¿Ha llegado el momento oportuno para invertir en Europa? Es una pregunta que recibe con frecuencia Muriel Mosango, gestora de renta variable de DPAM. Su respuesta es rotunda: “Las reglas del juego han cambiado para Europa. Hay margen para sorpresas positivas, específicamente para las compañías de calidad que son capaces de invertir y de refinanciarse a sí mismas en un entorno de tipos elevados”.
Mosango viajó recientemente a Madrid para ofrecer una actualización de las estrategias DPAM B Equities Euroland y DPAM B Equities Europe Sustainable, que invierten de forma activa en renta variable europea con sesgo de calidad. La estrategia DPAM B Equities Europe Sustainable invierte en compañías con al menos 1.000 millones de euros de capitalización y un tracking error máximo esperado del 8%, mientras que la estrategia DPAM B Equities Euroland invierte en valores con al menos 2.000 millones de capitalización y con un tracking error del 6%. Ambos fondos han batido el 2% anualizado después de comisiones con la misma o menor volatilidad que el índice en los últimos cinco años.
Búsqueda detallada de la calidad
Uno de los puntos fuertes de estas estrategias es el enfoque en sostenibilidad característico de la firma, que lleva 20 años integrándolo en su proceso de análisis fundamental. Mosango explica que una de las tesis de inversión de DPAM es que “existe un coste oculto sobre la huella de carbono”, que tiene un impacto directo sobre las compañías. Así, según el modelo de valoración que utilizan en la firma, algunas compañías en realidad están sobrevaloradas porque el mercado no está teniendo en cuenta que necesitarán hacer inversiones para reducir sus emisiones, con la consecuente repercusión sobre sus beneficios.
Este es uno de los criterios de peso incluidos en el detallado análisis que realiza el equipo gestor para llegar al stock picking de estas compañías: “Diseccionamos los diferentes sectores de manera que conocemos con mucha profundidad nuestras compañías, para saber cómo se van a comportar en el largo plazo. Buscamos a los líderes del futuro, y en esta búsqueda es realmente importante mantener la mente abierta”, explica la experta.
También indica que esa búsqueda tiene un componente de paciencia, pues el equipo se fija en la posible evolución de las compañías en un horizonte de dos a cinco años vista: “Nuestras compañías tienen que ser capaces de tener un comportamiento superior al de sus competidoras porque su BPA crece más rápido gracias a contar con una ventaja competitiva y una estrategia que se diferencia de otras”.
La definición de calidad que maneja DPAM incluye elementos como una buena gobernanza. “Pensamos que la manera en que las compañías asignan su capital es realmente importante, porque refleja de qué manera son conscientes de cómo es su entorno o de cómo lo será en los próximos años”, explica la gestora. Se fijan en aspectos como la alineación de intereses entre la compañía y sus accionistas, su capacidad para generar crecimiento de forma estable y duradera, su nivel de endeudamiento o su habilidad para crear valor “para la sociedad, para sus clientes y para los accionistas”.
Entre el amplio abanico de elementos que tiene en cuenta el equipo gestor también figuran la experiencia del equipo directivo, si tiene una cuota creciente de mercado, cómo afronta las dinámicas de ese mercado o si el modelo de negocio es resiliente y flexible. También miden el grado de eficiencia con el que administran sus recursos. Mosango destaca que en los últimos dos años se ha vuelto muy evidente la importancia de este último punto, dado el impacto que tuvo la escalada de los precios de la energía sobre los costes de producción. “La eficiencia de los recursos es para nosotros un testimonio de calidad”, resume.
El resultado son carteras de alta convicción concentradas en unos 50 a 60 valores, con un alto nivel de diversificación. “En Europa hay fuentes de crecimiento diversificadas, que no están vinculadas a un sector en particular, como sucede en EE.UU., y esto hace a la región todavía más interesante”, detalla Mosango.
La experta explicó que el equipo ha realizado una serie de cambios en las carteras en los últimos seis meses, incrementando la exposición a compañías de mediana capitalización como Pirelli, por su exposición a la industria del vehículo eléctrico, o Prysmian, una compañía de redes eléctricas que está expuesta al incremento de la demanda de electricidad en la próxima década por la extensión del uso de la IA. No es la única compañía en cartera con exposición al auge de la inteligencia artificial, ya que Mosango declara: “En Europa tenemos buenas compañías que son facilitadoras de la IA en el sector industrial y tecnológico”.
Otras compañías que han entrado en la estrategia en los últimos meses son la firma de consultoría Replay, la compañía de biomateriales Straumann o el banco Intesa Sanpaolo. En cambio, han vendido posiciones en compañías como Alten, Teleperformance o Kerry Group. En la actualidad, entre los mayores con mayor peso en cartera figuran Novo Nordisk, ASML, Schneider Electric, SAP, Astrazeneca, Beiersdorf, L’Oreal o Atlas Copco.
Es el momento para invertir en Europa
Mosango explica que el escenario ha mejorado para la región tanto en lo relativo a los fundamentales como desde el punto de vista macroeconómico; de hecho, los economistas de DPAM anticipan un crecimiento del 0,4% para el PIB de la Eurozona, aunque consideran que podría haber un mayor potencial alcista dado que los últimos PMIs han sorprendido positivamente. También han detectado un impulso en el crédito a un nivel adecuado y anticipan una relajación de las condiciones de préstamo. Además, añade Mosango, la caída en los precios de la energía también ha permitido que algunas compañías hayan recuperado productividad.
Adicionalmente, Mosango señala que Europa ofrece mejores perspectivas por valoración que otras regiones, ofreciendo un descuento de hasta el 10% respecto a EE.UU. y más revisiones positivas sobre los beneficios.
La visión de la casa es que la mejora de la productividad podrá contrarrestar las presiones inflacionarias, y creen que la inteligencia artificial va a jugar un rol muy importante para conseguirlo. “Pensamos que las compañías que sean capaces de apalancarse en la IA no tendrán problemas con las oscilaciones de la inflación. Particularmente si la inflación se mantiene en torno al 2% y son capaces de hacer lo mismo con costes menores”. Mosango añade que sucede algo parecido para las compañías que puedan apalancarse en sus políticas ESG, por ejemplo, si hacen un buen uso de la economía circular serán capaces de reducir los costes en materiales. “La economía circular ha demostrado su capacidad para reducir los costes de producción”, concluye.