El nuevo entorno de tipos de interés, la ligera divergencia entre la política monetaria de los principales bancos centrales y los movimientos del mercado de bonos de las últimas semanas presentan un momento muy interesante para los gestores de renta fija.
En opinión de Alessandro Tentori, CIO de Europa en AXA Investment Managers, este año, habrá dos factores que impulsarán el rendimiento de la renta fija: “Por un lado, una gestión de la duración relativamente contenida, con un perfil defensivo en los bonos estadounidenses y cierto atisbo de optimismo en los bonos europeos; y por el otro lado, una gestión inclinada a asumir riesgos de crédito, incluido el alto rendimiento, especialmente en el mercado estadounidense, corroborado tanto por el análisis macroeconómico como por el de los balances de las empresas”.
Desde Neuberger Berman consideran que, después de varios años en los que los mercados de renta fija estuvieron impulsados principalmente por las políticas de los bancos centrales, este año probablemente la atención se centrará más en las acciones fiscales: las decisiones de política y ingresos de la nueva administración Trump, así como las de otros gobiernos que están reorientando sus prioridades o enfrentándose a tensiones financieras.
“Desde la llegada del COVID-19, los inversores se han enfocado en gran medida en los bancos centrales para obtener pistas sobre el desempeño de la renta fija, desde la implementación de políticas de tasas cero y la provisión de liquidez financiera para mantener la economía global durante la pandemia, hasta los ajustes para contrarrestar el aumento de la inflación en 2021 y 2022, y el ampliamente anticipado inicio del actual ciclo de relajación monetaria. Con la inflación en continua disminución, estamos entrando en un período de reducciones graduales en las tasas de los bancos centrales”, explica el documento de perspectivas de Neuberger Berman.
Principales ideas
Para los expertos de Wellington Management este es momento para aprovechar la divergencia en los bonos. Según reconocen, la cautela marcará la pauta en 2025, un año en que los rendimientos de la deuda pública pueden permitir a los inversores compensar la posible volatilidad de los tipos. “Los elevados niveles de crecimiento nominal en todo el mundo son un punto de partida que debería amortiguar el impacto de una posible desaceleración económica global. En este momento, no prevemos una recesión ni, por consiguiente, que aumenten las bajadas de calificación y los impagos. Pensamos, asimismo, que, hoy por hoy, los títulos de high yield compensan adecuadamente a los inversores por el repunte de la volatilidad. En este sentido, la excepción a la regla es el tramo largo de la curva, en el que los bonos de mayor vencimiento atraviesan dificultades debido a la dinámica de la oferta, las expectativas de inflación y el mayor crecimiento nominal”, explican.
Por su parte, Tentori apunta que, en 2025, no sólo hay que tener en cuenta el efecto de la duración, el crédito y el riesgo cambiario, sino también la trayectoria de la política monetaria. “Esta última resultó ser un factor clave en la construcción de las carteras de obligaciones, en particular durante el periodo de Quantitative Easing. Podría volver a revelarse como un factor crucial para el rendimiento también en un futuro próximo, en un escenario de divergencia entre el BCE y la Reserva Federal”, sostiene.
Desde Aegon AM ponen el foco en los bonos de titulización de activos (Asset Backed Securities o ABS). Sobre ellos consideran que en un entorno marcado por el sentimiento y los fundamentales, los ABS deberían favorecerse. “La caída de los tipos de interés resulta favorable desde una perspectiva fundamental, aunque puede reducir el cupón de los productos a tipo de interés variable, como los ABS. No obstante, las expectativas de crecimiento e inflación han sufrido muchos cambios en los últimos dos años, al igual que las perspectivas de tipos de interés para muchos mercados. A los inversores en ABS les afectan menos los cambios en las expectativas de tipos de interés, ya que el carry de estos instrumentos depende principalmente de cómo se comporte el tramo corto de la curva. Como las curvas están invertidas, el rendimiento corriente es unos 80-90 puntos básicos más alto que la rentabilidad al vencimiento”, argumentan.
Un segmento que Felipe Villarroel, socio y gestor de carteras de Vontobel, considera especialmente atractivo para las carteras este año es el crédito corporativo. «Una de las principales razones por las que creemos que el crédito seguirá superando a la deuda pública a medio plazo son los fundamentales empresariales. Todo el mundo sabe que los diferenciales de los bonos corporativos son estrechos, y esperamos que experimenten cierta volatilidad en los próximos 12 meses. Sin embargo, si las perspectivas macroeconómicas siguen siendo razonables (es decir, si no hay recesión) y las finanzas corporativas siguen gozando de buena salud, entonces no vemos ninguna razón clara para pensar que las caídas vayan a aumentar demasiado», argumenta Villarroel.
El tirón del high yield
Después de que en 2024 los bonos high yield superasen en rendimiento a los bonos investment grade, los gestores parecen seguir decantándose por éstos. Según datos de Bloomberg, los activos de mayor rendimiento, como los bonos high yield, los préstamos apalancados y la deuda de mercados emergentes en moneda fuerte, superaron a los bonos de grado de inversión por cuarto año consecutivo. Específicamente, los bonos high yield en efectivo en Estados Unidos registraron un rendimiento del 8,19%, mientras que los bonos de grado de inversión tuvieron un rendimiento del 1,25%.
En este sentido los analistas de Loomis Sayles, firma afiliada a Natixis IM, señalan que el panorama fundamental sigue pareciendo fiable, respaldado por un contexto de beneficios positivos y una economía estadounidense resistente. “En la actualidad, la prima de riesgo del high yield se sitúa en el extremo más estrecho de su rango histórico, incluso teniendo en cuenta el contexto económico generalmente positivo. La buena noticia es que prevemos unas pérdidas crediticias relativamente moderadas este año, con unos impagos que probablemente se mantengan en torno al 3%. En conjunto, creemos que los bonos high yield seguirán siendo un lugar atractivo para obtener carry, aunque los inversores deberían rebajar un poco sus expectativas de rentabilidad total”, argumentan.