer semestre de 2023”, añade.
Para entender este nivel de endeudamiento, el experto recuerda que las crecientes demandas estructurales sobre los presupuestos públicos de la eurozona derivadas de los gastos sociales relacionados con el envejecimiento, la presión al alza sobre los gastos de defensa y las exigencias de la transición energética complicarán los esfuerzos para ajustar los saldos primarios. “En estas circunstancias, la aplicación de reformas que fomenten el crecimiento es, pues, fundamental para garantizar la sostenibilidad de la deuda pública”, concluye.