A mediados de 2018 el FMI alertaba de que la deuda global había alcanzado el 225% del PIB mundial por primera vez en la historia. Como consecuencia de la expansión cuantitativa de los bancos centrales, la deuda global es hoy más de tres veces superior al nivel de hace 20 años. La elevada deuda no es un problema menor y así lo ponía de manifiesto Didier Saint Georges, managing director y miembro del Comité de Inversión de Carmignac, durante un encuentro informativo en París. “Mi mayor miedo es lo que va a hacer la deuda cuando se ralentice el crecimiento económico, tanto la deuda pública como la privada”.
En su opinión, la principal diferencia hoy en día entre países fuertes y países débiles es esa: la deuda. En EE.UU., por ejemplo, la deuda privada es baja, pero la pública es muy elevada. En total, 72 billones de dólares que constituyen una cifra récord y que sorprenden si tenemos en cuenta que el país acumula años de crecimiento económico y prácticamente no hay desempleo. Pero Saint Georges advierte: “El problema es global y el ciclo está cambiando”.
Bajo este prisma, los bonos soberanos se han convertido, para Carmignac en activos refugio con prioridad sobre la deuda asiática y europea frente al bono estadounidense. Mientras, los mercados de deuda corporativa siguen estando penalizados, sobre todo en el segmento high yield. “En bonos de países desarrollados tenemos una historia de convergencia y el spread está reflejado en el riesgo que asume el inversor”, explica Saint Georges.
Pero en la inversión en renta fija, hay un activo que ha cobrado especial relevancia en los últimos tiempos: la liquidez. El “cash” cotiza al alza a la espera de mejores oportunidades en el mercado, pero también tiene un precio y así lo reconoce este experto. “Estamos preocupados por el coste de la liquidez y por el crecimiento”, afirma.
¿Oportunidad en deuda italiana?
En Italia los inversores se encuentran ante la disyuntiva de asumir un riesgo político y económico a cambio de un elevado potencial de retorno. Para unos merece la pena, para otros, no tanto. En opinión de Saint Georges, “no hay nada por lo que preocuparse en el corto plazo, en bonos de duraciones cortas, pero habría que ser más cauto en los de duraciones largas. El asunto de Italia no es político, es puramente económico”.
Sin embargo, el gran asunto es si el mercado empieza a temer una recesión. “La evolución actual de la economía no hace temerlo, salvo por la elevada deuda. Los mercados, sin embargo, pueden ser sensibles a una recesión”, añade.
El brexit y la globalización
En opinión de Saint Georges, “el brexit será malo para todos incluso en caso de que se logre un acuerdo negociado” y, en el caso de una opción “dura”, cree que las víctimas potenciales son Alemania y Francia. “Los votantes del referéndum olvidaron pensar en su bolsillo y tomaron una decisión emocional”, afirma.
Los inversores, añade, están bastante preocupados y han empezado 2019 pensando justo lo contrario que a principios de 2018, en modo pánico.
En el trasfondo, la rebelión hacia la globalización, que es, dice Sain Georges, lo que ha hecho crecer a China con fuerza y ha beneficiado a Italia, Francia y Alemania. Sin embargo, “la globalización afronta cada vez más dificultades en el plano político, pero constituye un catalizador económico demasiado fuerte como para volver atrás”, concluye.
Hay cierta rebelión hacia la globalización. Mi miedo es que incluso la globalización es lo que ha hecho a China crecer con fuerza y eso ha beneficiado a Italia, Francia y Alemania. Pero es demasiado fuerte para volver atrás.