Mario Draghi ha cambiado el tono de su discurso y ha dado más pistas sobre cuál será el comportamiento del Banco Central Europeo (BCE), que ha decidido mantener los tipos y el programa de compras intacto, pero ha eliminado la referencia a elevar los estímulos si las condiciones económicas empeoran.
Esta reunión de marzo se salda con un gran cambio en su discurso, ya que ha eliminado de su hoja de ruta la opción de seguir comprando deuda más allá de septiembre de 2018; eliminando así el sesgo de flexibilización, conocido como easing bias. La contrapartida a esta decisión es que esto podría estimular la fortaleza del euro.
De todas formas, este ligero cambio de rumbo ha venido acompañado con una visión más optimista de la marcha económica de la zona euro y ha elevado una décima su previsión de crecimiento para este año, al 2,4%, y ha rebajado el IPC de 2019 al 1,4%. Draghi ha reconocido que la inflación es tenue, pero considera que este año podría oscilar en torno al 1,5%.
“La clave es que el BCE ha dejado de hablar sobre qué hacer más si empeoran las condiciones económicas y financieras. Es un reconocimiento tácito de que la previsión económica en Europa es más prometedora de lo que era. El mercado está vendiendo porque este cambio nos acerca a la retirada de apoyos del BCE. Pero la reacción no debería ser desmesurada. Se trata de un paso minúsculo hacia adelante. Draghi probablemente empleará la rueda de prensa para intentar dar la vuelta a la reacción del mercado, pero nada de lo que puede decir va a cambiar la naturaleza de los movimientos”, explica James Athey, gestor en Aberdeen Standard Investments.
Stefan Isaacs, gestor y director adjunto del área de renta fija minorista de M&G, coincide en que lo importante es que el Consejo de Gobierno del BCE ha no reiterado su compromiso a aumentar la envergadura y duración del programa de compras. “A partir de ahora, el BCE probablemente empiece a encaminarse progresivamente hacia el endurecimiento de su política monetaria. Los próximos pasos previsiblemente serán el anuncio de otra reducción de su programa de compra de activos antes de ponerle fin definitivamente más adentrado el año, a lo que podría seguirle una subida de tipos en 2019”, afirma.
En opinión de Isaacs, este enfoque concuerda con un crecimiento económico por encima de la tendencia, la continua reducción de la brecha de producción y el aumento gradual de las presiones inflacionistas hacia los niveles objetivo. “Esta situación podría traducirse en una mayor presión sobre los rendimientos de la deuda pública, especialmente en el tramo corto, lo que probablemente beneficiará a los sectores cíclicos y debería seguir siendo favorable para los activos de riesgo”, concluye.