La bolsa de Estados Unidos ha superado ampliamente al conjunto del mercado con una volatilidad más baja. Así lo indica un análisis de Fidelity que añade además, que la renta variable estadounidense ha batido a los mercados desarrollados y a los emergentes durante la última década. Sólo desde 2013, el índice S&P 500 ha ganado un 30% más que la renta variable mundial (representada por el índice MSCI AC World) por rentabilidad total.
En el periodo posterior a la crisis, las acciones estadounidenses han registrado una volatilidad en forma de pérdidas de valor más bajas (y en descenso) que otros mercados desarrollados. Ello se debe en parte a que EE.UU. se caracteriza por un entorno político relativamente seguro comparado con Europa, que se ha visto golpeada en varias ocasiones por problemas de deuda pública y otras incertidumbres relacionadas con la viabilidad del proyecto europeo.
“El mercado estadounidense encuentra apoyo actualmente en varios factores estructurales positivos y en la relativa fortaleza de su economía. En el plano estructural, el país se beneficia de su excelente entorno empresarial, concretamente de un marco educativo, jurídico y financiero que estimula enormemente la innovación y que convierte a EE.UU. en el líder mundial en sectores de alto valor añadido”, explica Ángel Agudo, gestor del FF America Fund de Fidelity.
Para Agudo, los motores estructurales de EE.UU. no han perdido fuerza y a diferencia de la mayoría de economías desarrolladas, como Europa y especialmente Japón, la primera economía del mundo tiene una balanza demográfica relativamente buena, lo que sustenta las perspectivas económicas a largo plazo. “Además, EE.UU. se encamina actualmente hacia una mayor independencia energética gracias a la revolución de la energía del esquisto”, añade el gestor.
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Otros argumentos a favor de la renta variable estadounidense son para Fidelity la política monetaria, que con Janet Yellen a la cabeza, sigue siendo muy expansiva para estimular el crecimiento, y el consumo, que es el responsable de aproximadamente el 70% del PIB y sigue encontrando apoyo en la fortaleza del mercado laboral y la vivienda. Tras décadas de falta de inversión en infraestructuras, Fidelity cree que es probable que aumente el gasto probablemente, lo que podría impulsar el crecimiento.
“Ha quedado demostrada la incapacidad de la política monetaria para generar crecimiento, por lo que el gasto público cobrará mayor importancia de ahora en adelante. Este hecho es aún más evidente en EE.UU., donde el gasto en infraestructuras como porcentaje del PIB se encuentra en mínimos de 60 años. Dado que los dos candidatos presidenciales están a favor de un mayor gasto público para modernizar las vetustas infraestructuras estadounidenses, ese podría ser el motor de la siguiente fase de crecimiento en EE.UU.”, estima Aditya Khowala, gestor del FAST US Fund y el FF American Growth Fund.
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Además, aunquelas valoraciones de las acciones estadounidenses están por encima de las medias históricas, se encuentran relativamente baratas frente a los bonos.
“Existe un consenso cada vez mayor entre los inversores de que los bajos rendimientos de los bonos están bien asentados y que nos encontramos claramente en un entorno prolongado de tipos bajos. Desde esta óptica, creo que están apareciendo señales de un descenso estructural del coste del capital que, en general, apoya las perspectivas en torno a los precios de las acciones. En un contexto en el que amplias franjas del mercado de deuda pública cotizan en negativo, el uso de las ‘normas’ de valoración bursátil pierde utilidad. De hecho, las valoraciones de las acciones pueden subir a medida que los inversores se replanteen el valor que asignan a la capacidad de las empresas para generar efectivo e incrementar el dividendo”, dice Dominic Rossi, director de inversiones del área de renta variable de Fidelity.