Agnieszka Gehringer, analista senior de Flossbach von Storch Research Institute, advierte de que es probable que la pandemia del coronavirus desencadene una gran ola de acumulación de deuda pública. La gran pregunta es cómo logrará el sistema y la economía sostener y digerir este exceso. Para Gehringer, mientras los bancos centrales tengan capacidad de compra no será el problema, pero ¿dónde están los límites?
Como regla general, Gehringer apunta que el aumento de la deuda pública bruta puede deberse a un mayor déficit presupuestario del gobierno como resultado de más gastos (provocado principalmente por la lucha contra la pandemia) y menores ingresos por impuestos, participaciones en empresas y garantías de crédito.
“Casi cualquier ratio de deuda pública puede mantenerse cuando el banco central proporciona financiación y la inflación se mantiene baja. En este caso, los inversores están dispuestos a mantener los bonos emitidos por el gobierno o el dinero emitido, a través de los bancos, por el banco central. El sistema monetario converge gradualmente hacia el 100% dinero, como lo sugiere Irving Fisher y cía. en el Plan de Chicago de 1933, sin que el público general lo notara. Esta puerta a un movimiento gradual hacia el 100% dinero está abierta para EE.UU. y otros países donde el gobierno gobierna sobre el banco central. Pero las cosas son más difíciles en la zona euro”, explica Gehringer.
En su opinión, las recesiones económicas suelen tener dolorosas consecuencias fiscales. Según las estimaciones del Flossbach von Storch Research Institute, la caída del PIB es mayor que la disminución media del 3,6% en 2009, pero consideran que la parada económica generalizada en algunos de los principales ejes de la economía global podría haber creado interrupciones más sustanciales, aunque más cortas, en la actividad económica de lo que resultó en 2009.
“Para el grupo G7, los índices de deuda pública aumentarían una media del 22%, frente al 15% que hubo entre 2008 y 2009. Dentro de la zona del euro, el índice de deuda aumentaría del 133% al 163% en Italia, del 96% al 120% en España, del 99% al 119% en Francia y del 59% al 98% en Alemania”, apuntan.
Según Gehringer el problema vendría si los países altamente endeudados no tienen acceso a la financiación de los bancos centrales. Esta situación en Europa, por ejemplo, podría llevar a que el euro se rompiera. “La puerta a la financiación del BCE para los gobiernos está abierta informalmente. Los esfuerzos desde que arrancó la crisis financiera para mutualizar completamente la deuda pública, y los riesgos bancarios, hasta ahora no han tenido éxito. Queda por ver si la actual emergencia sanitaria ofrece una mejor oportunidad para que los países altamente endeudados obliguen a otros a compartir su carga de la deuda. Tengan éxito o no, la capacidad de los países individuales de aprovechar el aumento de su deuda, a través de la financiación del BCE o la emisión de bonos de la zona euro sin tener que sufrir las consecuencias, puede inducir a una competición de los emisores y, finalmente, la degradación del euro”, concluye en su informe.