La semana pasada, el Banco Central Europeo (BCE) anunció la mayor subida de tipos de interés de su historia: 75 puntos básicos. De esta forma, el tipo de interés de refinanciación principal se ha situado en el 1,25%, el de depósitos en el 0,75% y el marginal de crédito en el 1,5%. Esta histórica subida es un mecanismo de defensa que pretende frenar la alta inflación a la que nos enfrentamos los europeos, la cual ya ha se sitúa en el 9,1%. Además, la inflación subyacente (que excluye energía y alimentos), según recuerda Daniel Lacalle, economista jefe de Tressis, se encuentra en niveles no vistos desde los años 90.
Lacalle considera que la decisión del BCE es «adecuada, correcta y está en el buen camino», pero advierte de que queda mucho por hacer antes de llamarlo normalización real. De hecho, Christine Lagarde, presidenta del BCE, ya ha anunciado que esta subida no será la última. Según ha adelantado, en los próximos meses llegarán más subidas, cuya magnitud dependerá de la evolución de los datos económicos.
“El BCE tiene una senda aún moderada de subida de tipos que deja los tipos reales en territorio negativo y, por lo tanto, debe seguir con este programa trazado, pero a la vez debe vigilar el entorno porque los estados europeos están lanzando enormes programas de gasto que suponen más riesgo de inflación y consumo de nuevas unidades monetarias y, a pesar de la normalización, el aumento de la masa monetaria en la eurozona (M2) continúa siendo mayor al crecimiento del PIB real”, explica Lacalle.
Bajar la fiebre antes de curar la enfermedad
La autoridad monetaria europea se enfrenta a decisiones complicadas, ya que tiene la obligación de frenar la inflación y llevarla al tradicional objetivo del 2%, pero las herramientas con las que cuenta para combatirla (subida de tipos) comprometen a su vez el crecimiento de la región. De momento, el BCE ha optado por centrarse en el problema más evidente: la inflación. Como resume Pedro del Pozo, director de inversiones financieras de Mutualidad de la Abogacía: “Hay que bajar la fiebre antes de ponernos a curar realmente la enfermedad”.
Desde el Instituto Español de Analista Financieros (IEAF), señalan que “una subida de tipos de interés puede resultar dolorosa para empresas y hogares y puede afectar al crecimiento económico, pero no hacerla puede tener consecuencias aún peores”. Por lo tanto, insisten en la importancia de mantener un equilibrio entre subir el coste del dinero y el riesgo de que provoque un parón en el crecimiento económico.
Además, la entidad explica que, en el control de la inflación, los bancos centrales se juegan su credibilidad, al ser su principal misión la estabilidad de precios. “El acierto estará en conseguir un equilibrio razonable entre una subida de tipos que no frene excesivamente el consumo y el crecimiento económico, algo que dependerá, entre otras cosas, de la magnitud de la subida”, reflexionan.
Consecuencias de la subida
Además del evidente impacto en la inflación, las medidas anunciadas por el BCE pueden traer, según los expertos, consecuencias en los distintos brazos de la economía europea:
Producto Interior Bruto (PIB). Según explican desde Mapfre Economics, el principal damnificado del encarecimiento generalizado de los precios están siendo, sin duda, los bolsillos de los ciudadanos. Mientras que la inflación superó el 10% en julio (máximos desde septiembre de 1984), los salarios apenas han crecido un 2,5%, lo que penaliza, según Daniel Sancho, responsable de inversiones de MGP (Mapfre Gestión Patrimonial), “al consumo doméstico y, con eso, al crecimiento económico y los márgenes empresariales”.
Mercados. Los principales selectivos ya habían descontado una subida de, al menos, 50 puntos básicos, sin descartar incluso los 75. Como afirman desde Mapfre, los mercados se habían puesto en el peor de los casos. Sin embargo, Ismael García Puente, gestor de inversiones y selector de fondos en MGP, cree que las bolsas todavía no han tocado suelo.
Por su parte, Adrián Daniel, gestor del MainFirst Absolute Return Multi Asset, señala que mientras se celebraba la rueda de prensa que anunciaba la subida, los mercados ya habían expresado su falta de confianza en la lucha contra la inflación a través de la caída de los precios de las acciones, el debilitamiento del euro y el aumento de los rendimientos de la deuda soberana europea. El experto considera que la situación general desde el punto de vista del mercado de capitales sigue siendo difícil.
Euríbor y condiciones financieras. Desde la primera subida de tipos anunciada por el banco central, el euríbor (tipo de interés que se aplica como referencia en los préstamos hipotecarios de tipo variable) no ha dejado de subir, alcanzando incluso niveles cercanos a los de 2012. Como consecuencia, el coste de las hipotecas a tipo variable subirá, pero Lacalle insiste en que no podemos olvidar que venimos de una época anómala de tipos ultra-bajos y que las familias se han preparado en su amplia mayoría trasladando hipotecas de tipo variable a fijo.
Además, tranquiliza señalando que esta subida de tipos no tiene un impacto severo sobre las condiciones de crédito y considera que las entidades financieras no van a restringirlo ya que dichas condiciones son todavía muy atractivas para la inversión y la deuda prudente.
Carteras de inversión. El contexto tan cambiante obliga a muchos inversores a actualizar sus carteras. Las petroleras, gasísticas y, en definitiva, las compañías energéticas se han beneficiado del entorno inflacionista a raíz de la guerra en Ucrania. Los precios energéticos altos, por tanto, les favorece, pero García Puente recuerda que “se han visto ganancias en el corto plazo, pero a medida que nos adentremos hacia un menor consumo, la demanda será menor y eso les acabará afectando”.
Previo al verano, comenta, los gestores de Mapfre comenzaron a reducir la beta de las carteras (menor riesgo), en favor de sectores como “consumo básico, salud e infraestructuras”, ya que “se comportan bien en una etapa final de ciclo y dotan de defensa al inversor, por lo que tiene todo el sentido si todavía nos encontramos en el suelo del mercado”.
Con la dicotomía de si entrar o no en el terreno inversor, la subida anunciada abre nuevas alternativas de inversión y ahorro. Así, los depósitos se pueden convertir en una alternativa real, si bien es cierto que la rentabilidad actual de dichos productos no palía completamente el efecto de la inflación (si la rentabilidad es menor al IPC, “el cliente pierde poder adquisitivo”).
Sancho argumenta que, si se está pagando una rentabilidad por depositar nuestro dinero, esto demuestra que hay alternativas en las que, “delegando en un gestor, se conseguirán mejores oportunidades”. Debe ser, en definitiva, la figura del asesor la que debe enseñar al inversor todas las alternativas posibles más allá de los depósitos y “no tener miedo al largo plazo”.