Los inversores se hayan en una delicada tesitura respecto a los mercados emergentes. Por un lado, muestran su aversión tras haber aumentado el riesgo en los últimos meses y en especial el efecto que tiene sobre ellos la fortaleza del dólar, pero por otro lado, siguen confiando en sus fundamentales y en las oportunidades que algunos activos pueden ofrecer. Ante este dilema, ¿cuál puede ser una buena forma de mantener cierta exposición a estos mercados?
La respuesta es sencilla para, Kathy Collins, gestora de fondos en Aberdeen Standard Investments: “La deuda corporativa high yield es un buen activo para mantener una exposición a los mercados emergentes con un mayor control del riesgo. Este tipo de activo ha demostrado tener un comportamiento relativamente más defensivo en comparación con la deuda pública en moneda local o en moneda fuerte, sobre todo ante eventos como la caída de las commodities, el efecto Trump o la salida de los inversores de las divisas”.
Según la experiencia de Collins como gestora del fondo Emerging Markets Corporate Debt de Aberdeen Standard Investments, las empresas han mejorado sus fundamentales en comparación con años atrás y se siguen beneficiando del tirón del crecimiento global, así como de la mejora del consumo interno. “Las compañías tiene un nivel de endeudamiento bajo, por lo que no tienen la necesidad de acudir al mercado para refinanciarse. Tampoco nos parece sensato pensar que los bancos europeos, que han prestado dinero a estas empresas, vayan a cortar el grifo ante una mayor volatilidad en algunos mercados, como Argentina o Brasil”, añade.
El argumento de Collins se sostiene con las cifras en la mano. Según explica, si tomamos como referencia los 16 principales países de los mercados emergentes (excluyendo a China), el crédito corporativo representa de media el 48% del PIB, 26 puntos por debajo si lo comparamos con Estados Unidos. “A la hora de valorar este activo y el nivel de endeudamiento, hay que tener en cuenta que los niveles de deuda crecientes no se pueden analizar aisladamente del negocio que respalda y de los flujos de efectivo que genera”, puntualiza.
En este sentido, apunta que no esperan defaults en esta clase de activos ni en países como Argentina o Turquía, gravemente golpeados desde el verano por los diferentes eventos geopolíticos; pero insiste en que la calidad de las empresas y la calidad de la deuda serán claves. Según Collins explica, “apostamos por una estrategia bottom up y por acudir en persona a conocer las empresas. Con cada empresas analizamos su industria, la compañía, el cash flow, la macro, la estructura, su valoración y los criterios ESG”.
Esta estrategia y visión se proyectan en el fondo Emerging Markets Corporate Debt de Aberdeen Standard Investments, que defiende una exposición a mercados como Guatemala, Brasil, Georgia, Argentina y Turquía; al menos más que el índice de referencia. Mientras que se mantiene infraponderado, también en comparación con el índice, a Colombia e Israel, y una exposición cero a Qatar, Corea y Hong Kong. “El fondo invierte en deuda corporativa high yield porque consideramos que ofrece una calidad alta con una relación riesgo/retorno atractiva. Esa es nuestra convicción”, señala.
La gestora no da la espalda a los principales riesgos para este mercado y los repasa uno por uno: la fortaleza del dólar, los riesgos políticos internos, el sentimiento negativo y la desaceleración de China, la guerra comercial y la tendencia global hacia políticas proteccionistas, entre otras. Pero aún así considera que esta “idiosincrasia” de riesgos “marcan un buen punto de entrada para los mercados emergentes”.
Por eso, Collins destaca que para lograr esa exposición a los mercados emergentes es mejor optar por la gestión activa. “En 2017 fue fácil seguir a los índices de referencia de estos mercados, pero en 2018 es más complicado y creemos que es necesario ser mucho más selectivos por todos esos elementos y vientos en contra”, concluye.