Se acerca el verano y, teniendo en cuenta las experiencias vividas en los últimos años, se acercan también momentos de tensión y volatilidad. Pero Diego Franzin, responsable de Renta Variable Europea en Pioneer Investments, no está de acuerdo y considera que, siempre que el resultado del referéndum del Brexit sea negativo y los británicos se queden en la Unión Europea, este verano será diferente, más tranquilo. “En los últimos cinco años han pasado muchas cosas en los meses de verano, que han sido volátiles, pero este año podría ser diferente. No me sorprendería si es más tranquilo esta vez”, asegura.
La diferencia, dice, es que frente a años anteriores en los que los analistas e inversores han sido muy optimistas con respecto al crecimiento de los beneficios de las empresas europeas –luego pasaba algo y se producía una fuerte corrección-, este año ya se ha producido una corrección de mercado en enero y los analistas han revisado a la baja sus proyecciones. Además, el apetito por el riesgo y hacia la bolsa europea también es más bajo que años atrás, con los flujos en mínimos y las posiciones en acciones europeas planas o incluso infraponderadas en las carteras, tras las ventas en enero y febrero. “La demanda no es tanto por productos long-only sino más bien por líquidos alternativos, con perspectiva de retorno absoluto, más independientes de la direccionalidad del mercado, como fondos de mercado neutral o que busquen rentas”, matiza.
Así, espera incluso alguna sorpresa positiva de cara a los próximos meses. Por supuesto, si no hay Brexit (que, en caso de producirse sería dañino para Reino Unido pero más para Europa a largo plazo, dice), y considerando en sus previsiones la posibilidad de alguna subida de tipos en EE.UU. entre julio y septiembre. En este contexto, Franzin cree que el contexto apoya la inversión en renta variable europea, a medio plazo (“la política monetaria acomodaticia aún está aquí, hemos empezado a ver signos de la vuelta del consumo a la economía, aún no hay una política fiscal expansionista necesaria pero al menos ya no hay austeridad, Europa importa materias primas y su precio beneficia a la producción industrial, las valoraciones de las acciones no son extremas…”), si bien no ve una direccionalidad clara. “La volatilidad tiende a ser mayor y será así en el futuro. Cuando no hay una fuerte tendencia de crecimiento global, en el marco de un entorno con bajo crecimiento e inflación, cualquier noticia tiene el poder de cambiar completamente el escenario. Estamos en un régimen de mercado sin una fuerte direccionalidad, que se moverá en el rango de +/-10%”, explica.
Por eso, cree que la clave para dar rentabilidad al inversor se basa en el crecimiento de beneficios de las compañías: estima un 5% de crecimiento, por encima del consenso, y confía en que el euro –en un rango entre 1,1 y 1,15 dólares- será un factor positivo para los beneficios de las firmas exportadoras, que suponen un 40% del mercado europeo. “En Europa muchas firmas ya se han desapalancado y centrado en recortar costes y ahora mejorarán sus beneficios, más que en EE.UU.”, explica. Pero no todo vale y el stock picking es clave: “Las valoraciones están en su precio justo por eso es incluso más importante que antes realizar una buena selección de valores. Una estrategia top-down no vale para el futuro pues, dadas las valoraciones, es más importante seleccionar las compañías correctas”.
Y el stock picking también es clave para asegurar la diversificación de la cartera: en la gestora conforman carteras conjugando posiciones más estructurales y core con otras más tácticas que puedan servir para afrontar un mercado menos direccional. Así, su cartera se equilibra con nombres “core”, capaces de ofrecer protección en mercados difíciles (con fuertes balances, de calidad, crecimiento defensivo,…) con otros más tácticos que juegan el potencial de revaloración del mercado (exposición más value, a negocios domésticos, con crecimiento de beneficios y jugando historias de reestructuración).
Rotación sectorial: el value tomará el relevo
En contextos de recesión, los inversores suelen apostar por valores más defensivos y sectores como el de consumo básico, es la forma que tienen de jugar ese tipo de mercados. Debido a esa situación, Franzin explica que el año pasado hubo una gran penalización de nombres relacionados con el estilo de inversión value, al estar asociado a materiales, bancos, petroleras… “Ha habido una completa polarización de los mercados”, explica. “En 2016, el value ha tocado suelo y una sorpresa que podríamos ver es el rebote en este segmento del mercado, más cíclico y barato”, dice. En este sentido, cree en el potencial de un cambio de liderazgo en el mercado entre el value y el growth, tras un tiempo de predominio del segundo estilo. “Los inversores empezarán a reconsiderar una parte del mercado penalizada en los últimos años”, dice. En este sentido habla de compañías no solo con valoraciones atractivas, sino también de calidad, como la minera Antofagasta, expuesta al cobre y sobrepenalizada por la corrección de las materias primas.
Aunque el caso de los bancos es diferente: en la parte táctica de la cartera, Franzin explica la necesidad de considerar a los bancos, pero advierte de que afrontarán grandes retos como la dislocación de su modelo de negocio o grandes dudas sobre su rentabilidad a largo plazo. “El sector está aún dominado por la volatilidad y no vemos que puedan batir al mercado de forma estructural”, dice. Aun así, tienen algunos bancos en cartera, pero solo de alta calidad, como BNP Paribas en Francia, o algunos en Italia… todos ellos líderes en sus mercados y que no estén bajo amenaza de la competencia y la regulación. “Hemos de tener cuidado con los bancos que generan mucha rentabilidad por la actividad de banca de inversión. El sistema no está completamente limpio, aún habrá problemas y espero una mayor consolidación: habrá más campeones nacionales y los de mayor calidad absorberán los de menor calidad, sobre todo en países como España o Italia donde hay mucha fragmentación”, apostilla.