Whatever it takes, segunda parte. Así interpretan los analistas la comparecencia de Mario Draghi en rueda de prensa tras la reunión del BCE. El organismo, que se mostró preocupado y ha rebajado sus previsiones de crecimiento e inflación en Europa, también en un contexto de volatilidad en los mercados, ha mostrado su total disposición a seguir apoyando a la economía y a los mercados. Aunque han sido solo palabras, como aquella primera vez del “whatever it takes”, ha sido suficiente: Draghi ha dicho que, aunque aún es pronto para tomar medidas, «no hay límites» para actuar y ha prometido ampliar sus compras de deuda «más allá» de septiembre de 2016 «si fuera necesario».
Así, el BCE muestra así su flexibilidad y disposición para ir más allá de septiembre de 2006 en su programa de Quantitative Easing (QE) o expansión cuantitativa y también para ampliar los activos que compra. Aunque por el momento el QE seguirá hasta septiembre de 2016 con un volumen mensual de 60.000 millones de euros, como hasta ahora, el BCE reconoce que si la situación empeora el programa podría extenderse en el tiempo y en los activos. Eso sí, ha anunciado que el BCE aumentará el límite de las compras en las emisiones de bonos que puede comprar, desde el 25% inicial hasta el 33% ahora.
James Athey, gestor de inversiones en Aberdeen Asset Management, considera que la postura ha sido un recordatorio del “whatever it takes”: “Una vez más Mario Draghi se ha visto obligado a caminar sobre la cuerda floja en un acto de equilibrio en relación a la comunicación de su estrategia. Por un lado, no quiere acabar con la confianza en la zona euro, que ha demostrado una notable capacidad de resistencia en un escenario de sentimiento global débil y de aumento de la volatilidad. Pero asimismo, tiene que reconocer que la rebaja de las previsiones de crecimiento mundial, el endurecimiento de las condiciones financieras y la caída de los precios del petróleo hacen que sea cada vez más improbable que el BCE cumpla con su objetivo de inflación en el medio plazo. El banco central ya ha reducido sus previsiones de inflación, lo que ha tranquilizado a los mercados pues ha enviado una señal de que el BCE está dispuesto a tomar más medidas si fuese necesario. Draghi no lo ha dicho abiertamente, pero lo que hemos visto en la conferencia ha sido más que un recuerdo del “haré todo lo que sea necesario”.
Pero, en su opinión, si hay extensión del QE no será inminente: «El BCE probablemente tendrá que extender su programa actual de flexibilización cuantitativa, pero ni podrá ni querrá hacerlo de forma inminente. A Draghi le costó un gran esfuerzo conseguir el respaldo necesario para poner en marcha el QE por lo que una extensión del programa requerirá tiempo y de un mayor deterioro del panorama, antes de que veamos ninguna acción”.
Para Manuel Arroyo, director de Estrategia de JP Morgan AM para España y Portugal, el BCE sigue mostrando un gran apoyo al crecimiento económico y a los mercados y lo ha vuelto a poner de manifiesto, con su disposición a ampliar el QE si la situación lo requiere.
“Dovish, mucho más de lo esperado. Y se esperaba bastante”, asegura José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España, que recuerda que el BCE espera ahora que la economía crezca un 1,4% este año, un 1,7% el próximo y 1,8% en 2017, una desaceleración en parte por el menor crecimiento del mundo emergente. En cuanto a sus previsiones de inflación, un 0,1 % este año, un 1,1 % el próximo y 1,7 % en 2017.
Con respecto a la inflación, también ha comentado la posibilidad de que se vuelva negativa en los próximos meses, aunque reconoce que la caída en el precio del petróleo y las materias primas debería soportar el consumo y la inversión, destaca Scott Thiel, codirector de inversiones en renta fija fundamental y responsable del equipo internacional de bonos de BlackRock.
Otros se quedan con el mensaje de preocupación de Draghi: Andrew Mulliner, gestor de fondos del equipo de renta fija de Henderson Global Investors, comenta que «el tono del mensaje de la conferencia de prensa indica un nivel de preocupación que no escuchábamos desde el comienzo del QE y deja entrever que el banco central tiene el dedo firmemente en el gatillo en caso de que exista algún peligro de no lograr los objetivos de su política monetaria».