En China comenzó la crisis del COVID-19 y sus efectos económicos, y a China miran los expertos, analistas e inversores de cara a la recuperación, con la esperanza de que vuelva a ser el motor del crecimiento global. Sin embargo, ¿qué ven los empresarios chinos?
Según el último informe de Bain & Company, China’s Businesses Start Down the Path of Recovery from Covid-19, las industrias en China se enfrentan a importantes obstáculos a corto plazo mientras se esfuerzan por poner en marcha sus negocios ahora que la crisis del coronavirus ha remitido el país. De hecho, casi el 60% de los altos ejecutivos encuestados en multinacionales, compañías privadas, empresas estatales y joint ventures, y correspondientes a diversas industrias del país, son escépticos con respecto al éxito de las acciones que se van a implementar o se están implementando.
El documento explica que los problemas de flujo de caja y la escasez de piezas pueden retrasar los esfuerzos para poner en funcionamiento las plantas industriales. Además, es probable que la propagación de la enfermedad en el resto del mundo haya debilitado la demanda. “Los altos ejecutivos en China esperan que el COVID-19 golpee sus negocios a corto plazo y a este impacto le siga una recuperación gradual”, apunta en sus conclusiones.
Sin embargo, son muchas las incertidumbres. El informe reconoce que pocos equipos y juntas directivas han logrado superar una crisis de esta magnitud. Según el informe, mientras se consideran acciones para reducir los efectos de la crisis a medio y largo plazo, muchas compañías siguen preocupadas por el camino que les espera.
Además, el estudio indica que, entre los próximos 6 y 18 meses, las consecuencias de la epidemia incluirán un aumento de los costes operativos (mano de obra y materias primas, por ejemplo), interrupciones en la cadena de suministro y el posible deterioro en la demanda del mercado. Los desafíos serán diferentes en función de la industria. El comercio minorista, la manufactura avanzada y los servicios financieros, por ejemplo, están vinculados más estrechamente al ciclo macroeconómico y, como resultado, son más vulnerables a una desaceleración de la demanda.
Por último, desde la firma destacan que el informe muestra las respuestas que se consideran más efectivas a medio y largo plazo frente al COVID-19 varían de una industria a otra. “La fabricación avanzada, el comercio minorista, los servicios financieros y la tecnología, los medios y las telecomunicaciones generalmente ponen más énfasis en la reducción de costes y la eficiencia operativa para aumentar el rendimiento. Los minoristas, con sus amplias redes de proveedores, tienden a centrarse en optimizar sus cadenas de suministro a largo plazo, la gestión de proveedores y el inventario”, concluyen.