El próximo domingo 6 de noviembre arranca la COP27 (Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Clima), en Sharm el-Sheikh, Egipto, y se prolongará hasta el 18 de noviembre. Dos semanas en las que líderes de todo el mundo volverán a poner el foco en la emergencia climática, para tomar nuevas decisiones medioambientales a nivel internacional.
Según explican sus promotores, se tratarán diversos temas enmarcados en cuatros grandes áreas: mitigación, adaptación, financiación y colaboración. “La Tierra se ha calentado 1,1 grados por encima de los niveles preindustriales, y el número de desastres relacionados con el clima y la meteorología ha aumentado casi un 35% desde la década de 1990. En vísperas de la 27ª cumbre sobre el clima de la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas en Sharm El-Sheikh (Egipto), centrarse en el futuro es tan importante como protegernos a nosotros mismos y a nuestro planeta hoy. Aunque debemos evitar que sigan aumentando las temperaturas, continuando con la mitigación de nuestras emisiones de gases de efecto invernadero y regenerando los sistemas alimentarios, hídricos y oceánicos, también debemos tomarnos en serio el hecho de unirnos para adaptarnos a las realidades climáticas de hoy. La adaptación al clima debe formar parte de una estrategia holística contra el cambio climático”, advierte Gim Huay Neo, director general del Centro para la Naturaleza y el Clima del Foro Económico Mundial.
De hecho, las Naciones Unidas calculan que el coste actual de satisfacer las necesidades de adaptación es de 70.000 millones de dólares. Para 2050, podría alcanzar los 500.000 millones de dólares y, según el Carbon Disclosure Project, solo para los riesgos del agua, los costes de no hacer nada son cinco veces superiores a los de actuar hoy. “Todos los gobiernos, empresas y particulares deben prepararse y adaptarse”, insistía Huay Neo.
En este sentido, la celebración de la COP26 dejó un sinfín de compromisos, pero, según los expertos, esta nueva conferencia permitirá comprobar los avances mundiales hacia el objetivo cero en un año dominado por las presiones económicas y geopolíticas.
Qué esperar de la COP27
Para Matt Christensen, Global Head of Sustainable and Impact Investing de Allianz Global Investors, la Conferencia tratará de lograr el equilibrio adecuado de optimismo y realismo necesario para renovar la solidaridad entre las naciones, y la agenda pretende conseguirlo mediante un alcance más explícito de la biodiversidad y los factores sociales. “Solo a través de una interacción coherente y colaborativa entre el clima, el planeta y las personas podremos recuperar el impulso perdido en 2022”, defiende Christensen.
En opinión de Eva Cairns, Head of Sustainability Insights & Climate Strategy de abrdn, la COP27 está destinada a ser la «COP de la implementación», por lo que podría decirse que es aún más importante que la COP26, en la que se formularon muchas promesas y compromisos: los compromisos cero neto abarcan ahora más del 90% del PIB mundial y el 83% de las emisiones.
“Los citados umbrales no tienen mucho sentido si no van seguidos de una acción creíble. La acción climática parece haber quedado relegada a un segundo plano ante la necesidad de abordar otras cuestiones urgentes como la crisis del coste de la vida, la inflación y la recesión económica. Así pues, la COP27 está recibiendo mucha menos atención que la COP26. Pero si observamos las repercusiones físicas del cambio climático que se están produciendo hoy en día en todo el planeta, como las inundaciones en Pakistán y las graves sequías, no cabe duda de que la acción climática debería figurar en esa lista de cuestiones urgentes”, afirma Cairns.
Además, la experta de abrdn defiende que la COP27 estaba destinada a ser otra COP fundamental: “En la anterior reunión fue imposible conseguir que todos los países actualizaran sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CDN) para mantener el calentamiento en 1,5 ºC. Estos compromisos suman actualmente 2,4C según Climate Action Tracker y el objetivo de cero emisiones en 2050 parece cada vez más improbable. Hasta ahora, hemos visto muy poco en términos de actualizaciones de las CDN de algunos de los mayores emisores, con la excepción de Australia y la India. Los incentivos políticos alineados con el objetivo de cero emisiones en 2050 son fundamentales para permitir a los inversores asignar el capital en línea con las metas establecidas”.
Por último, Cairns añade que esta edición será una oportunidad para abordar la llamada “justicia climática”, que fue uno de los principales fracasos de la COP26. “Las naciones desarrolladas deben proporcionar la financiación climática necesaria y prometida para la mitigación del clima, la adaptación y las pérdidas y daños para los países en desarrollo más vulnerables”, matiza la experta en sostenibilidad de abrdn.
Según señala Marie Lassegnore, directora de inversiones sostenibles de La Française AM, en esta Cumbre será primordial avanzar en el cumplimiento del objetivo de 100.000 millones de dólares anuales para la financiación del clima, así como en la definición de un nuevo objetivo para después de 2025. “En 2020, y según las cifras anunciadas en la COP26, sólo se movilizaron 83.000 millones de dólares para la financiación del clima; el 98% procedía de la financiación pública y sólo el 2% del sector privado, lo que deja un amplio margen de crecimiento. La Alianza Financiera de Glasgow para la Net Zero (GFANZ) se creó precisamente con ese objetivo, cerrar la brecha de financiación climática. Movilizó a más de 450 interesados, que representaban más de 130 billones de dólares en activos gestionados en su lanzamiento en 2021”, recuerda Lassegnore.
El impacto en la industria de inversión
Desde el punto de vista de la industria de inversión, Eoin Murray, responsable de Inversiones de Federated Hermes Limited, considera que el sector será sometido a un mayor escrutinio por su apuesta por la ESG. “Hemos asistido a una enorme crisis de greenwash a la que no ha contribuido que el propio sector de la inversión se muestre impreciso en cuanto al impacto frente al riesgo. También está cada vez más claro que demasiadas personas quieren reducir los asuntos ESG a una simple división entre bueno y malo, cuando todos sabemos que es complejo y a menudo implica concesiones. Tal vez también podamos dejar de centrarnos, por ejemplo, en las calificaciones agregadas de los aspectos ESG, en lugar de realizar el arduo trabajo de establecer datos granulares significativos en torno a las cuestiones materiales clave”, explica.
Según Murray, las expectativas para la COP27 en Egipto se centran principalmente en cómo el mundo desarrollado cumplirá sus compromisos con el mundo en desarrollo en términos de financiación. “Los objetivos clave de la COP27 de Egipto siguen sin concretarse debido a que la política mundial se centra en otros ámbitos, en las finanzas y en el aumento del coste de la vida en todo el mundo, y en el deseo de garantizar las necesidades energéticas en distintos periodos de tiempo. Es probable que el informe científico de síntesis del organismo científico de la ONU sobre el clima se retrase hasta 2023 y, por tanto, no pueda ser un impulso para la urgencia. El reciente compromiso más firme de Australia con el clima es positivo, y se suma a la presión para que Egipto lidere desde el frente reforzando su propio compromiso con el clima antes de acoger la COP27. Es poco probable que se produzcan movimientos particulares centrados en la inversión”, reconoce.
Un dato interesante es que la COP27 comienza con el Día de las Finanzas, y la iniciativa de la Alianza Financiera de Glasgow para el Cero Neto (GFANZ), que se lanzó con orgullo antes del evento del año pasado, será el centro de atención.
“El sector financiero se ha enfrentado a varios retos, como lograr un enfoque común de las emisiones financiadas y avanzar en la financiación del carbón y en las políticas y prioridades regionales. El GFANZ publicó en junio una consulta sobre las directrices de planificación de la transición a cero por parte de las instituciones financieras, y se espera un informe final antes de la conferencia. Sigue siendo una iniciativa voluntaria: quizás necesitemos una regulación y políticas públicas formales para superar las limitaciones, así como una mayor alineación con la financiación pública”, apunta el responsable global de sostenibilidad de Allianz GI.
Para Christensen, siguiendo con el tema de la financiación, la transición justa y el plan de financiación del clima volverán a ser el centro de atención: “Este último tiene como objetivo movilizar 100.000 millones de dólares al año en financiación climática para apoyar a los países en desarrollo; el informe de este año dejaba claro que aún nos faltaba en 2020 y que cualquier movilización se concentraba en los países de renta media y de perfil de riesgo más bajo. Deberíamos seguir el ejemplo de Dinamarca, cuyos compromisos directos e indirectos han aumentado significativamente, lo que nos recuerda el papel clave de las iniciativas público-privadas, especialmente para la adaptación. Pero además de alcanzar un umbral de 100.000 millones de dólares, quizás la conferencia considere la reciente nota climática del FMI3 y cómo podemos garantizar que los fondos se dirijan de forma efectiva a los soberanos de menor renta y mayor riesgo”.
Por su parte, Pierre Debru, responsable de Investigación Cuantitativa y Soluciones de Multiactivos en WisdomTree, confía en que la COP27 sirva para que los flujos hacia los fondos temáticos ganen más solidez. “Seguimos observando importantes flujos hacia temas relacionados con el cambio climático y la sostenibilidad, lo que demuestra que las estrategias relacionadas con la ESG siguen teniendo peso en las carteras, independientemente de las condiciones actuales del mercado. Esperamos que esta tendencia continúe a medida que los responsables políticos comiencen a prestar atención a la COP 27”.
Cierto escepticismo
Por ahora, tal y como reconoce Lassegnore, las expectativas son bajas: “La COP27 se reunirá en un contexto económico y geopolítico muy sombrío. Aunque las expectativas sean bajas, no hay que excluir las sorpresas positivas. Solo podemos esperar y abogar por que nuestros líderes miren más allá de la inminente recesión y de las tensiones geopolíticas con Rusia y promuevan planes climáticos más ambiciosos para proteger nuestro mundo”.
Misma visión tienen los expertos de Schroders. Según Simon Webber,gestor de renta variable global de Schroders, “después de la COP26, el mundo ha avanzado muy poco en cuanto a la reducción real de emisiones necesaria para evitar un cambio climático peligroso. Además, este es un momento de aumento de las tensiones geográficas entre los principales actores económicos. Eso hace difícil ver que los negociadores tengan la voluntad política necesaria para tomar las difíciles decisiones y compromisos necesarios”.
Esto también puede tener que ver con el hecho de que la COP26 en 2021 fue un evento tan importante, ya que en 2020 no se celebró ninguna COP debido a la pandemia de Covid-19. «Tengo la sensación de que no habrá tanta gente como en Glasgow el año pasado. Las delegaciones de los gobiernos serán más junior, habrá menos presidentes. Creo que la última conferencia fue muy particular porque fue la primera después del Covid y muchas personas viajaron para reunirse. Ésta está casi tan cerca en cuanto a tiempo que algunas personas pueden llegar a pensar ‘no he cumplido con lo que tenía que hacer entre la COP26 y la COP27, así que mejor no ir para no pasar vergüenza”, afirma Maria Teresa Zappia, responsable de sostenibilidad e impacto de Schroders Capital.