Según Stéphane Monier, CIO de Lombard Odier Private Bank, los efectos de una política monetaria más restrictiva, la elevada inflación y la ralentización del crecimiento se prolongarán hasta 2023. No obstante, en su opinión, una vez que los tipos de interés reales alcancen su punto máximo, el ciclo económico experimentará un cambio, creando oportunidades para aumentar las asignaciones en las carteras a los activos de riesgo.
En este contexto, advierte de que los principales riesgos para el crecimiento mundial siguen siendo unas políticas monetarias demasiado restrictivas, que empeorarían la asequibilidad de la vivienda en las economías desarrolladas. Además, “la guerra en Ucrania sigue teniendo potencial para provocar más daños en los mercados energéticos y, en Europa, en particular. Y cualquier nuevo retraso en la reapertura de la economía china pesaría sobre el crecimiento mundial, por ello no se pueden descartar nuevas tensiones geopolíticas en torno a Taiwán”, señala.
Ante la incierta situación actual, Monier propone 10 recomendaciones para invertir en 2023 y conseguir los máximos retornos:
- Un año pivote: buscar el punto de inflexión. El endurecimiento de la política monetaria en el mundo occidental, en medio de una desaceleración global de la actividad económica, se traduce en una configuración desfavorable para los activos de riesgo. La recesión y los nuevos recortes de las expectativas de beneficios empresariales son los principales riesgos a la baja tanto para la renta variable como para la renta fija. Los tipos reales máximos deberían suponer un punto de inflexión en los mercados. Para ello, la Reserva Federal tendrá que interrumpir su ciclo de subidas de tipos de interés a medida que la inflación se ralentiza y el desempleo aumenta. “A medida que se acerque este punto de inflexión, aumentaremos gradualmente los niveles de riesgo en las carteras añadiendo una mayor duración en los bonos del Estado y en el oro, así como en algunas acciones y créditos”, comenta Monier.
- Infraponderar los activos de riesgo por ahora. Las condiciones macroeconómicas justifican una exposición prudente a los activos de riesgo, centrándose por el contrario en los activos que pueden resistir mejor el impacto de un crecimiento más débil o de unos tipos más altos. En concreto, esto significa mantener acciones de calidad, bonos del Estado y crédito con grado de inversión. También implica sobreponderar las posiciones de efectivo a fin de poder invertir tan pronto como veamos oportunidades.
- Decantarse por la calidad y la diversificación. En los próximos meses, es probable que veamos nuevos mínimos en los mercados de renta variable, ya que los elevados costes de los préstamos limitan la expansión de los múltiplos de las empresas y las estimaciones de beneficios siguen ajustándose a las recesiones. En este contexto, las empresas de calidad con una baja volatilidad de los beneficios y una mayor capacidad para defender sus márgenes son buena opción. Estos valores tienden a obtener mejores resultados en las recesiones o cuando los beneficios disminuyen. En cuanto a los sectores de calidad, es destacable el sanitario, ya que goza de márgenes elevados y cierto aislamiento de la inflación, debido a su elevado poder de fijación de precios y una atractiva rentabilidad para los accionistas. Asimismo, es importante destacar que sus valoraciones siguen siendo poco exigentes en comparación con otros sectores defensivos de crecimiento.
- Perfiles de rentabilidad asimétricos. Las estrategias de opciones, como los diferenciales de venta sobre índices de renta variable, pueden proteger las carteras de las caídas los próximos meses. Por este motivo, “desde Lombard Odier hemos aplicado coberturas a las carteras a lo largo de 2022, y seguiremos gestionándolas tácticamente en función de las condiciones del mercado” traslada Monier.
- Buscar la diversificación a través de alternativas. Dado que las condiciones del mercado seguirán siendo relativamente difíciles, es aconsejable favorecer las estrategias de hedge funds resistentes como las macroeconómicas globales, las discrecionales y las cuantitativas. Estas deberían proporcionar diversificación, ya que tienden a beneficiarse de la dispersión del rendimiento entre las clases de activos y las regiones. Sus perfiles típicamente convexos, diseñados para rendir en periodos más extremos, deberían beneficiarse del entorno volátil con una correlación limitada con los mercados subyacentes. Algunas estrategias de valor relativo también deberían ofrecer rendimientos atractivos una vez que los tipos se estabilicen.
- La fortaleza del dólar continuará. La fortaleza del dólar estadounidense debería mantenerse los próximos meses, apoyada por los diferenciales de tipos, la restricción de la liquidez y aspectos comerciales de Estados Unidos. Otras divisas apoyadas en este contexto son el franco suizo y, potencialmente, el yen japonés. El euro y la libra esterlina deberían quedar rezagados, ya que sufren más problemas estructurales relacionados con el choque energético. El yuan chino también debería tener un rendimiento inferior, ya que la sólida balanza de pagos del país comienza a debilitarse.
- Aumento del atractivo del oro. Durante gran parte de 2022, los precios del oro estuvieron atrapados entre el apoyo de los riesgos geopolíticos y de recesión, y las presiones a la baja de los tipos reales y la fortaleza del dólar. Para Monier, “con unos tipos más bajos, un dólar más débil y una China que vuelve a abrirse, los precios del oro deberían subir. En octubre vendimos posiciones de venta sobre el oro, como un medio potencial de llevar nuestra posición a la neutralidad”.
- El crédito de alto rendimiento, cada vez más atractivo. A medida que mejore el sentimiento de los inversores, aumentará el apetito por los activos de riesgo. Una vez que los diferenciales de crédito de alto rendimiento reflejen mejor el precio de una recesión y los tipos se hayan estabilizado, el carry en este segmento será más atractivo que el grado de inversión y los bonos soberanos.
- La renta variable como oportunidad de compra. A medida que la inflación y la amenaza de unos tipos más altos empiecen a desaparecer, las valoraciones de las acciones y los múltiplos se beneficiarán. La relajación de las condiciones financieras hará que mejore el sentimiento de los inversores y, a su vez, que se amplíen las relaciones precio-beneficio. A mediados de 2023, las expectativas de beneficios y ventas se revisarán a la baja, y los mercados empezarán a mirar hacia 2024 y a la recuperación de la desaceleración cíclica. Esto ofrecerá oportunidades para añadir exposición a nombres cíclicos y de crecimiento.
Acciones de mercados emergentes y bonos en moneda local. Cuando la Fed interrumpa su ciclo de subidas de tipos de interés a medida que la inflación se ralentiza y el desempleo aumenta, es probable que los activos emergentes repunten. No obstante, es necesario un cambio en el sentimiento y en la dinámica de crecimiento. Si estos catalizadores se materializan, la renta variable emergente superará a los mercados desarrollados y la deuda emergente en moneda local parecerá cada vez más atractiva. “Si bien ya somos gradualmente más constructivos con respecto a los tipos locales emergentes, dados los ciclos monetarios bien avanzados, esperamos que las divisas emergentes se recuperen de los bajos niveles sólo cuando mejoren las condiciones financieras”, asegura Monier.