Grecia vivió su propia Ilíada tras la gran crisis financiera de 2009, convirtiéndose en un mercado con alta volatilidad y riesgo, y desestabilizador para el resto de los países de la eurozona. Pero diez años después, la situación ha cambiado considerablemente y las gestoras ven con otros ojos al país y a sus activos, en especial su deuda soberana.
De hecho, la agencia de calificación Scope Ratings ha elevado el ratings del país heleno apoyándose en su incremento de la liquidez, su capacidad de pago de la deuda, la mejora de la sostenibilidad de la deuda pública a medio plazo y las reformas llevadas a cabo. Sin embargo la firma advierte que los elevados riesgos para la estabilidad financiera y la débil sostenibilidad macroeconómica siguen siendo limitaciones que el país debe de afrontar.
“La ratificación de la perspectiva positiva refleja la expectativa de continuas mejoras económicas, un descenso de la ratio de deuda pública y un compromiso con la disciplina fiscal y las reformas estructurales, ligado a la supervisión posterior a la salida de la crisis. Esta expectativa de una posible evolución positiva del crédito está relacionada con el fortalecimiento del perfil de liquidez de Grecia, que ha reforzado su capacidad de reembolso para los próximos años, y con la adopción por parte de los acreedores de la eurozona de medidas adicionales de alivio de la deuda a medio plazo hasta, al menos, el año 2022”, explican desde Scope Ratings.
En opinión de Maud Minuit, responsable de renta fija de La Française AM, la economía nacional, que se ha beneficiado de un aumento de los ingresos reales y de una marcada caída de la tasa de desempleo, se está recuperando con fuerza. Sin embargo, la inversión sigue siendo reducida y el sector bancario sigue siendo débil, aunque los bancos no han recurrido a la ayuda de emergencia (ELA) para acceder a la liquidez del BCE desde finales de 2018, y los depósitos de los hogares griegos están creciendo, aunque lentamente.
“La deuda se está reduciendo, con previsión de caer del 188% del PIB en 2018 al 177% en 2019, y lograr un presupuesto equilibrado a partir de este año. Aunque esto es extremadamente positivo, hay un factor importante que hay que tener en cuenta: si las reformas aprobadas en materia de pensiones y recortes salariales en el sector público son constitucionales o no. El FMI ha advertido que habrá un coste significativo si estas medidas se consideran inconstitucionales”, señala Minuit.
Aunque es cierto que el plan de rescate se extiende hasta 2022, Grecia sigue pagando su deuda. Además, las necesidades de refinanciación del país estarán totalmente cubiertas por las reservas de liquidez del Gobierno (cerca de 40.000 millones de euros) hasta 2023. “Grecia ha regresado a los mercados de bonos y debería lanzar nuevas emisiones este año, dado el nivel de rendimiento: 3,5% en el bono a 10 años. En vista de los fundamentos positivos y del atractivo de los rendimientos de los bonos griegos, con una volatilidad a niveles estándar, la deuda griega presenta oportunidades reales de inversión”, sostiene Minuit.
Desde Monex Europe definen la situación de Grecia como la transformación “en una historia de éxito inesperado”, aludiendo también a los rendimientos de sus bonos gubernamentales 10 años. Como consecuencia, Italia se convierte en la principal preocupación de la Unión Europea.
Scope prevé que la deuda de Grecia se reduzca en el tiempo, situándose en torno al 145% del PIB en 2024. En opinión de Scope, cada una de estas medidas, o una combinación de ellas, podría mejorar sustancialmente la sostenibilidad macroeconómica y reducir los elevados riesgos para la estabilidad financiera, aumentando así la confianza y reforzando la capacidad de Grecia para hacer frente a su carga de deuda. “La puesta en marcha de nuevas medidas oficiales de alivio del endeudamiento y el compromiso de los acreedores de apoyar la sostenibilidad de la deuda de Grecia”, concluyen desde la firma.