Según el informe publicado por el despacho de abogados Baker-McKenzie, la inversión china en Europa ha experimentado un ligero descenso durante el primer trimestre de 2019. En contrapartida y, respecto al periodo anterior, la inversión en Estados Unidos por parte del país asiático ha aumentado ligeramente.
Después de un fuerte comienzo en 2019, impulsado principalmente por el cierre de dos grandes transacciones ya anunciadas en 2018 (Shandong Ruyi-Lycra y Anta-Amer), la actividad se estabilizó rápidamente tanto en Europa como en Norteamérica. Durante los primeros seis meses de 2019, las inversiones por parte de compañías chinas contabilizaron 12.300 millones de dólares en transacciones completadas en Europa y Norteamérica: 3.300 millones en Norteamérica y 9.000 millones en Europa.
En comparación con otros años, el estudio de Baker McKenzie señala que la inversión china alcanzó su apogeo en Europa en el primer semestre de 2017 con 53.900 millones de dólares y en Norteamérica en el segundo semestre de 2016 con 28.400 millones de dólares respectivamente. En palabras de Maite Díez, socia de M&A de Baker McKenzie: «Los principales motivos del descenso de operaciones de inversores chinos son los controles de capital establecidos por el gobierno de Pekín, las tensiones comerciales con EE.UU. y el progresivo endurecimiento del escrutinio sobre las inversiones chinas en los principales países receptores. No obstante que la inversión en Europa sea tres veces mayor que en Norteamérica muestra que los inversores chinos aprecian la calidad de los activos empresariales europeos y consideran que las sinergias son adecuadas para sus empresas, aunque el aumento de las restricciones regulatorias en relación con las inversiones extranjeras en determinados activos les hace ser más cautos a la hora de llevar a cabo transacciones en volúmenes similares a años anteriores».
América del Norte y Europa no son las únicas regiones que han sufrido una disminución de la inversión china. La inversión global por parte de compañías radicadas en China se redujo aún más en el primer semestre de 2019, disminuyendo un 60% (hasta los 20.000 millones de dólares) las transacciones globales de M&A anunciadas recientemente por empresas chinas.
Los citados controles de capital establecidos en China han provocado que las empresas estatales renuncien a invertir en el extranjero: su actividad en Europa y Norteamérica ha disminuido significativamente, como muestra que las empresas privadas representen el 94% de la inversión combinada proveniente de China en ambas regiones. En Europa, la participación de las compañías estatales en la inversión total ha disminuido a niveles del 6%, tras haber representado más de la mitad de toda la inversión china durante los últimos cinco años.
Respecto al valor de las operaciones, el valor medio por transacción en América del Norte todavía está muy por debajo del promedio anterior al auge de 2015-16, con operaciones por valor medio de 35 millones de dólares en 2019 y 29 millones en 2018, apenas un tercio del valor medio por operación que se alcanzó en 2015, que era de 90 millones de dólares. El valor medio de las transacciones en Europa fue de 143 millones de dólares en el primer semestre de 2019, valores similares a la media de 149 millones de dólares por operación alcanzado en 2015.
Perspectivas poco halagüeñas
Las perspectivas del estudio, elaborado por Baker McKenzie, para el segundo semestre del año no son muy optimistas. Es probable que la inversión china en Europa y Norteamérica se mantenga en los bajos niveles actuales, sin que se prevea un cambio importante para los próximos meses. En junio de 2019, los analistas solo registraron 4.600 millones de dólares de transacciones de M&A anunciadas en Norteamérica y 2.000 millones de dólares en Europa.
Respecto a las perspectivas para los próximos meses, Maite Diez, socia de M&A de Baker McKenzie, concluye apuntando que «cualquier endurecimiento de los controles de capital por parte del gobierno chino tendría un impacto muy relevante en las futuras inversiones hacia el exterior y esto provoca un aumento de la precaución por parte del inversor chino, que evita transacciones potencialmente delicadas. No podemos olvidar que las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China pueden ir en aumento y también habrá que observar de cerca los criterios que establezca la UE -y la nueva Comisión Europea una vez eche a andar en otoño- respecto a la inversión por parte de empresas estatales chinas en suelo europeo. Todo ello provoca que, a corto plazo, veamos complicado volver a los volúmenes de inversión directa proveniente de China alcanzados en el pasado».