El colapso de Lehman Brothers, la crisis de la deuda griega, el final de la flexibilización cuantitativa en Estados Unidos, la caída de los precios de las materias primas, la desaceleración de la economía china y la depreciación de su moneda, la guerra en Ucrania, las sanciones contra Rusia… Todos estos eventos contribuyeron a poner fin a una década de fuerte crecimiento en los mercados emergentes, pero estos países están más expuestos a la desaceleración que otros.
El FMI recupera su importancia
Cuenta Jean-Philippe Donge, responsable de renta fija en BLI, en el blog de la firma, que entre 2000 y 2009, a raíz de los ‘defaults’ de deuda pública en América Latina, Rusia y Asia en los años 80 y 90, la reputación del FMI fue socavada gravemente. No en vano, en el libro en el que analiza las reciente crisis y el papel desempeñado por las instituciones internacionales, el premio nobel de economía Joseph Stiglitz escribió que el FMI cometió errores en todas las áreas en las que ha intervenido: desarrollo, gestión de crisis y en la transición del comunismo al capitalismo.
“De Stiglitz a Varoufakis (el ex ministro de Finanzas griego), sus críticas han levantado ampollas. Los principales países emergentes, han llegado incluso a crear una alternativa a las instituciones de Washington con la puesta en marcha del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) 70 años después de la fundación del FMI. El NDB, lanzado en julio de 2014, tiene autorizado capital por 100 millones de dólares. Entre sus principales objetivos están el de financiar la construcción de nuevas infraestructuras y el desarrollo sostenible. Eskom, la compañía de producción y distribución de electricidad de Sudáfrica es uno de los beneficiarios de sus operaciones de financiación”, escribe Donge.
Pero la crisis de 2008 colocó de nuevo al organismo que dirige Christine Lagarde en el papel que siempre había tenido como garante de la estabilidad financiera global. Esto se refleja en la historia de los préstamos del FMI, que se habían hundido en la década anterior. En 2012, Grecia fue una de las primeras economías en pedir auxilio al fondo y en marzo de ese año, el FMI aprobó un préstamo de 28.000 millones de euros a la economía griega.
El FMI también firmó una serie de acuerdos, particularmente en 2015, que incluyen:
- Líneas de crédito flexibles para México y Polonia por el equivalente a 67.000 millones de dólares y 22.000 millones de dólares, respectivamente.
- Un acuerdo de extensión de 36 meses para Ucrania por valor equivalente a 17.500 millones de dólares. El país se benefició de programas de asistencia técnica.
El elixir de la devaluación
Independientemente de lo que ocurría en la zona euro (tensiones sociales, aumento de las protestas y avance de los partidos populistas de Madrid a París), afirma el experto de BLI, el hecho es que el fuerte aumento de los precios de las materias primas animó a varios mercados emergentes a aumentar masivamente su gasto. La crisis de deuda griega resultó ser una señal temprana de lo que iba a suceder en otras regiones del mundo.
“En muchos casos el periodo 2000-2009 condujo a un exceso de déficits insostenibles al tiempo que los precios de las materias primas caían. Esto se ve claramente en la situación de Brasil y Venezuela. Por desgracia, las reformas para lograr un crecimiento sostenible, tal como se llevaron a cabo, no fueron suficientes”, dice.
Por lo tanto, estos países necesitaron buscar soluciones que fueran más allá de recurrir a las instituciones financieras internacionales para tratar de contrarrestar el deterioro de sus finanzas públicas. “La devaluación o la adopción de un mecanismo de cambio flotante fue otra posible solución. China y Argentina fueron los primeros en ir por este camino a comienzo de 2014. Y a estos países les siguieron otros, en su mayoría exportadores de materias primas, como Rusia, Kazajstán, Nigeria o Venezuela”, apunta el responsable de renta fija en BLI.
Después de que su moneda cayera casi un 30% frente al dólar, en noviembre de 2014, el banco central de Rusia permitió que su moneda fluctúe casi con total libertad, guardándose la posibilidad de intervenir si es necesario. Debido a sus esfuerzos para defender el rublo, sus reservas de divisas se han reducido de 475.000 millones de dólares a 373.000 millones de dólares entre noviembre de 2013 y noviembre de 2014.
Sin entrar en demasiada teoría, Donge recuerda algunos de los objetivos esperados cuando los países devalúan su moneda:
- En términos de equilibrio financiero: para limitar sangrar las reservas de divisas de un país que a menudo se necesitan para cubrir las obligaciones con el exterior (como la tenencia de un alto nivel de deuda en dólares).
- En términos de equilibrio fiscal: compensar la caída de los ingresos mediante la valoración de la deuda extranjera en moneda local.
- En términos de equilibrio comercial: mejorar la competitividad y aumentar las exportaciones. Esto puede tener efectos indirectos, como el aumento de la producción y la reducción del desempleo.
Sin embargo, no es la panacea
“Pero ya sea recurrir al FMI o depreciar la moneda, ninguno de estos recursos es suficiente para resolver los actuales problemas estructurales. En particular, la deuda de las empresas parece ser una de las principales variables de la ecuación. Las empresas de los países emergentes se enfrentan a dificultades cada vez mayores. Algunas, como Pemex, necesitan ser reestructuradas y recapitalizadas dado que sus flujos de ingresos de cara al futuro se han visto erosionados. En Malasia y Brasil, 1MDB y Petrobras han sufrido graves problemas de gobernabilidad. Los remedios descritos anteriormente son sólo un primer paso en la búsqueda de soluciones”, concluye Donge.