El 26% de los activos gestionados a nivel mundial se gestiona con criterios sostenibles y esta cifra podría crecer a tenor de la demanda imparable de los inversores. “No es una moda: la inversión sostenible ya está implicada en la literatura económica de finanzas y de desarrollo económico”, aseguró Javier Hernani, consejero delegado de BME, en el marco del curso ‘Las finanzas sostenibles y su importancia en el futuro de la economía’, organizado por la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE), y que se celebra en la Universidad Menéndez Pelayo (UIMP), en Santander.
Los datos lo demuestran: existen más de 30 billones de dólares invertidos con criterios sostenibles en todo el mundo, el 26% del total, con más de la mitad de los activos en renta variable y un 36% en renta fija. Además, más del 80% de los grandes inversores institucionales emplea criterios ESG en su selección de activos y el 93% de las grandes compañías mundiales incluye información sobre sostenibilidad en sus informes anuales.
Fuente: Global Sustainable Investments Review 2018 (Global Sustaible Investments Allianz)
Siguiendo con cifras que demuestran su importancia, el presidente de BME destacó que ya existen 1,45 billones de dólares en emisiones de bonos alineadas con el cambio climático en el mundo, y Europa tiene el mayor volumen de bonos orientados al clima en circulación, y también destacó la mayor participación de los emisores privados, que han ido creciendo en importancia (desde el 0% en 2007 hasta más del 60% en 2018), lo que demuestra que “no es una moda”.
En concreto en bonos verdes, el objetivo es alcanzar el billón de dólares en 2020 para generar un impacto en la descarbonización de la economía, según el objetivo establecido en la cumbre del clima de París en 2015 (a cierre de 2018, el volumen emitido es de 521.000 millones). Y en este punto, España tiene mucho que decir, porque es la séptima potencia mundial en su emisión, solo por detrás de EE.UU., Francia, Alemania, Holanda, Bélgica y Suecia, una posición muy por encima de su peso en la economía mundial.
Y es que las emisiones se disparan en paralelo a la demanda de los inversores: “Nueve de cada 10 de las principales gestoras del mundo han firmado los Principios de Inversión Responsable (PRI) de la ONU”. Es decir, los grandes fondos de inversión y de pensiones están diversificando sus carteras hacia bonos verdes. Y en concreto, los inversores más permeables son los millennials: “En la cultura de estos nuevos inversores, el efecto de la ESG es más importante a medio plazo”.
Una buena inversión
Y es que la sostenibilidad es una buena inversión: “Lo importante es que sea una inversión rentable; si no lo es se convertirá en algo perecedero”, dijo Hernani. Sin embargo, las carteras top 40 han batido a los índices, y de ahí el interés inversor.
Con todo, abogó por aclarar las definiciones: “La sostenibilidad concepto amplio y es importante y ya está en el ADN de muchas actividades y debates sobre lo que hay que hacer en la sociedad. El mundo de banca y mercados no puede ser ajeno a todo esto pero todas las medidas tomadas tienen que tener una financiación y eso pasará por los mercados u otras vías de financiación. En este aspecto son importantísimas las definiciones y todavía estamos en un mundo iniciático, pero con buena pinta y volúmenes respetables”, añadió.
Y apeló a la transparencia de los mercados regulados: “El tema de la sostenibilidad está cada vez más presente, dentro de la relación habitual de los inversores y grandes inversores. Es un error que se vayan a mercados opacos porque eso va en contra de la transparencia y la sostenibilidad”, añadió. “El núcleo central de la crisis provino de la falta de transparencia en activos concretos, al valorarlos”, recordaba. En su opinión, la transparencia que aportan los mercados regulados son un factor clave de la sostenibilidad.
El papel de BME
En este sentido, el papel de BME está siendo intenso: participa en grupos de trabajo internacionales, admite a negociación bonos con sello verde, colabora con la elaboración de índices sostenibles, y apoya la formación y cultura financiera a través del Instituto BME.
Sobre su negocio, reconoció que sigue adelante su plan estratégico de compras, con un horizonte de tres años. Aunque aún BME no ha hecho ninguna adquisición relevante, su plan sigue siendo el mismo: “Tenemos capacidad financiera suficiente como para atacar compañías que puedan acelerar el time to market. La visión es que BME sea más grande, y tenga una infraestructura capaz de dar servicio a los clientes de forma más completa”. Tras no salir adelante sus planes con Inversis, reconoció que están estudiando otras alternativas.
Impuesto a las transacciones financieras
Sobre el impuesto a las transacciones financieras, indicó que “es un error porque coloca al mercado en una peor composición competitiva” con respecto a Europa. Pero además, dijo, “es un error conceptual de gran calado”: “La única forma de que sea equitativo es que sea europeo pero además es un error en sí mismo: terminará pagándolo el ciudadano… y un incremento del coste de transacción se coloca en el coste de financiación”, apostilló.