Día 364 de 2021, y usted y sus carteras de inversión casi han superado el segundo año de la pandemia que tanto ha cambiado nuestras vidas, los mercados y el contexto macroeconómico. ¿Qué lecciones podemos sacar de estos últimos 12 meses y a qué retos nos enfrentaremos el próximo año?
En opinión de LONVIA Capital partimos de una casilla de salida muy diferente. “Tras la pandemia, la economía tiene un aspecto muy distinto al que tenía en febrero de 2020. Será más eficiente y dinámica, pero dejará como consecuencia actores ganadores y perdedores. La crisis ha sido un acelerador de la integración de soluciones/productos para la tecnología médica, la automatización industrial y las necesidades masivas de datos e innovación digital. Esto no es una excepción, sino el preludio de una aceleración, una integración aún más masiva de estas soluciones digitales. Para muchas empresas que gozan de buena salud, los niveles de actividad en 2021 ya son más altos que los del 2020 y 2019. El crecimiento continuo o la reanudación de la actividad se ha producido con márgenes en neta mejoría. Existen muchas posibilidades de inversión en su crecimiento futuro, tanto orgánicamente como a través de adquisiciones”, apunta la firma en su visión para el próximo año.
«En comparación con recesiones anteriores, esta vez hemos conseguido salir de la crisis con bastante rapidez. El factor crucial para que esto ocurra ha sido la política monetaria y fiscal de los bancos centrales y de los gobiernos, que apoyaron la fuerte recuperación de la economía y del mercado laboral a lo largo de 2021», subraya Gerold Permoser, director de inversiones de Erste AM.
Los factores que permiten a Permoser vaticinar que la recuperación continuará en 2022 y estará impulsada por el sector privado, son “la demanda de los consumidores, que seguirá siendo elevada, y la reposición de inventarios, que quedaron vacíos tras la pandemia, lo que tendrá un impacto positivo en la demanda en 2022”, según indica.
Desde BlackRock consideran directamente que 2022 llegará proclamando un “nuevo régimen” mediante la entrega de ganancias globales de acciones y pérdidas de bonos por segundo año, lo que ocurriría por primera vez desde que comenzaron a recolectarse datos en 1977. “Este resultado inusual es la siguiente fase de nuestro nuevo tema nominal que sigue desarrollándose: los bancos centrales y el rendimiento de los bonos han sido más lentos para responder a una mayor inflación en el potente reinicio que en el pasado. Esto debe mantener el rendimiento de los bonos, real o ajustado por la inflación, históricamente bajo y respaldar las acciones”, explica en su outlook para el próximo año.
La cuestión de los bancos centrales y la inflación
Según su análisis, el gran cambio en 2022 será que los bancos centrales retirarán algo de apoyo monetario, ya que el reinicio no necesita estímulo. Como consecuencia, la gestora estima un rendimiento más moderado de la renta variable. “Esperamos que la Reserva Federal de el puntapié inicial a los aumentos en las tasas, pero que siga siendo más tolerante a la inflación. La Reserva Federal ha alcanzado su objetivo de inflación, por lo que su interpretación de su mandato de empleo determinará el tiempo y el ritmo de tasas de interés más altas. Es probable que el Banco Central Europeo, que se enfrenta a una perspectiva de inflación menor, mantenga una política más relajada”, añade.
En opinión de Fidelity, la principal lección que nos ha dejado el año es la relevancia que tiene la política monetaria, tanto para lo bueno como para lo malo. Según la gestora, 2021 trajo la recuperación en la que muchos habían depositado sus esperanzas. Las empresas reabrieron, los trabajadores volvieron a sus oficinas y los más valientes de nosotros incluso nos fuimos de vacaciones, pero nadie podría describirlo como un “retorno a la normalidad”, rodeados como estamos por unos precios energéticos desbocados, unos niveles de deuda elevados y un crecimiento que ya ha dejado atrás sus máximos. Para Salman Ahmed, responsable global de Macroeconomía y Asignación Estratégica de Activos de Fidelity, todo esto nos ha llevado a una “dinámica con encrucijadas”.
Ahmed lo explica así: “Las fuerzas desinflacionistas estructurales que se derivan de los abultados volúmenes de deuda y la evolución demográfica se mantienen, pero, en nuestra opinión, las fuerzas cíclicas que alimentan la inflación podrían terminar siendo más duraderas que transitorias. Los bancos centrales ya están teniendo que enfrentarse a encrucijadas de difícil resolución: por ejemplo, si priorizar el apoyo al crecimiento o contener una inflación por encima del objetivo. El margen de error será mínimo, lo que eleva las probabilidades de que se apliquen políticas monetarias inadecuadas. Pero incluso aquí, la Reserva Federal y el Banco Central Europeo, que están obligados a mantener los tipos reales negativos para sostener el goteo de estímulos presupuestarios, sumado a unos volúmenes de deuda increíblemente grandes y generalizados, se encuentran constreñidos en sus intentos por mantener controlada la inflación. Los estímulos presupuestarios se reducirán en 2022 en EE.UU. y Europa a medida que se vayan retirando las medidas contra la pandemia. Sin embargo, los déficits presupuestarios se mantendrán en niveles superiores a las tendencias anteriores a la pandemia debido al cambio de políticas a favor de un gasto público estructuralmente más elevado”.
La mayoría de las gestoras coinciden en la relevancia que tendrán los bancos centrales y la inflación el próximo año. En opinión de Sebastien Galy, estratega senior macro de Nordea AM, el crecimiento y la inflación no son y serán demasiado problemáticos. “La inflación debería estabilizarse a finales de año a medida que disminuyan las perturbaciones de la cadena de suministros, y es probable que las perspectivas de crecimiento sean moderadas en las economías avanzadas a medida que se vaya desvaneciendo los efectos de las medidas fiscales y monetarias. La verdadera preocupación son las valoraciones. Esperamos un repunte continuado para algunos activos, que finalmente llegará a un final repentino a finales de 2022. Ahí es donde se puede aprovechar las oportunidades, primero en el repunte continuado y luego en la dispersión resultante de los activos”.
Sobre las valoraciones, Daniel Morris, estratega de inversión senior de BNP Paribas AM, coincide en que, en términos absolutos, son elevadas en el caso de Estados Unidos, pero, en su opinión, esto no supone una amenaza para la rentabilidad del mercado. “Los múltiplos se han visto impulsados por las compras de flexibilización cuantitativa (QE) de los bancos y, mientras esos bonos permanezcan en los balances de los bancos, y los rendimientos sigan siendo históricamente bajos, creemos que los múltiplos se verán respaldados. Sin embargo, en términos relativos, las valoraciones de la renta variable europea frente a la estadounidense han alcanzado mínimos históricos. Este descuento no se debe únicamente a que los múltiplos de los valores tecnológicos estadounidenses de gran capitalización sean elevados. La mayoría de los sectores europeos cotizan con descuento respecto a sus homólogos estadounidenses”, argumenta Morris.
Otra de las lección que nos deja el año y que continuarán siendo un reto en 2021 tiene que ver con los activos alternativos. En las encuestas que se han publicado a lo largo del año ha quedado patente el creciente interés de los inversores por los activos alternativos. Algo que confirman las propias gestoras, que han aumentado la oferta de fondos centrados en activos alternativos, tanto cotizados como no cotizados. Según los expertos, estas dos tendencias se encuentran y responden a la búsqueda de rendimientos más allá de los activos tradicionales.
En opinión de Fidelity, las inversiones alternativas podrían ofrecer una opción defensiva muy interesante en un contexto de mayor inflación y normalización de la política monetaria. “Se respira incertidumbre conforme nos acercamos a 2022. Puesto que el equipo considera que los tipos reales se mantendrán en niveles muy bajos a lo largo del año y, por lo tanto, la deuda pública andará de capa caída, los activos alternativos siguen siendo una opción atractiva para incorporar rasgos defensivos a las carteras multiactivos, principalmente los proyectos de energías renovables a tenor de la agitación que muestran últimamente los mercados energéticos. Estas inversiones generalmente cuentan con flujos de efectivo fijados por contrato, e indexados, que guardan una menor correlación con la renta variable y los bonos”, afirma Henk-Jan Rikkerink, director global de Soluciones y Multiactivos de Fidelity.
“En lo que respecta a las inversiones alternativas, el sector inmobiliario debería seguir beneficiándose del entorno de tasas de interés históricamente bajas y de la continua recuperación económica. El contexto económico también sigue siendo favorable para los mercados privados, mientras que los hedge funds deberían ofrecer una modesta rentabilidad cercana al promedio histórico”, añaden desde Credit Suisse.
El nuevo entorno que se dibuja exige a las gestoras e inversores abrirse a nuevas ideas, entre ellas las que ofre “A la luz de la continua recuperación económica, esperamos que las acciones ofrezcan atractivos rendimientos en 2022, lo cual justifica una adecuada presencia de esta clase de activos en las carteras. Dado el escaso nivel de rendimientos esperados en renta fija, los inversionistas deberían buscar estrategias que sigan patrones no tradicionales para diversificar su gama de oportunidades. En vista de la creciente crisis climática, la política está llamada a centrarse más en el clima. Es una evolución que los inversionistas deben considerar en sus decisiones de inversión”, concluye Michael Strobaek, Global Chief Investment Officer de Credit Suisse.