El Banco Central Europeo (BCE) cumplió ayer con las expectativas extendiendo las ayudas y el soporte para la economía europea, algo que hoy recogen las bolsas. Según la valoración que hacen las principales gestoras, el BCE garantiza la financiación “barata” para los Gobiernos, amplía las condiciones favorables de crédito a la banca y alivia el “sufrimiento” del sector bancario ante un entorno de tipos de interés muy bajos.
Según resume Konstantin Veit, gestor senior de carteras en PIMCO, esta última reunión de 2020 se centró, una vez más, “en la compra de activos y en las generosas provisiones de liquidez para el sector financiero en lugar de seguir bajando los tipos de interés oficiales, en consonancia con nuestra opinión de que el BCE está cerca del límite inferior efectivo del tipo de la facilidad de depósito”. En concreto, ayer el BCE dio a conocer un paquete de medidas de política monetaria que en general se ajusta a las expectativas del mercado. El paquete incluía:
- 500.000 millones de euros adicionales de compras de activos netos a través del programa de compras de emergencia para pandemias (PEPP) hasta por lo menos el final de marzo de 2022, llevando el PEPP a 1,85 billones de euros. Esta cantidad se sumará a los 20.000 millones de euros mensuales de compras de activos netos de duración indefinida.
- Una TLTRO adicional (operaciones de refinanciación a más largo plazo dirigidas) más allá de marzo de 2021, así como una ampliación del período de tipo de interés preferencial del -1% en el marco de la TLTRO-III hasta junio de 2022.
- Operaciones de financiación a plazo más largo adicionales de emergencia por pandemia (PELTRO), una prórroga de las medidas temporales de alivio de las garantías hasta junio de 2022, y la continuación de las operaciones de préstamo regulares como procedimientos de subasta a tipo de interés fijo con adjudicación plena.
En opinión de Veit, confiar menos en los tipos de interés y más en la compra de activos significa que, al igual que el Banco de Japón, “el BCE ha subordinado de facto la política monetaria a los responsables políticos de los Gobiernos encargados de la política fiscal. Dado que la política fiscal se considera el instrumento preferido en un entorno de elevada incertidumbre cerca del límite inferior efectivo, el papel del BCE consiste principalmente en posibilitar la política fiscal y garantizar unas condiciones de financiación favorables para los sectores público y privado de la economía de la zona del euro”.
Anna Stupnytska, economista global de Fidelity International, considera que “el BCE se siente cómodo con el actual nivel de las condiciones financieras y su impacto en la economía”. Sin embargo, la presidenta Christine Lagarde hizo hincapié en la flexibilidad del BCE para adaptar las compras de activos en función de las condiciones financieras, ya sea aumentando la dotación del PEPP o, por el contrario, no utilizando por completo la existente.
“A medida que se acerca el final del año 2020, y teniendo en cuenta las noticias positivas sobre las vacunas, el BCE tendría razón si fuera cautelosamente optimista sobre las perspectivas de crecimiento de la zona euro en 2021. Sin embargo, la incertidumbre sigue siendo elevada y una serie de riesgos relacionados con las cicatrices que ha dejado la pandemia, desde la eficacia de las vacunas hasta la geopolítica, pueden hacer descarrilar fácilmente la recuperación. No cabe duda de que el BCE tendrá que seguir ofreciendo un sólido acomodo en el futuro inmediato”, señala Stupnytska.
Las gestoras también llaman la atención sobre los dos asuntos que más preocupan al BCE: la inflación y la revalorización experimentada por el euro. “El BCE subrayó que seguiría de cerca la evolución de los tipos y su impacto en la inflación, lo que debería ser una señal suficiente para el mercado de divisas. Obviamente, el BCE no se sentiría cómodo con una mayor apreciación del euro, ya que ello ejercería presión sobre la ya moderada tendencia inflacionaria. La inflación ya se ha visto deprimida por el nuevo bloqueo, aunque se espera que el impacto económico sea menos grave que en primavera. No obstante, el banco central pinta un cuadro muy cauteloso del desarrollo económico. Las expectativas de crecimiento para 2021 se han revisado a la baja, al igual que la trayectoria de la inflación. Para 2023, también, el BCE espera que la inflación aumente sólo un 1,4 %, alejándose más del objetivo de inflación. En este contexto, Lagarde reiteró varias veces que la atención seguirá centrada en garantizar condiciones de financiación muy favorables para toda la economía a largo plazo. Y eso significa en última instancia que el BCE seguirá siendo expansivo y las compras de bonos continuarán. Lo que comenzó como una novedad en 2015 con las compras de bonos del gobierno se ha convertido desde hace tiempo en la nueva normalidad”, explica Ulrike Kastens, economista para Europa de DWS.
“Para aquellos que esperaban pistas más jugosas sobre la postura del BCE en relación a la apreciación del euro, Lagarde rebatió cualquier indicio de especulación al referirse al tema con una respuesta de manual: el tipo de cambio no es un objetivo específico de la política monetaria, aunque su impacto sobre la inflación es estrechamente monitoreada por el BCE. Nuestra lectura al respecto es que el BCE mantendrá un bajo perfil de atención sobre la apreciación del euro, a menos que esta sea muy sostenida y rápida y su efecto de traspaso sobre los precios domésticos sea considerable. El par euro/dólar osciló poco menos de medio punto porcentual sobre los comentarios de Lagarde durante la conferencia de prensa, indicando que los mercados parecen creer lo mismo”, añaden los analistas de Monex Europe.
El impacto de las medidas
Según la valoración de Andrew Mulliner, gestor del equipo de renta fija de Janus Henderson, es cierto que el anuncio del BCE se ajustó a las expectativas, sin embargo, “los matices de la declaración pusieron de manifiesto que el BCE está menos convencido de su postura de lo que indican los titulares”. Para Mulliner, se observó que si bien el programa PEPP podía ampliarse más y que no era necesario utilizar plenamente la actual dotación de compras. “Mientras que la intención es la de preservar una postura acomodaticia, parecía poco en las políticas o la intención que indicaba que el ECNB sentía que necesitaba aumentar el nivel de acomodación de los niveles actuales”, matiza.
Paul Diggle, economista senior de Aberdeen Standard Investments, reconoce que el anuncio de las medidas no ha tenido un gran impacto dado que estuvieron más o menos en línea con lo que se esperaba. “En todo caso, la comunicación en la conferencia de prensa le dio a todo el evento un toque poco útil de halconería. Los pronósticos económicos a la baja del BCE, adoptando una visión relativamente cautelosa sobre la velocidad con la que las vacunas permiten el retorno a la normalidad, significan que probablemente no sea la última incursión en el estímulo monetario de este ciclo”, señala Diggle.
En este sentido, Andreas Billmeier, analista de deuda pública de Western Asset (gestora de inversión especializada en renta fija de Franklin Templeton), apunta que, una vez más, la institución ha evidenciado su intención de ser una contraparte segura y solidaria para con sus Estados Miembro. “La reacción del mercado tras las declaraciones fue más bien comedida. El BCE quiere trasladar la imagen de un banco central que busca reducir la incertidumbre para el sector privado y, al mismo tiempo, mantener las condiciones financieras inalteradas: un objetivo que ha cumplido hoy”, comenta Billmeier.
Por su parte, Aaron Anderson, vicepresidente senior de análisis de Fisher Investments, considera que Christine Lagarde y otros responsables de bancos centrales han emitido un mensaje claro: no tienen ninguna prisa por cambiar las políticas monetarias ultra acomodaticias a corto plazo, especialmente teniendo en cuenta la segunda oleada del COVID-19 y los nuevos confinamientos. “Sin embargo, sería un error pensar que estas políticas están sustentando la economía o los mercados de valores. Los responsables de los bancos centrales han inundado las hojas de balance de los bancos, pero esos fondos no están fluyendo a través de la economía de la manera habitual. Dicho de otro modo, aunque la cantidad de dinero en efectivo ha aumentado, la velocidad ha descendido considerablemente, lo cual ha silenciado el impacto económico”, advierte Anderson.
Para Samy Chaar, economista Jefe de Lombard Odier, el BCE ha demostrado que tiene una “clara preferencia” por los programas de compras y las operaciones de refinanciación como instrumentos de su política monetaria, en vez de abrirse a más recortes en los tipos de interés. En su opinión, “esto ayuda a anclar los tipos de interés en territorio negativo y a mantener bajo control los diferenciales de crédito periféricos. Asimismo, las últimas acciones del BCE deberían contribuir a asegurar la recuperación de la pandemia gracias a unas condiciones de financiación todavía extremadamente favorables, y limitar los daños económicos de la segunda ola, especialmente en un contexto de apoyo fiscal más expansivo a través del Fondo Europeo de Recuperación”.
“Los tipos de interés podrían permanecer como están hasta 2024 o incluso más tiempo, si el Banco Central Europeo quiere evitar otra crisis de deuda soberana. Con los niveles de deuda pública aumentando fuertemente, el BCE podría verse obligado a seguir añadiendo más estímulos, sólo para evitar el riesgo de otra crisis de deuda soberana. Además, parece que el BCE no quiere que el QE pierda fuerza antes de que los gobiernos de la UE hayan tenido la oportunidad de hacer uso del fondo de recuperación de la UE”, añade Azad Zangana, economista senior para Europa de Schroders, a este análisis.
Perspectivas sobre la UE
La reunión del BCE no ha sido lo único relevante esta semana para la Unión Europea. En su agenda tenía dos “citas” más determinantes para la estabilidad del proyecto comunitario y la recuperación de su economía: el Brexit y el desbloqueo del fondo de recuperación. Sobre este primer asunto, Marilyn Watson, Head of Global Fundamental Fixed Income Strategy de BlackRock, las negociaciones continuarán a lo largo de este fin de semana a la espera de “lograr un acuerdo antes de la fecha límite, el 31 de diciembre”.
De cara a la recuperación económica de la zona euro, será muy importante el fondo de recuperación desbloqueado desde ayer. Los analistas de BancaMarch apunta que, tras doblegar doblegar el veto de Hungría y Polonia, “se aprobará el mayor esfuerzo financiero de la historia de la Unión Europea, con 1,07 billones de euros en el marco presupuestario 2021-27 y 750.000 millones adicionales en el fondo de recuperación para paliar los efectos de la pandemia”. Las ayudas de este fondo, distribuidas en forma de subsidios y préstamos, podrían comenzar a llegar a partir de junio del 2021.
Sin duda, estos dos aspectos pesan en las perspectivas que hay sobre la región. Ayer el BCE mostró unas previsiones más “sombrías” que las de septiembre y con una caída del PIB para este año inferior, del -7,3% vs. -8% previo, pero asociada a una recuperación con menos impulso, del 3,9% vs. 5% previa.
“En cuanto a las previsiones de inflación, el BCE calcula un 0,2% este año y sin alcanzar el objetivo del 2% al menos en los tres próximos años. Por último, la institución reiteraba que las políticas monetarias por sí solas no son suficientes y que la política fiscal debía tomar el relevo. En cuanto a retomar el pago de dividendo, la decisión podría llegar la próxima semana y la institución podría mantenerse por mantener, a nivel general, el veto al pago de dividendo salvo en aquellas entidades que cuenten con el músculo financiero suficiente”, concluyen desde BancaMarch.