Edouard Carmignac tuvo la oportunidad de almorzar con el hoy presidente Donald Trump hace 20 años. Fue un almuerzo de negocios en el que el fundador, presidente y CIO de Carmignac Gestion pudo hacerse una buena idea del carácter del por entonces solo hombre de negocios, que le ha servido para evaluar cómo podría ser su segundo mandato no consecutivo al frente de EE.UU.: “Donald Trump, por sus defectos, puede ser criticado, pero hay que reconocer que tiene un instinto formidable. En un mundo que busca crecimiento, pero que es globalizado y donde los modelos tradicionales ya no funcionan, su enfoque tiene impacto”. Aunque el presidente y CIO admitió que entre las promesas de Trump “hay propuestas extremas que, a veces, pueden parecer radicales”, también afirmó que “se necesita audacia y liderazgo, porque los antiguos paradigmas ya no son sostenibles”.
Son declaraciones que realizó Carmignac en el foro que organiza su firma anualmente en París para clientes y medios de comunicación, que este año también escenificó la celebración de los 35 años de la firma y de su fondo insignia, el Carmignac Patrimoine.
Uno de los grandes temas con implicaciones para la inversión que abordó Edouard Carmignac durante su intervención fue el del cambio del orden político mundial, mostrándose especialmente crítico con los países que contaban con gobiernos de izquierdas: “Los modelos clásicos de redistribución, que en el pasado funcionaban bien, ahora están agotados. No se pueden seguir redistribuyendo recursos si no hay manera de generarlos. Por eso, los modelos europeos enfrentan resistencia y necesitan reinventarse con gobernanza eficiente”. Sin embargo, a pesar de los desafíos, Carmignac optó por mostrar una actitud optimista, afirmando que “hay potencial” para conseguir un mayor crecimiento en Europa, y expresó su confianza en que los gobiernos europeos vayan virando sucesivamente hacia posiciones más conservadoras y de derechas, empezando por Alemania tras las elecciones que están programadas en febrero.
Carmignac puso como otro ejemplo de líder global a Javier Milei, con el que también tuvo la oportunidad de reunirse durante una hora; entre los temas de los que hablaron figuraron la economía y sus respectivas opiniones sobre la Escuela Austríaca, reveló. “Quedé impresionado por su inteligencia y su conocimiento de economía. Tiene una determinación implacable por cambiar la Argentina y llevarla adelante, lo cual tendrá un impacto no solo en su país, sino también en Sudamérica”, destacó.
Entre los temas de inversión para 2025 que están vigilando desde la gestora, Edouard Carmignac subrayó que “hay una revolución tecnológica en curso”, aunque matizó que prefería referirse a la misma como “inteligencia aumentada” más que como inteligencia artificial. “Estamos viendo una transformación que apenas comienza, y quienes inviertan en ello verán grandes oportunidades”. En cuanto a las criptomonedas, mostró una actitud más conservadora, insistiendo en cambio en la importancia de “seguir invirtiendo en proyectos con valor real y sostenibilidad a largo plazo”.
Fotografía para 2025
Raphaël Gallardo, economista jefe de Carmignac Gestion, se encargó de repasar de una manera más concreta y específica algunos de los grandes temas que están monitorizando en la firma para este año, y posicionando a sus fondos en consecuencia. Comenzó hablando sobre la situación actual de EE.UU. y, concretamente, a la difícil paradoja que afronta la nueva Administración Trump, que ha prometido la continuación del crecimiento pero sin comprometer a la trayectoria de la inflación.
Concretamente, Gallardo afirmó que hay tres factores que afectan a la trayectoria del crecimiento estadounidense: el elevado déficit (superior al 6%), que condicionará los presupuestos; la sostenibilidad del efecto riqueza que han experimentado las familias en los últimos años, al calor del encarecimiento de los activos financieros, que Gallardo puso en cuestión; y, relacionada con las anteriores, la evolución de los tipos de interés. En opinión del economista jefe “determinará el margen presupuestario”, pues cada movimiento en el precio del dinero tiene impacto directo sobre los múltiplos de la renta variable y de los activos inmobiliarios, además de absorber hasta un 20% de las rentas de las familias estadounidenses.
Para el economista jefe, Trump dispone de cuatro palancas para conseguir esta complicada maniobra: la reducción de los gastos públicos a través de la oficina de nueva creación DOGE, liderada por Elon Musk; un impulso a la desregulación, particularmente en lo que afecta a la inteligencia artificial; la aplicación de los aranceles, y la reducción del precio del petróleo mediante la estrategia de inundar el mercado con más barriles, lo que implicaría también nuevas negociaciones con los saudíes e incluso con las autoridades rusas, llevando eventualmente a una resolución del conflicto bélico con Ucrania.
En el otro lado del mundo, el economista se refirió a la “obsesión con el superávit comercial” de China, números que considera inflados porque el país acicateó sus exportaciones en 2024 en anticipación de la aplicación de nuevos aranceles. Gallardo considera que el gobierno de Xi Jinping se encuentra actualmente “en un impasse” en el que sigue tratando de reducir el impacto negativo del sector inmobiliario sobre la economía al tiempo que trata de “fijar un mínimo de consumo sin cambiar el modelo de la economía”.
En cuanto al posible choque entre EE.UU. y China en un nuevo episodio de la guerra comercial, el experto considera que hay varios factores en juego: anticipa un nuevo cambio en las reglas de la relación comercial entre ambos países – aunque considera que ahora Trump, a diferencia de 2018, no está siendo tan agresivo con los aranceles de mano-, pero también alude a factores como la influencia de la guerra de Ucrania y un posible desenlace o incluso al tráfico de fentanilo de un país a otro.
Finalmente, el economista de Carmignac considera que la UE puede jugar una baza importante en esta rivalidad histórica, de tres maneras: en primer lugar, convirtiéndose en un mejor cliente de los EE.UU., particularmente mediante más demanda de bienes y servicios estadounidenses en los segmentos de defensa y gas; en segundo lugar, coordinando fuerzas con EE.UU. para desacoplar la evolución tecnológica de China, buscando una ventaja competitiva; y, en tercer lugar, jugando la carta de la desregulación también en territorio europeo con normas que afecten a compañías estadounidenses, como por ejemplo la normativa sobre gigantes digitales