El discurso de ayer de Mario Draghi tras la reunión del Banco Central Europeo (BCE) fue similar al de julio: los tipos de interés se mantienen, así como las compras de activos por valor de 60.000 millones de euros al mes, intocables hasta finales de este año o “más allá si fuera necesario”. Nada sobre una posible retirada de estímulos, debido en parte a la fortaleza del euro. Por eso todas las miradas sobre las próximas decisiones en este sentido se han situado en la reunión de octubre.
Aunque el BCE no modificó su política monetaria en la reunión de ayer, fue una conferencia de prensa complicada para Mario Draghi. «Tuvo que hacer equilibrios en un intento de expresar confianza en la fortaleza y la amplitud de la recuperación económica, no mostrarse demasiado preocupado por la reciente fortaleza del euro y, al mismo tiempo, tratar de convencer a los inversores de que es conveniente mantener la política expansiva durante más tiempo”, explica Anna Stupnytska, economista global de Fidelity International.
Justamente, uno de los argumentos que esgrimió para no hacer cambios fue la fortaleza del euro que, tras la reunión, avanzó con fuerza “presumiblemente en previsión de que la fortaleza de la divisa termine prolongando la reducción de los estímulos cuantitativos”, destaca Stupnytska.
En opinión de Patrick O’Donnell, gestor de inversiones en Aberdeen Standard Investments, Draghi ha hecho suficiente para frenar la apreciación del euro. “No hay duda de que el BCE está preocupado por la apreciación del euro, pero hay poco que realmente pueda hacer al respecto. Esta es la razón por la que el euro ha subido basándose en lo que ha dicho Draghi: los mercados saben que no puede decir nada más”, afirma.
Otro punto clave de la reunión de ayer fue la revisión a la baja en una décima de las previsiones de inflación –también como consecuencia de la apreciación del euro–, que pasan del 1,3% al 1,2%. En cambio, sí ha revisado al alza las previsiones de crecimiento del PIB, que pasan al 2,2% para este año frente al 1,9% que había previsto.
Octubre, mes clave
Todo esto -y la fortaleza del euro en el epicentro de los mercados- ha llevado a Draghi a aplazar hasta otoño cualquier novedad o cambio en su calendario de estímulos, algo que no ha sorprendido. Pero en octubre ya se espera esa decisión: “El plan del BCE todavía es anunciar los planes de tapering de la flexibilización cuantitativa en octubre, como ampliamente espera el mercado”, recuerda O’Donnell.
“Dada la robustez de la recuperación económica y del mercado laboral, y los reducidos riesgos de deflación, el BCE casi seguro reduriá su programa de compra de activos a lo largo de 2018, aunque los detalles no se anunciarán hasta octubre. Con todo, Draghi restauró su compromiso para no subir tipos hasta después de que termine el programa de QE, debido a la dependencia de los futuros cambios en los tipos sobre el camino de crecimiento e inflación”, comentan Stephanie Kelly, economista política y James McCann, economista senior de Aberdeen Standard Investments. En general, en la gestora apoyan una retirada de estímulos medida y flexible en la Eurozona.
En opinión de Marilyn Watson, responsable de estrategia global de renta fija basada en fundamentales de BlackRock, “dado el contexto fundamental del bloque de divisas y los recientes datos macroeconómicos publicados, en particular los de Alemania, creemos que el BCE ajustará completamente su programa de compra de activos a finales de 2018”. Por su parte, UniCredit coincide en que la reducción de estímulos empezará en octubre y defiende que ésta será “de 40.000 millones al mes en la primera mitad de 2018 y 20.000 en la segunda mitad”.
En cambio, desde Columbia Threadneedle prevén que la reducción de los estímulos tendrá que esperar a comienzos del próximo año y alertan sobre los problemas a los que se enfrentaría el BCE si el euro se sitúa en el nivel de 1,25 frente al dólar. “Si el euro avanzara hacia el nivel de 1,25 frente al dólar, el BCE podría encontrarse atrapado entre un tipo de cambio desinflacionario y la necesidad de eliminar sus compras de QE antes de que se agoten los bonos para comprar”, advierte.
El otro inconveniente que puede surgir frente a la previsión de que definitivamente el BCE modifique su política en octubre es que la inflación continúe disminuyendo. “Como los pronósticos del BCE no muestren una mayor inflación en el futuro y una convergencia con el objetivo del 2% que no tendrá lugar antes de 2020, podemos esperar que las tasas de interés del BCE se mantendrán al nivel actual al menos hasta 2019”, advierte Philippe Waechter, jefe economista de Natixis AM.