Este mes Bill Gross tiene un mensaje claro para sus inversores: ante el fin del QE la mejor estrategia es posicionarse en renta fija a corto plazo, bien sean bonos del Tesoro o crédito. El gestor del fondo PIMCO total Return Bond Fund, con 268.000 millones de dólares en activos, comenta que en este entorno tan complejo la mejor fórmula para la supervivencia es invertir en los activos más estables.
La carta mensual a inversores de este mes se titula “Seventh Inning Stretch” y hace referencia al descanso que hay en la mitad del séptimo periodo, en el juego del baseball. Durante este descanso el público aprovecha para estirar las piernas, dar una vuelta y tomarse algo antes de que cierren los puestos de comida y bebida. Los jugadores también aprovechan para descansar de cara a la recta final del partido. Para Gross, el baseball es el deporte más aburrido del mundo, seguido del cricket, y la analogía entre el baseball y los bonos no queda demasiado clara, aunque parece que igual que los jugadores de baseball están haciendo uso de esteroides que adulteran el juego, los bancos centrales han abusado del QE cambiando las reglas del mercado de bonos.
En todo caso, para esta temporada de baseball Gross recomienda cautela: “En un escenario extremo, esto se traduce en invertir en efectivo en la divisa más estable del mundo. Sin embargo, sea cuál sea su opción, dólares, euros o libras (la nuestra es el dólar), el efectivo o los repos ofrecen un rendimiento próximo a cero”, comenta Gross. Como alternativa propone los bonos de la parte más corta de la curva. “Si el desempleo y la inflación se pueden adivinar con relativa certeza, los tipos cortos son la apuesta más segura del estadio”.
Según comenta Gross, después del QE los bancos centrales han optado por una estrategia de “estimaciones de objetivos” para el nivel de tipos de intervención, que si funciona, puede dar a los mercados financieros y a la economía real una idea bastante clara sobre cómo financiarse y que rendimiento se pueden obtener en los próximos años.
Como en las ediciones pasadas de su carta mensual, Bill Gross dedica parte de su exposición a lanzar una dura crítica al Quantitative Easing (QE), y al daño que ha hecho a la economía, que ahora se enfrentará a una retirada de liquidez difícil de digerir. El Gran Inversor, al que alude Gross en referencia a los términos “Gran Gobierno” y “Gran Banco” que fraguó el economista Hyman Minsky, para denominar la política fiscal y la política monetaria que conseguían estabilizar la economía antes de la llegada del “New Normal”. Gross cree que ahora, igual que el baseball está adulterado por el uso de esteroides por parte de sus deportistas, los bancos centrales han adulterado su función y se están guiando por factores técnicos y no por fundamentales.
El QE ha conseguido matar el mercado de crédito, al llevar las tasas de interés a niveles cercanos a cero. “¿Para qué quedarse hasta el final del partido, si no hay nada que ganar?”, comenta Gross. El problema viene ahora, cuando se retire el QE y el mercado de crédito tenga que funcionar de nuevo sin este sobre-estímulo. En un periodo de inestabilidad como el que se avecina, Gross recomienda tomar el camino menos peligroso… los bonos a corto plazo.
Así, la inversión en renta fija a corto plazo tanto en bonos del Tesoro o en bonos corporativos serían la opción más beneficiosa para el inversionista. “Aunque su rendimiento sea bajo, al menos pueden sustentar estrategias basadas en el “rolldown” de la curva o en la volatilidad, que tienen un ratio de rendimiento en función del riesgo más alto que las estrategias basadas en duración, crédito o divisas”, explica.