La renta fija sigue siendo la espina clavada en las carteras de los inversores, sobre todo para aquellos que son más conservadores. 2019 no ha sido un año tan malo para esta clase de activo, pero la mayoría de las gestoras y analistas coinciden en que para lograr un rendimientos más atractivos habrá que seguir apostando por las duraciones cortas, evitar los bonos gubernamentales a largo plazo y asumir algo más de riesgo.
Ante la escasa rentabilidad de los bonos gobierno y de los bonos corporativos europeos, y los altos nominales que exigen algunos emisores, la renta fija seguirá siendo un activo con poco atractivo y que exigirá mucho trabajo a los gestores. “Utilizando una metáfora literaria, el entorno actual tiene todos los atributos del confuso dualismo de Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Por un lado, tenemos al Mr. Hyde: la incertidumbre que rodea las conversaciones comerciales entre EE.UU. y China. Por otra parte, tenemos al Dr. Jekyll: el crecimiento mundial se mantiene en torno al 3% para 2019, lo que se acerca a su media de seis años”, señala Christel Rendu de Lint, responsable global de renta fija y absolute return de Union Bancaire Privée (UBP).
Pero las gestoras, son optimistas. Las perspectivas para la renta fija en 2020 de Steve Ellis, CIO de renta fija de Fidelity, son positivas debido al entorno monetariamente expansivo y a la relajación del conflicto comercial entre EE.UU. y China. “Tal vez no veamos los niveles de rentabilidad de 2019, ya que los diferenciales se han estrechado considerablemente, pero si no se produce una recesión o una crisis de inflación esperamos rentabilidades sólidas en las áreas con mayores rendimientos de los mercados mundiales de renta fija. Podría ser el momento de considerar la protección contra la inflación ahora que los mercados son tan pesimistas sobre los futuros aumentos de precios. Además, el pesimismo del mercado en relación con la inflación es excesivo, lo que significa que podría ser un buen momento para considerar los bonos indexados a la inflación”, explica Ellis.
En esta misma línea, desde Janus Henderson Investors sostiene que los tipos negativos y la debilidad de los datos dibujan un entorno complicado, pero hay margen para confiar en esta clase de activos, capaz de soportar condiciones económicas mundanas. “La política de los bancos centrales determinará si se evita la recesión en 2020. Nosotros creemos que así será y esta circunstancia se verá acompañada por una ampliación del ciclo de crédito que resultará favorable para los bonos corporativos, si bien, teniendo en cuenta las cifras de unas rentabilidades que ya son bajas, los inversores deberán prepararse para un rendimiento modesto de la renta fija en general”, sostiene Jim Cielinski, responsable global de renta fija de Janus Henderson Investors.
Ideas para 2020
Según la visión de Rendu de Lint, es vital reconsiderar los segmentos del mercado de bonos “defensivos” denominados en euros, como el mercado monetarios agregados, y enfocarlos con una estrategia de inversión de rentabilidad absoluta basada en la gestión activa de la exposición a los tipos de interés (en primer lugar) y al crédito (en segundo lugar), con un enfoque en la preservación del capital.
En este entorno, la deuda de los mercados emergentes en moneda fuerte es atractiva, sobre todo los bonos high yield asiáticos, al menos para Fidelity. “No esperamos que los impagos suban con fuerza, aunque podría ser sensato mantener una postura defensiva. Nos gusta la deuda china, que ofrece unos rendimientos aceptables. La deuda total está aumentando en China, pero por ahora es gestionable. Si la guerra comercial se agrava y las condiciones empeoran, las autoridades chinas probablemente intervengan y apliquen estímulos presupuestarios o monetarios aunque de forma muy específica, como están haciendo actualmente. El banco central ha ido recortando los coeficientes de reservas obligatorias y los tipos a un día, mientras que el déficit presupuestario de China ronda el 6,5% del PIB. Nuestros indicadores propios sugieren que los estímulos actuales están surtiendo efecto”, argumenta Ellis.
A la hora de hablar de clases de activos, Cielinski comenta que los bonos de titulización de activos y de titulización hipotecaria podrían centrar especial interés. “Los factores ESG también serán más relevantes a la hora de invertir en renta fija. Es importante no anclarse en un pensamiento o posicionamiento propios al bregar con los virajes geopolíticos y de la percepción que nos depara el futuro”, añade.
En opinión de Ken Leech, director de inversiones de Western Asset, filial de Legg Mason, el contexto macroeconómico que se vislumbra para 2020, junto con los unos fundamentales crediticios razonablemente sólidos, seguirá ofreciendo un “apoyo técnico” a los bonos corporativos. “El mercado de deuda estadounidense con grado de inversión sigue constituyendo un destino atractivo para los inversores a escala mundial debido a su tamaño, su liquidez y sus interesantes rendimientos en comparación con el Reino Unido, Europa y Japón. Dado que la inflación está descendiendo en muchos países emergentes —lo que permite a los bancos centrales rebajar los tipos y apuntalar la actividad económica—, también creemos que los rendimientos reales de la deuda emergente resultan interesantes y presentan margen de compresión.
“Navegar” en renta fija
La clave de 2020 será a qué tipo de activo dentro de la renta fija acudir y partir de una visión amplia. Según Giacomo Barisone, director de Finanzas Públicas de Scope Rating, el inversor deberá valorar muy bien si incluir deuda soberana en su cartera. “El problema es que estas condiciones financieras tan acomodaticias siguen alimentando una acumulación mundial de deuda, aumentando lo que ya son desequilibrios macro-financieros significativos, con implicaciones a más largo plazo para los ratings soberanos a nivel mundial», afirma Barisone. Las últimas cifras del Banco de Pagos Internacionales apuntan a un nuevo récord de deuda del sector privado y público no financiero mundial, con 184 billones de dólares en el primer trimestre de 2019, es decir, el 238% del PIB total. Estados Unidos, China, Japón y la eurozona representan en conjunto alrededor del 72% de la deuda mundial.
Para Cielinski será preciso ser cauto con las valoraciones y analizar todo el universo de renta fija. “Esperamos un incremento en la dispersión de las rentabilidades y, según prosiga la disrupción, será clave adaptar un posicionamiento activo. Son por lo general altas y, estando los tipos de la deuda pública tan bajos, apenas existen fundamentos sólidos para lograr rentabilidades sustanciales. Determinados sectores y ámbitos del mercado serán susceptibles a las sacudidas, en especial, en año de elecciones presidenciales en Estados Unidos; otros segmentos se verán respaldados”, añade este experto de Janus Henderson Investors.
Mark Holman, gestor de carteras y consejero delegado de TwentyFour Asset Management (Vontobel AM), espera un 2020 más desafiantes y con menos retornos. Por eso sostiene que, para un ciclo tardío y de bajos rendimientos, hace falta un fuerte enfoque en la gestión de la volatilidad y los riesgos. “Los inversores pueden mitigar la volatilidad aumentando la calidad crediticia, manteniendo la duración del diferencial de crédito bajo control, evitando sectores riesgos y comprando en balances sólidos de ciclo duradero. Creemos que los bonos del gobierno ofrecen una gran protección a la baja y no dañarán a los inversores mientras la inflación esté ausente y los bancos centrales estén en espera, y se deduce que una cartera equilibrada mantendría exposiciones estratégicas a estos activos”, explica Holman.